Entramos en su casa, ella se descalzó y entró al baño corriendo. Yo solté mis cosas sobre la mesa del salón. Al rato volvió ella. Se sentó en el sofá y me pidió que me sentara a su lado.
- ¿Qué tienes ganas de hacer? - pregunté yo mirándola.
- Besarte - contestó ella mirándome los labios.
- Hazlo entonces - le pedí.
Ella se acercó a mi despacio, me dio un suave beso, yo la atraje más hacia mi profundizando así también el beso, bajé mis manos hasta sus caderas, ella rodeó mi cuello con sus manos. El beso iba creciendo de intensidad y yo notaba como su pecho latía con fuerza, ella bajó de mi boca a mi cuello y yo suspiré, metí una de mis manos debajo de su camiseta acariciando su espalda lentamente. Estaba temblando. Ella bajó sus manos también por mi espalda, lo hacía despacio lo que provocaba que me estremeciera con sus caricias. Yo bajé la otra mano hasta su culo y lo apreté con fuerza, besé su cuello mientras mi otra mano jugaba con el broche de su sujetador. No dejaba de temblar. Yo paré en seco y me separé un poco de ella.
- ¿Por qué tiemblas? - le pregunté.
Ella agachó un poco la cabeza un tanto avergonzada.
- Es que... bueno yo, tengo un poco de miedo porque... verás... - dijo ella con dificultad, como siempre le costaba expresar lo que sentía.
- Oye... puedes contármelo, sea lo que sea - dije yo obligándola a mirarme.
- Tengo miedo de... ya sabes - explicó ella avergonzada - de "hacerlo", yo... yo nunca lo he hecho con nadie... y menos con una mujer y ni siquiera se lo que tengo que hacer - había enrojecido por completo y le costaba mucho articular palabra.
Eso no lo esperaba, bueno, que nunca hubiera estado con una mujer sí, pero no que tampoco hubiera estado con hombres. Estaba preciosa, me sentí un poco mala persona por verla así en ese momento, pero es que transmitía tanta ternura que era imposible no querer abrazarla hasta el final del mundo.
- Marina, escúchame - dije separándome un poco más y poniendo una mano sobre su pierna - lo primero es que no tienes que hacer nada, ¿me entiendes? No tienes que hacer nada.
- Pero... yo no quiero que pienses que no te quiero o que no me gustas lo suficiente porque no es así, me gustas mucho y provocas en mi cosas que... bueno, ya me entiendes - se excusó ella.
- Yo no pienso nada de eso... y menos por esto, te lo dije ayer y te lo vuelvo a repetir hoy y si quieres todos los días, no tienes que hacer nada que no quieras - le dije acariciando su cara.
- Es que no se trata de no querer... si no que tengo miedo, miedo de no saber cómo comportarme o... joder, no me hagas hablar más por favor - dijo ella riéndose todavía ruborizada.
- Está bien... No hace falta que digas nada más... Tengo todo el tiempo del mundo contigo Marina, no tengo ninguna prisa por nada, sólo quiero estar contigo y que estés bien, eso es lo principal... esto no se trata de tiempos, ni hay un guión que seguir... y por supuesto, hay cosas que no se pueden forzar, yo no te voy a forzar, no lo hagas tú misma, puedo esperar hasta que estés lista - le expliqué yo dejándole un tierno beso en los labios. Ella asintió.
- Pero... yo, ¿yo te gusto? - preguntó poniéndome ojitos.
- No me gustas... tú me vuelves loca... y te deseo... - le contesté.
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Me quedo contigo
RomanceAna es una chica de 26 años que canta en el grupo de versiones rock "Yonkola", su vida está dedicada a la música, la poesía y el abuso de drogas y alcohol al que somete su cuerpo cada fin de semana. Hace dos años llegó a Sevilla y fue allí cuando co...