La suerte de mi vida

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Regresamos a la hora de comer, ya estaba todo listo, me permití el lujo de sentarme al lado de Javi a la hora de comer lo que provocó que sus tíos compartieran miradas cómplices que a los dos nos hicieron gracia, Alicia estaba sentada a mi otro lado y Marina en frente nuestra al lado de Loli. La verdad es que entre ellas si que se veía mucha complicidad, reían las dos recordando anécdotas de cuando eran pequeñas, un par de veces nombraron a Luis y la melancolía se hacía presente en esos momentos, pero nunca faltaba alguien que sacara cualquier otro tema para reírse. 

Al terminar de comer hubo quieres se marcharon a dormir siesta, otros que decidieron bañarse en la piscina, entre ellos Marina con sus dos sobrinos más pequeños. Javi se acercó a mi con una cerveza y me la tendió, con nosotros se sentó Alicia y también Andrés y Ceci, en el mismo sitio donde habíamos estado esta mañana y donde seguía dando la sombra. Alba se nos unió poco después mientras Lucas disfrutaba en la piscina de meterse con Marina e intentar contentar a Daniel y Jesús que habían desarrollado una rápida complicidad con él ya que Lucas les había contado que pintaba y demás y eso había fascinado a los más jóvenes. Me hace gracia decir para mi que son los más chicos cuando yo estoy más cerca de la edad de ellos que del resto.

Alicia estuvo contando que ella vivía en Granada, estaba cursando un máster de género después de haber terminado la carrera de Filosofía, yo le hablaba de lo mucho que a mi me gustaba la filosofía y también de Rafael. La verdad es que Alicia y yo teníamos muchas cosas en común, además de la edad. Ceci era también una mujer sumamente inteligente y culta que nos escuchaba debatir sobre diversos autores dando muchas veces una opinión que se veía sumamente formada y cuidada.

- Mis padres no aprueban muchas de las formas que tengo yo de pensar - comentó Alicia con pesar - ¿qué le voy a hacer? Soy la oveja descarriada de la familia.

- Bueno, yo creo que cualquiera de nosotros lo somos - dijo Andrés riendo - no somos los orgullos de nuestros padres ni tú ni yo.

- Eso se lo dejamos a la parejita - rió Alba.

Yo reí con ellos. Lo cierto es que en estos dos días Elena y Marcos ni se habían preocupado por cruzar palabras conmigo, tampoco me importaba, se les veía sumamente estirados, incluso más que Chari y Servando y eso ya era mucho decir. Ellos estaban por encima de cualquiera de nosotros y todo por el hecho de que Marcos era un hombre respetable, o eso decían ellos. A mi me parecían gilipollas, por muy familia de Marina que fueran.

- ¿Y cómo es que has acabado aquí? - me preguntó Alicia después de un rato riendo.

- Créeme... yo tampoco lo se - mentí yo riendo - nada, tu tía me invitó, yo no tenía nada mejor que hacer y como también conozco a Alba y Lucas y bueno, también conocía a Germán pues... aquí estoy.

- Mi tía Marina es la mejor de todos, con diferencia, creo que coincido con todos mis primos cuando digo que es la tía preferida de cualquiera de nosotros... también nos ha tenido siempre muy mimados - añadió Alicia. El resto les dieron la razón.

- Para mi también es mi favorita, si sirve de algo - añadí yo riéndome.

Ellos rieron conmigo mientras que Alba y Javi me miraban muertos de risa. Me estuvieron preguntando más cosas sobre la relación que teníamos Marina y yo. Les estuve contando que había sido mi profesora y que éramos muy cómplices, que habíamos pasado un par de años sin vernos (omití que no habíamos hablado en ese tiempo) pero que nos habíamos vuelto a encontrar y enseguida volvimos a retomar esa complicidad de años atrás pero ahora más aún por el hecho de no tener una relación profesora alumna de por medio.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora