Estuvimos picando algo, la verdad es que nos lo estábamos pasando genial, por supuesto allí no faltaba la música, de todo tipo, algunos se animaban incluso con sus temas propios y otros nos hacían bailar. Yo reconozco que bailar no era lo mío, pero bueno, hacía lo que podía. Marina estuvo incluso bailando con el director de la academia un tango, nunca la había visto bailar bailes de salón, de hecho no sabía siquiera que supiera hacerlo, tan bien digo. En ese momento deseé ser bailarina profesional también y sacarla a bailar cada noche.
- Hay muchas cosas de ti que no se, es verdad, entre otras que supieras bailar tan bien - dije cuando se acercó de nuevo hacia mi cogiéndola por la cintura.
- Gracias, sí, estuve varios años en clase de bailes de salón - me contó ella algo sonrojada - es lo que tiene tener más años que el sol, que me ha dado tiempo a aprender muchas cosas - dijo ahora con un deje de nostalgia.
- Pues que suerte que con todo lo que ha dado tiempo a vivir te de tiempo de estar conmigo - comenté acariciando su cara. Ella besó mi mano.
Cuando ya se estaba haciendo tarde y quedábamos, como yo solía decir, lo mejor de cada casa miré el reloj, era la una. Yo ya no tendría que trabajar más hasta septiembre pero Marina tendría que madrugar mañana y quería dormir con ella, esta noche no dejaba de sorprenderme y no le pondría mejor final.
- ¿Estás cansada? - le pregunté cuando nos sentamos un poco alejadas del resto.
- Un poco, pero sigamos aquí un ratito más - respondió ella antes de darme un dulce beso.
El sitio era precioso, la temperatura era sumamente agradable a esa hora, las luces de los cordones de bombillas amarillas que adornaban el lugar hacía que la estuviera viendo ahora a media luz. Podría quedarme mirando aquella imagen el resto de mi vida sin cansarme. Ella tenía cogidas mis manos entre las suyas.
- ¿Me dejas que te saque una foto? - le pregunté sonriendo.
Ella rió a carcajadas.
- ¿No me tienes lo suficiente vista? - preguntó a modo de respuesta.
- Pero hoy estás especialmente guapa... - respondí yo acariciando su pierna con delicadeza.
- Está bien, aunque me da un poco de corte una foto así, yo sola - se sinceró ella echándose el pelo un poco hacia atrás.
- Luego me hago una contigo, prometido, posa para mí, por favor - le pedí. Ella sonrió algo avergonzada y a mi me encantaba verla así.
Le hice varias fotos, me gustó particularmente una que la pillé desprevenida mirando hacia un lado, ella tenía las piernas cruzadas una sobre la otra y sonreía. Sabía que ella no era muy de fotos, de hecho teníamos pocas fotos juntas, sólo de momentos muy puntuales, algunas en mi pueblo y tal y otras con Yonkola en el pub y poco más a decir verdad. Luego me senté junto a ella, nos hicimos algunas fotos las dos, una de ellas besándonos que supe que la guardaría el resto de mi vida.
Poco después nos acercamos a los demás para decirles que nos íbamos, Claudia intentó retenernos un rato y Marina propuso que me quedara yo pero me negué, quería estar con ella, sólo con ella. Ella empezó a conducir en dirección a su casa. Yo tampoco había bebido tanto y hacía tiempo que no bebía nada pero aun así se empeñó en llevarlo ella. Cuando avanzamos un par de calles puse mi mano sobre una de sus piernas, la raja de su vestido quedaba a mi lado y yo no podía apartar la vista de ahí, en mi cabeza iban y venían distintos flashes de ella bailando, moviendo su cuerpo como si flotara sobre el suelo, lo mucho que estilizaba ese vestido su cuerpo, mis ganas de sentirla cerca, sin darme cuenta había movido levemente mi mano hacia el interior de sus piernas y la aparté cuando ella empezó a reír diciendo que le estaba haciendo cosquillas. Me giré hacia la ventana de mi lado riendo yo también. Ella imitó con su mano el movimiento que yo había hecho momentos antes y metió levemente su mano por debajo de mi falda, yo suspiré.
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Me quedo contigo
RomanceAna es una chica de 26 años que canta en el grupo de versiones rock "Yonkola", su vida está dedicada a la música, la poesía y el abuso de drogas y alcohol al que somete su cuerpo cada fin de semana. Hace dos años llegó a Sevilla y fue allí cuando co...