Muchas lanzas

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Mucho me había dado tiempo a pensar desde aquel encuentro en el que Rafael nos había dejado solas a Marina y a mi y una frase se repetía en mi cabeza "si me dejas, voy a darte todas las explicaciones que no te di en su momento" a la que seguía un "te llamaré para quedar". Había pasado una semana desde entonces.

Yo me había encargado de reprocharle a Rafael al día siguiente que nos dejara solas y él había empezado a reírse y argumentar que seguro que no me arrepentía, a lo que no pude decirle que no. Claro que no me arrepentía, ¿cómo iba a hacerlo? Nunca me había arrepentido de pasar tiempo con ella.

- Sé que os hacía falta a las dos ese tiempo a solas - había dicho él en tono más serio.

- ¿Ah, sí? ¿Y exactamente qué te había hecho suponerlo? - había preguntado yo todavía algo dura con él.

- Solo me distéis la razón, una y la otra cuando al día siguiente os vi por separado pero sonriendo como nunca - dijo él dejándome muda.

- ¿Marina también? - pregunté obviando que en mi caso, era así.

- Sí, Marina también - dijo él cruzando los brazos triunfante - y sí, ella también sabía que nadie me había llamado, me dijo "se que te fuiste por dejarnos solas y nos vino bien porque estuvimos hablando"

Aquello me había descolocado.

- Mira, yo no sé que pasó entre vosotras ni por qué llevabais tanto tiempo sin veros, pero sí sé que voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que lo habléis, tú eres como una hija para mi y ella... bueno, ella me cae genial y creo que se merece al menos ser escuchada - añadió él.

- ¿Y por qué es ella la que tiene que ser escuchada? - pregunté tirando de orgullo.

- Porque eres tú la que te pones nerviosa y te enfadas, lo que me hace pensar que eres tú la que sigue buscando una explicación y no ella - dijo el volviendo a su actitud desafiante cruzado de brazos.

Cuando se ponía en modo "profesor" como yo le solía decir me desesperaba porque siempre tenía razón y yo era muy terca para dársela.

- No me des la razón, como siempre - dijo él dándose la vuelta leyendo mis pensamientos - pero sabes que tengo razón. Si no supiera que tú querías estar sola con ella no me hubiera ido nunca, eso tenlo claro Ana.

Me sentí un poco mal. No tenía que reprocharle nada a Rafael ni mucho menos, sin embargo sentirme tan expuesta ante él me resultaba un poco incómodo. Yo era la chistosa, la mujer fuerte y valiente, la tipa dura y la aparición de Marina en mi nueva vida estaba desestabilizando esa imagen que tanto me había costado conseguir, precisamente intentando curarme de ella misma. Por un momento pensé que ni siquiera quería que me diera esas explicaciones que decía que me iba a dar, que ya no merecía la pena. ¿Por qué había esperado dos años?

Aquel jueves, después de haber hablado con Rafael y habernos puesto a ensayar sin dar pie con bolo debido a la frustración que sentía por haberme comportado así con él me acerqué cuando terminamos el ensayo.

- Rafael... ¿podemos hablar? - pregunté acercándome insegura hasta él.

- ¿Qué quieres Ana? - me dijo él guardando algunos cables.

- Lo siento ¿vale? - dije esperando que me mirara pero no lo hizo - No te enfades conmigo, es sólo que me está costando mucho asimilar muchas cosas, Marina me desestabiliza emocionalmente mucho, no sé como comportarme con ella y siento que en cierto modo estés en medio pues nos conoces a las dos.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora