La lista de la compra

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Desperté a la mañana siguiente y busqué a Marina a mi lado, en cierto modo no me sorprendió no encontrarla allí. Cogí mi móvil para mirar la hora y vi que era la una y media del mediodía. Encontré algunos mensajes de mis amigos preguntando si íbamos a salir esa mediodía y a qué hora. 

Salí de la habitación notando como me dolía levemente la cabeza, me sorprendió no ver a nadie en casa. Busqué por todas las partes de la casa pero nada, definitivamente estaba sola. Llamé a mi madre y me dijo que ellos habían salido, le pregunté por Marina y me dijo que no sabía que cuando ellos se fueron ella estaba todavía en casa. Me dispuse a llamarla a ella pero me pregunté si me cogería siquiera el teléfono. A lo mejor Marina llevaba en parte razón y yo la noche de antes no le había prestado demasiada atención, pero es que es difícil prestarle atención a alguien a quien parece que le incomodas... por otra parte tampoco le tendría que haber dicho que quizás si hubiera sido mejor que ella no hubiera venido. Me sentí mal y un pequeño vacío se instauró en mi pecho, odiaba discutir con Marina porque sabía lo dura que podía ser ella con su indiferencia y la importancia que le daba a estas cosas.

Me cambié de ropa y me bebí un vaso rápido de zumo. Entonces sí me decidí a llamarla.

- ¿La bella durmiente ha despertado? - escuché la voz de Alba al otro lado del teléfono.

- ¿Y tu tía? - me limité a preguntar.

- Está en el baño... ¿vas a venirte o le digo que te llame cuando salga? - preguntó ella. Suponía que no habían hablado o si lo habían hecho Alba no le había dado mucha importancia pues su tono de voz sonaba amable y risueño.

- ¿Dónde estáis? - pregunté poniendo los ojos en blanco.

Ella me contó que estaban en un bar que tenía una terraza muy amplia, se escuchaba mucha gente de fondo. La verdad es que no tenía muchas ganas de ver a nadie pero por otra parte pensaba que no ir sería peor. Me coloqué las gafas de sol y cogí lo necesario para salir de casa, en unos minutos me encontraba buscándolos entre las mesas, no me costó localizarlos cuando vi a Rafael levantarse hacia la barra. Llegué hasta ellos, Marina me miró a través de las gafas de sol cuando llegué hasta ellos e hizo una pequeña mueca con los labios parecida a una sonrisa.

- Buenas - dije pasando por detrás de Marina y acariciando levemente uno de sus hombros. Noté como se estremecía ligeramente.

Sergio y Lucas estaban muy animados, Alba hablaba con su tía entre risas. Rafael llegó hasta nosotros de nuevo y me dejó una cerveza en las manos. Me las vi y me las deseé para encontrar una silla pero al final la conseguí, fue él mismo el que se separó un poco quedando más pegado a Sergio para que yo me sentara al lado de Marina.

- Estamos diciendo que tu pueblo vive con mucha intensidad la feria - dijo Alba metiéndome en la conversación de forma risueña.

- Sí sí... que no os quepa duda... y eso que todavía no habéis visto nada, dale un par de horas a la gente y verás como se pone esto - afirmé sabiendo lo que pasaba cada año.

- ¿Y todavía no ha muerto nadie? - bromeó ella.

Reímos.

- Que yo recuerde no... resacas míticas de esas en las que hay gente que salga hoy y ya no vuelvas a verle el pelo hasta el lunes quizás - respondí yo.

- Y al tercer día resucitó de entre los muertos - se metió Sergio por medio alzando los brazos.

Volvimos a reír, incluso Marina.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora