Barniz

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La noche se alargó todo lo que debería y quizás un poco más, José Antonio andaba por allí, con su cara cruzada y mis ganas de volver a cruzársela pero al fin y al cabo, ¿de qué valía? Marina estaba conmigo, sólo conmigo y de la mejor manera posible.

Hasta mis padres se habían hecho eco de lo acontecido entre Marina y José Antonio, aquello me incomodaba un poco y me puedo imaginar que a Marina más todavía, es lo que tiene un pueblo pequeño, que todo el mundo se otorga el derecho a opinar sobre todo. Yo les había contado que simplemente ellos se conocían de antes y él la había ofendido, cosa que tampoco extrañó teniendo en cuenta el carácter de Jose (eso según ellos, yo no lo conozco).

No era fácil romper tabues, mi mitos, ni desafiar a las leyes de lo natural y cuando digo esto me refiero a que es lógico que en algún momento Jose llegara a tener razón, no por nada sino porque el cuerpo es un templo que se va debilitando con el tiempo, pero ¿qué más daba? Mientras que se pudiera venerar de esa manera no había problema y después... después tampoco. Estaba enamorada de Marina, de verdad, de todo lo que me aportaba Marina, incluso de su forma de corregirme o decirme "tú hazme caso que soy más mayor que tú". No tenía dudas de que Marina estaba enamorada de mi y eso me hacía inmensamente feliz.

Mis padres, que si de alguien me podría preocupar de la imagen que yo pudiera dar era de ellos, nos dijeron que no le diéramos vueltas a la situación, que por encima de nada eran mis padres y me querían pasara lo que pasara y que si quererme a mi implicaba defender lo que yo defendía y tuviera razón lo harían sin dudarlo. Tampoco es menos cierto que hubo gente que se me acercó a decirme que me apoyaban, otros muchos seguían mirando con intención de culpabilizarnos de un delito inexistente. Adoraba mi pueblo, odiaba a la gente, al menos en gran medida.

Marta se comía a quien hiciera falta, no es necesario explicarlo, ella era una de mis mejores amigas y además la persona que mejor me entendía en esta vida junto con Carlos y Rafael, no necesitaba nada más. 

Al día siguiente hicimos las maletas con intención de irnos a Conil, notaba a Marina muy inquieta.

- Marina... estamos a tiempo, ¿estás segura de que quieres que vaya? - le pregunté mientras guardaba las maletas en su coche.

- Sí... - respondió sin mirarme.

- De verdad... es tu familia y si va a suponer un problema yo no quiero desencadenarlo - admití con total sinceridad.

- Te lo adelanto... Germán es el más abierto de mis hermanos - me dijo ella sin poder evitar dejar ver su preocupación.

Yo suspiré. No me importaba, no los conocía ni me dolían, a mi me dolía ella, ella y lo que a ella le doliera. Aún así me subí en su coche, teníamos por delante una hora de camino. Ella me estaba explicando a quiénes nos encontraríamos al llegar.

- Estará mi hermano, Germán y también Alba y Lucas, que son los que conoces claro... estará el hermano de Alba, que se llama Javi, bueno Francisco Javier pero Javi para todo el mundo - empezó a decir ella - luego está mi hermana Rosario, bueno, Chari y su marido, Servando, ellos son los padres de Andrés, Elena y Alicia, la última es de tu edad, los demás son más grandes - siguió ella, me iba a tener que hacer un croquis para acordarme de todo - y por último está Loli, que es la más chica de todos nosotros, y su marido Jesús, también sus hijos que son los más pequeños de la casa que son Jesús y Daniel.

Que sí, que vale, que muchos nombres y a mi me ponía más nerviosa todavía.

- También está Ceci, la novia de Andrés, bueno, su futura mujer que se casan en diciembre y Marcos, el novio de Elena - añadió ella.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora