La mañana transcurría tranquila perdida en mis pensamientos y mis recuerdos. Por primera vez al recordar parecía que estaba entendiendo a Marina más que a mi misma y me sentí ridícula por algunas decisiones que había tomado con ella.
¿Cómo no iba a saber Marina que estaba enamorada de ella si cada gesto y cada palabra mía parecían estar destinadas a demostrárselo?
Sumida de nuevo entre nuestra historia y mientras me preparaba el segundo porro del día antes de comer había recordado que tras aquel primer verano en el que yo sólo me había limitado a echarla de menos y a centrar mis esfuerzos en que una de las noches en las que me pasara de cervezas no acabara escribiéndole ni llamándola había llegado de nuevo septiembre. Recuerdo también que el día uno de septiembre, cuando los profesores vuelven al trabajo, yo me iba con mis padres de vacaciones, Marina vivía fuera del pueblo donde estaba el instituto, que tampoco era el mío. Cuando iba por la carretera absorta mirando el paisaje caí en que podía cruzármela mientras ella se dirigía al instituto de nuevo y el corazón me dio un vuelco y una sensación cálida se apoderó de mis mejillas. En ese preciso instante reconocí sin duda alguna el coche con el que estábamos a punto de cruzarnos, era ella y, aunque la velocidad de ambos coches en dirección contraria no me permitió más allá del reconocimiento de su silueta y su característico pelo sonreí como si la tuviera en frente mía.
- Marina - había dicho sin darme cuenta en voz alta ante las miradas interrogantes de mis padres - que digo que nos acabamos de cruzar con Marina, que ya es uno de septiembre - les expliqué sin poder borrar la sonrisa de mi cara.
Ellos ya me habían escuchado en numerosas ocasiones hablar de ella y con ella en las ocasiones en las que estábamos preparando alguna cosa para el instituto y me llamaba por las tardes para aligerar un poco como ella misma decía.
Llegó el día de volver al instituto, mientras esperaba con Carlos, mi mejor amigo, en la puerta fumándonos un cigarro vi como entraban en el coche de Marina ella y Laura. Sonreí sin poder evitarlo lo que provocó que Carlos se riera de mi reacción. Cuando se bajaron del coche saludé con la mano lo que hizo que Laura viniera corriendo alegre hacia mi casi gritando mi nombre. Marina se quedó unos pasos más atrás y sacó el móvil sin moverse. ¿No me pensaba saludar?
Laura se abrazó a mi y me comió a besos, saludó también a Carlos con dos besos y entonces le hice un gesto con la cabeza señalando a Marina que unos metros por detrás ni siquiera nos prestaba atención.
- No se lo tengas en cuenta - me había dicho ella restándole importancia - ya te saludará, no creo que esté enfadada desde ya ¿no? ¿o es que ha pasado algo? - preguntó bajando la voz pero sin perder la sonrisa.
- No, nada... llevamos desde Junio sin hablar - contesté encogiéndome de hombros.
El timbre indicaba que era hora de entrar. Mi tutora de aquel curso fue pasando el horario que tendríamos con sus correspondientes asignaturas y los profesores que impartirían cada una. No me sorprendí demasiado cuando vi a Marina al lado de una de las asignaturas, pero si que sentí alivio pues algunos compañeros habían estado hablando sobre que habían oído que no nos daría clase ese año.
Pasó un día, luego otro, luego otro más... y así hasta dos semanas en las que Marina no se había dignado a saludarme lo que me cabreaba y me apenaba a partes iguales. Yo estaba convencida de que no habíamos acabado tan mal el curso anterior. Es cierto que no me ignoraba, al menos no del todo, simplemente me trataba como una más. En esas dos semanas tampoco es que hubiéramos tenido muchas clases con ella, quiero decir, no había entrado en materia, simplemente se había limitado a explicar en qué consistiría su asignatura y cómo la evaluaría y cuando sonaba el timbre salía corriendo como si no quisiera pasar más tiempo con nosotros, lo que empezaba a resultar raro hasta para mis compañeros que el año de antes habían gozado también de una buena relación en clase con ella.
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Me quedo contigo
RomanceAna es una chica de 26 años que canta en el grupo de versiones rock "Yonkola", su vida está dedicada a la música, la poesía y el abuso de drogas y alcohol al que somete su cuerpo cada fin de semana. Hace dos años llegó a Sevilla y fue allí cuando co...