P.
Nada más escuchar como un bebé lloraba dentro de la habitación, mi corazón dio un vuelco.
No quería acercarme mucho, así que me quedé donde la enfermera había preparado la zona para la limpieza de la pequeña. Miré como el médico levantaba a la pequeña y la dejaba sobre los brazos de la enfermera.
–Es una niña.- dijo la enfermera nada más acercarse hasta donde me encontraba. –Nació hoy, dieciséis de noviembre a las doce con cinco horas, midiendo 49.53 cm y pesando 2,763 kilogramos.- dijo antes de colocar una pequeña pulcera en su mano.
Mis ojos no podían separarse de aquél pequeño ser, era tan pequeño, que le hizo recordar a su hermana.
–¿Quiere tomarla?- dijo entregándole a la pequeña, la aceptó con cuidado. –Venga, salgamos.- dijo antes de hacer una seña al doctor. –La pequeña se encuentra aparentemente bien, igualmente la llevaré al área de neonatos para hacer una revisión más a fondo, pues sabe que no se cumplieron las semanas debidas.
Aquella mujer rubia se calló, así que pudo disfrutar unos segundos para contemplar a la pequeña.
Su cuerpo pequeñito se mantenía en calma sobre los brazos de la veinteañera, mientras una de sus pequeñas manitas tomaba su dedo índice. Sonrió cuando de su boquita escapó un bostezo antes de abrir sus grandes ojos.
Sus ojos castaños apuntaron hacía mí haciendo que mi corazón diera otro vuelco.
En ese mismo instante, me juré que nada malo te pasaría, que aunque eras una desconocida mi corazón y mi piel decía que ya te conocía. Sé que no pueden controlar el destino, pero sé que te voy a enseñar lo que es ser amado de verdad, no importa si no es recíproco, lo haré.
–Señorita... Tengo que llevarme a la niña a cuneros.- dijo la enfermera rompiendo aquél encanto.
–¿C... Cómo está Daniela?- se atrevió a preguntar, no lo había hecho por miedo a tener una mala noticia.
–Ella está mejorando, aún sigue inconsciente por lo que le dieron, pero estoy segura que ella saldrá, es muy fuerte. Su novia estará bien.- dijo con una pequeña sonrisa antes de salir se aquél pasillo cargando a la pequeña.
Novia. Repitió una y otra vez en su cabeza, sonrió muy poco, pero lo hizo. Se hizo camino hasta la habitación donde estaba esperando la mamá de Kim.
–Es una niña preciosa.- dijo en cuanto la tuvo enfrente y ahí, abrazando a una desconocida, recordó a su madre. Sonrió sintiendo sus ojos húmedos antes de separarse. –La llevaron a cuneros, la revisarán mejor. A Daniela la traerán apenas terminen la intervención... Ella no tuvo la oportunidad de verla y...
–Ella estará bien, es fuerte. Y está en buenas manos.- dejó una caricia en su pelo, y una sonrisa se plasmó en los labios de la mujer mayor. –Vayamos a verla, cuando volvamos ella ya estará aquí.
Narrador Omnisciente.
Y como si de una promesa se tratara, veinticinco minutos después, en la habitación blanca, Daniela estaba abriendo sus ojos, le dolía todo y un vacío se instalaba en su vientre.
Lo último que recordaba era mirar sangre saliendo de ella; había visto miles de vídeos donde después de eso se venía un aborto espontáneo. Así que en silencio mientras acariciaba su vientre hinchado, dejaba que sus sollozos se escucharan en aquella habitación.Estaba sola, mirando una mochila negra que le era conocida. Pero aún así se sentía sola, vacía y triste.
Por el pasillo, con el reloj casi marcando la una de la madrugada, se despedían dos mujeres con la promesa de llamar en caso de que algo sucediera. La mamá de Kim se fue con una sonrisa sabiendo que Daniela estaba en buenas manos, María José sonreía por tener a aquella pequeña en sus brazos.