Sonó la alarma del móvil de Marina para mi eterno pesar, abrí ligeramente los ojos y asomé la cabeza entre las sábanas para volver a esconderla al notar el frío en la nariz. Marina ni corta ni perezosa se incorporó en la cama tirando de toda la ropa que nos cubría y yo la miré con fingido odio mientras me quejaba por lo temprano que era, sentimos también como sonaba el teléfono de Javi en el salón y como este maldecía también en voz bajito. Miré a Marina asintiendo con la cabeza dándole a entender que lo normal era quejarse.
- Venga, niña - insistió ella tirando de mi brazo todavía en la cama.
Volví a quejarme y ella empezó a reírse mientras subía la persiana de la ventana. No quería levantarme, no tenía ganas ninguna de ir ahora al aeropuerto, ni de viajar, ni de boda, ni de ver a gente, ni de dar besos... sólo tenía ganas de seguir durmiendo. La siguiente frase de Marina para que me levantara fue mucho más seria y temiendo que se enfadara de verdad me incorporé en la cama con desgana, encima hacía un frío impresionante, nada comparado con el que haría en Santander, ¿quién coño se casaba en diciembre y en Santander y por qué tenía que invitarme a mi? Andrés y Ceci.
El frío desapareció un poco en cuanto vi a Marina desnuda dispuesta a vestirse y no pude evitar acercarme por su espalda y agarrar sus pechos con mis manos, ella dio un respingo y luego sonrió negando con la cabeza, a menudo esos eran nuestros despertares, ella siempre acababa riendo ante mis ocurrencias y yo quejándome por tener que madrugar.
- ¿No podemos fingir que no ha sonado el despertador? - susurré en su oído mientras bajaba mis manos a sus caderas.
Ella se giró y me dio un beso en los labios y pegando su cuerpo al mío lo que hizo que mi deseo se viera aumentado por lo que el beso se alargó unos segundos más mientras mis manos ya comenzaban a divagar por su cuerpo. En ese momento sonaron tres toques en la puerta y fui yo la que me sobresalté.
- ¿Puedo pasar? – preguntó la voz de Javi al otro lado de la puerta.
- Sí, pasa – respondió Marina divertida viendo mi cara de fastidio.
La confianza que tenían entre ellos parecía ser infinita puesto que a ninguno les importó que Marina estuviera desnuda. Cuando Javi entró ella comenzó a vestirse.
- ¿Tenéis café? No puedo salir de casa sin tomarme mínimo un café, es demasiado temprano – se quejó él frotándose un ojo con el reverso de su mano.
- Sí, en el armario de justo encima de la cocina – respondí yo.
Él asintió con la cabeza y salió de nuevo de la habitación. Unos minutos después Marina y yo le hacíamos compañía con una taza de café sobre la mesa del salón.
- Es que sois los dos iguales, de verdad si lo sé me quedo yo con Alba esta noche que seguro que no me desesperaba tanto como vosotros dos quejándoos – relató Marina terminando de beber de su taza - ¿qué os queda?
Javi y yo cruzamos mirada y reímos. Marina estaba nerviosa, se notaba porque entre otras cosas no podía parar quieta de un lado a otro.
- Relájate, va a ir todo bien, ya lo verás – intentó tranquilizarla Javi.
Recogimos las cosas que estaban por medio y dejamos el piso también listo, cargamos las maletas en el coche de Marina y nos dispusimos a ir al aeropuerto donde nos encontraríamos con los demás. No me sorprendió nada comprobar como los demás tenían la misma cara de sueño que traíamos Javi y yo y como sólo Marina se mantenía completamente despierta. Apenas pude darme cuenta de que estaba viviendo hasta que sentí el dolor de oídos tan característico de los aviones cuando este despegó, por delante lo que más me motivaba en estos momentos: una hora y media para dormir.
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Me quedo contigo
RomanceAna es una chica de 26 años que canta en el grupo de versiones rock "Yonkola", su vida está dedicada a la música, la poesía y el abuso de drogas y alcohol al que somete su cuerpo cada fin de semana. Hace dos años llegó a Sevilla y fue allí cuando co...