Venecia

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Apenas dormimos unas horas, nuestro viaje empezaba relativamente pronto pues a las cinco de la tarde cogíamos el avión en el aeropuerto de Sevilla, antes de eso teníamos que ir a casa de Marina a recoger algunas cosas y soltar otras, es por ello que para las once ya nos habíamos despedido de todos y estábamos a punto de salir de Cádiz.

Yo estaba muy nerviosa, tal y como le había confesado a Marina hace tiempo, nunca había salido de España y eso hacía a este viaje aún más especial, nunca imaginé que la primera vez que traspasara las fronteras sería además con ella. La verdad es que teníamos el tiempo justo lo que nos hizo correr más que nunca para llegar a embarcar, reímos las dos mientras intentábamos recuperar el aliento al sentarnos en nuestros asientos en el avión, yo iba pegada a la ventanilla y ella al lado mía. Tuvimos la gran suerte de que además se quedó libre el asiento de al lado de ella.

- ¿En avión si has viajado? - me preguntó ella mientras nos abrochábamos el cinturón.

- Sí, eso sí - respondí con una sonrisa, en realidad tenía algo de miedo al momento de despegar.

- Vale, creo que ya es hora de que te cuente cual es el plan para los próximos quince días, ¿te parece? - Marina tenía una sonrisa espléndida ese día, mucho más que cualquier otro día.

Yo asentí.

- En primer lugar vamos a ir a Venecia donde estaremos hasta el día diecinueve - yo arqueé las cejas, ¿dónde estaríamos el resto de días? - te dije que te iba a llevar a más sitios también... es por ello que del día diecinueve al veinticuatro estaremos en Florencia, es preciosa y no puedo venir a Italia sin ir allí - yo asentí sonriendo, Florencia era una de las ciudades que más ganas tenía de conocer - alguno de esos días nos acercaremos a Pisa también claro está, y luego pasaremos desde el día veinticuatro al veintinueve en Roma - terminó de decir ella con su amplia sonrisa - ¿qué te parece?

- Guau - me limité a exclamar. La verdad es que no sabía qué más decir, demasiadas emociones.

- Y ahora... como no hemos dormido nada y tenemos por delante unas tres horas... si quieres dormir sería lo suyo - propuso ella.

- Estoy un poco nerviosa, no sé si podré dormirme en el avión - me sinceré yo - pero duerme que se ve que estás cansada.

Ella cogió mi mano con la suya y la besó, luego bajó hasta colocar su mano agarrada a la mía entre nosotras.

- Tranquila amor, relájate... que te esperan quince días muy movidos - me sonrió antes de apoyar su cabeza en mi hombro.

Estuve un tiempo mirando por la ventanilla, el suelo alejándose de mis ojos, las nubes... y sí, me dormí. Desperté cuando sentí unas manos en mi abdomen, era Marina abrochándome de nuevo el cinturón pues íbamos a aterrizar. Empezaba a tener una perfecta imagen aérea de Venecia y la emoción me invadió, estaba deseando bajar del avión. El aterrizaje me dejó los oídos un poco atronados e incluso me dolieron un poco. Salimos del aeropuerto y nos dirigimos hacia la parada del autobús acuático, todo aquello me resultaba extraño y Marina reía ante mi fascinación.

- ¿Cuántas veces has venido a Venecia? - me atreví a preguntarle algo cortada por mi falta de experiencia y mi entusiasmo.

- No sabría decirte... pero es la quinta vez que viajo a Italia - contestó ella.

Arqueé las cejas en señal de sorpresa. Eran las ocho y poco de la tarde y el trayecto estaba siendo fascinante, hasta que no lo ves no te pasas a creer que haya una ciudad "sin calles" y que lo que separe unas casas de las otras sea agua. Llegamos hasta nuestra parada, por lo que me contó Marina estábamos en la zona de San Polo, en pleno corazón de la ciudad. Caminamos hasta llegar al hotel, Marina se iba guiando por el gps de su móvil.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora