P.
El postre sabía mejor dos semanas después, cuando con Sofía, Zac y Vale fuimos a recoger mi premio.
Aún recordaba el rostro de Vale cuando nos vio llegar al apartamento cargándo sólo un sobre amarillo con papeles. Y la de mis amigos cuando les conté.Estupefacta. Así podía describir la reacción de mi hermana menor, Sofía y yo aún divagavamos sobre lo que había sucedido hace apenas media hora.
Ese domingo decidí hacer una videollamada con mis dos mejores amigos: Lau y Zac.Con Sofía haciéndome compañía en la habitación y dos rebanadas de pizza sobre el cartón, contábamos la anécdota de esta misma noche. Dónde yo, María José Garzón me había ganado un auto en el supermercado nuevo.
Laura se burló porque, mis más cercanos sabían una cosa: yo no sabía conducir.
Zac siguió con su burla diciendo que probablemente no alcanzaría a ver a través del vidrio por mi corta estatura. Y Sofía me defendió diciendo que ella me enseñaría a conducir y además iba a conseguir a un verdadero instructor de manejo.–Yo tengo una mejor idea.- Laura aseguró antes de mirar detrás de ella, donde Lucía se acomodaba para mirar a la pantalla. –Según Lu, Daniela es una excelente conductora y tomando en cuenta su crush con ella... Deberías a invitarla a ser tu chofer personal y pagarle con...
Lucía cubrió su boca antes de que terminara, Zac soltó una carcajada y Sofía apareció a mi lado creando un incómodo silencio. Sofía apretó sus dientes como cuando un problema de matemáticas no resultaba como creía y Lucía apretó su mano en el rostro de mi mejor amiga.
–¿Cómo van las cosas con Lucía?- Zac decidió preguntar desde el asiento trasero.
–Sigue siendo incómodo estar a solas con ella... aún piensa que estoy enamorada de Poché.
–Así es Lucía un poquito exagerada al hablar de sentimientos.- dije.
Laura y yo habíamos hablado dos días después, cuando se apareció en el nuevo apartamento con la excusa que necesitaba asesorías. Pero sabía cuál era su propósito; sí, yo era su mejor amiga, pero le preocupaba el bienestar de su hermana.
–Ya, dime que es lo que quieres saber.- le pedí dejando de lado los lentes que llevaba puestos. –¿Es por Sofía, verdad?- pregunté cerrando su libro para que me prestara atención.
–No, te he dicho que...- la miré mal, así aur sólo suspiró antes de hablar. –Ni siquiera sabía que mi hermana era lesbiana... O bisexual.- hizo una mueca. –Y no estoy en contra de eso, ya sabes tu lo eres y nunca te hecho sentir mal, ¿o sí?- negué, ella necesitaba desahogarse. –El punto es que nunca me lo contó, ni siquiera ahora cuando Sofía va a casa a hacer deberes y no se dirigen la palabra.
–Laur...- la llame tomando su mano. –¿recuerdas cuando tardé en decirte lo mío con Sarah?- ella asintió. –Es difícil, más cuando apenas lo estas descubriendo tú, cuando ni siquiera tu lo sabes.
–Además sabías que odiaba a Sarita.- se burló.
–El punto es que no es fácil decirlo a los demás... Conocemos a tus padres, son cabeza dura y a pesar de que me aceptan a medias, sería difícil para ellos.
–Sólo me hubiera gustado que lo hablara conmigo.- suspiró, así que me levanté de mi lugar y rodee la barra.
–Sofía tiene sentimientos hacia ella, puedes utilizarlo a tu favor...- me senté en sus piernas y la abracé. –Laur, no le digas que yo te lo he dicho, pero Sofia es una chica excelente pero también temerosa: ella y tu hermana son idénticas, así que encargate de cuidar ambos corazones.
–Y tú de que Daniela se dé cuenta de lo enamorada que estás de ella.
–... El punto es que aún sigue siendo incómodo estar a su lado, Laura lo ha hecho menos incómodo cuando decide aparecerse. Y al estar con las chicas Kim es más comprensiva que Daniela.
El móvil comenzó a sonar, Sofía apenas se había ido así que suponía que era ella. Respondí sin mirar el nombre y me sorprendí al escuchar la voz de Germán Calle.
–¿María José?- preguntó.
–Hola, Germán. ¿Cómo estás?- pregunté sentándome en la cama, desde ahí podía ver con más claridad la ciudad, a falta de cortinas para mi ventana.
–Bien, estoy yendo de vuelta a la ciudad.- se pausó. –Me enteré que en casa ha habido problemas...
–¿Daniela si te lo ha contado?- pregunté segura.
–¿El qué?
No, no le había contado. Y al parecer su madrastra se había adelantado a los hechos.
–Mi esposa me contó que tuvo problemas con Dani... Hablé con la madre de Daniela, dice que era problemática con su pareja... Poché.- me llamó como nunca lo hacía. –Yo quería pedirte un favor... ¿Daniela puede quedarse unos días contigo mientras intento arreglar los problemas en casa?
Cuando pensé que las cosas no podían ir peor, en realidad empeoraron. Germán no creía en la palabra de su hija como yo lo hacía, pero estaba segura que Daniela no aceptaría venir a vivir conmigo.
Obviamente acepté lo que pedía Germán, no podía decir que no por la sencilla razón que él era bueno conmigo y con mi hermana.
–Estás muy distraída hoy.- Sofía llamó mi atención cuando colocó su mano en mi brazo.
–Necesito encontrar un trabajo.- me escabullí con la misma excusa de siempre.
–ya tienes veintiuno, ¿no?- asentí con una ligera sonrisa. –El antro de mi tío busca bartenders, creo que una chica como tú le vendría bien.
–No sé nada de bebidas alcohólicas.- aseguré.
–Si quieres puedes aprender.- sonrió antes de seguir el camino al departamento.
El viaje fue relativamente corto tomando en cuenta que estaba muy metida en mis pensamientos.
¿Qué tan contraproducente sería trabajar en un antro-bar?
