32. ¿Estamos bien?

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Narra Daniela.

Cuando abrí los ojos, la habitación estaba vacía, el vino y las copas seguían sobre la mesita de noche y podía escuchar la risa de Emma, Valentina y Poché. Busqué con mi mano el móvil y me di cuenta que no tenía ninguna llamada perdida, seguía con la misma ropa de anoche, así que sí: había sido un mal sueño.

De repente el miedo de ser descubierta llegó y junto a él unas inmensas ganas de llorar, ¿cómo iba a decírselo?

Me levanté de la cama y cogí una muda de ropa limpia, pronto entré al baño.

Cuando el reloj marcó las 16:29 horas del sábado, salí. Mis ojos estaban hinchados debido a las lágrimas que solté dentro de la regadera, el móvil comenzó a sonar en la habitación y pronto escuché a alguien entrar, salí encontrándome con María José agarrando el móvil.

–Déjalo.- pedí en un susurro. –No quiero hablar con nadie.- aclaré cuando me enseñó la pantalla, era Kim.

–¿Cómo dormiste?- pregunto ella acercándose hasta donde estaba, sus brazos pronto me rodearon.

–Lo siento...- Murmuré y mis ojos nuevamente fueron agua.

–Esta bien... ¿exactamente por qué te disculpas?- ella me tomó de los hombros y me separó, bajé un poco la mirada para mirarla a los ojos.

–Tuve un sueño...- comencé, ¿cómo le decía? –Era más bien algo que seguramente pasará en un futuro si no soy sincera contigo.- ella me miró confundida.

–Me estás asustando.- me llevó hasta la cama y nos sentamos frente a frente.

–Poché yo...

–¡Ya está el pan!- gritó Valentina desde la cocina.

–Esperame un segundo.- besó mis labios y luego salió de la habitación.

Me tiré contra la cama, mirando el techo. No quería darle tantas vueltas al asunto, debía ser sincera.

–Valentina esperará a que el pan este frío para decorarlo.- habló y luego imitó mi posición.

–Te he mentido.- solté sin mirarla esta vez. –Hace tres meses... Hace tres meses le dije que sí a un chico porque pensé que nunca seríamos nada y...- la miré cuando comenzó a reír, fruncí el ceño confundida.

–Lo siento yo...- ella cubrió su sonrisa, estaba demasiado confundida.

–¿Por qué te ríes?

–Calle... La tarde que fuiste a hablar con tu padre, la noche en el bar... Nathasha te miró en ambas con un chico, ella no sabía que nosotras éramos algo y me dijo anoche.- me senté sobre el colchón, estaba demasiado confundida. –Por eso no te pedí ser mi novia, porque sabía que estabas con alguien más.- se levantó de la cama y caminó hasta el escritorio doble que había en la habitación, junto al armario. –No voy a gritarte por eso, no somos nada oficial, pero... Creo que deberías de saber lo que tu novio hace cuando tú bailas y coqueteas conmigo.

Dejó el móvil en mis manos, la conversación con Natasha estaba abierta y al final, unas fotografías de Juan Pablo con una chica.

Suspiré aliviada mientras las miraba, antes de entregarle el móvil un mensaje llegó, AK.

–Te han enviado un mensaje.- le entregué el móvil. –Lo siento...- la miré desde mi posición, ella estaba parada frente a mí.

–Esta bien.- ella sonrió tomando mi mano y enlazando nuestros dedos. –No somos nada, no nos debemos fidelidad después de todo.- aquello había dolido, pero era verdad.

–¿Puedes abrazarme?- pedí un poco avergonzada. Ella asintió antes de agacharse para abrazarme. –¿Estamos bien?- pregunté aún en el abrazo.

–Borrón y cuenta nueva.- susurró en mi oído antes de besar mi mejilla. –Gracias por ser sincera... Me hubiera gustado que fuera desde el inicio pero... Igual lo agradezco.

El resto de la tarde las chicas prepararon un pastel mientras yo hacía botanas y preparaba limonada. De vez en cuando encontraba a Poché mirándome, luego sonreía y volvía a mirar a donde preparaba el pastel con Valentina.

Mis pensamientos estaban en todos lados, estaba confundida y molesta por lo que JP había hecho, aunque yo había hecho prácticamente lo mismo.

–Deja de darle vueltas al asunto...- Poché murmuró como despedida antes de besar mi frente e irse.

No quería darle vueltas al asunto pero no podía parar.

–Vale, iré a casa de Sofía por un libro, llevaré a Emma, vuelvo en una hora.- avisé mientras tomaba mi bolso y enviaba un mensaje a Juan Pablo.

–Deja a Emma, puedo cuidarla, las chicas vendrán en media hora.

–La llevaré conmigo, gracias Vale.- dejé un beso en su frente y acomodé su cabello, Valentina me regresó la sonrisa y se despidió de Emma. –Si necesitas algo, llámame de inmediato y vendré lo más rápido que pueda.

–Estoy bien, no te preocupes.- ella me sonrió antes de cerrar la puerta detrás de mí.

Tenía que aclarar las cosas con Juan Pablo.

Narra Poché.

–Jamás me había sentido tan traicionada.- Laura me miró, seguía sin creer lo que Daniela había hecho. –Pero... No soy una perita en dulce, también hice una cosa de la cual no me arrepiento del todo...- Laura abrió sus ojos y comenzó a toser.

Natasha nos miró desde el fondo riendo, estábamos terminando de arreglar nuestra barra para cuando abrieran el bar.

–el puto hielo.- susurró mientras golpeaba su pecho, segundos después se recompuso. –¿Qué hiciste que no te arrepientes?

–No es de lo que estoy pensando...- Natasha se acercó.

–Hasta ella, a quien por cierto acabas de conocer, sabe más de tu vida sexual y amorosa que yo.- Laura me miró mal.

–Sólo me imagino lo sexual, tú te encargas de su vida amorosa.- señaló Natasha mientras quitaba el vaso que había tallado, por más de veinte minutos, con la franela.

–Bueno, sí.- ambas me miraron. –Nat, ¿recuerdas a esta chica que hiciste que me esperara luego de la jornada?- Natasha asintió. –Su nombre es Karen mexicana viviendo en California. Veintidós años y demasiado curiosa.- la descripción estaba dirigida a Lau, que me miraba con los ojos entrecerrados. –Lau, Nat se encargó de que la chica se quedara luego de que se acabó todo. Al salir, estaba esperándome y fuimos a su auto... El resto lo saben.

–Pero... Tú y Dan ya lo estaban intentando, ¿qué no?- Natasha miró a Laura y luego a mí.

–¿Por qué no me dijiste que salías con alguien más?

–Porque no era oficial, estábamos intentándolo.

–Eres de no creer, María José.- Natasha me miró con una sonrisa antes de abrazarme, Laura se montó en la barra para separarnos mientras fingía estar molesta.

–Ella y yo estamos bien.- aseguré cuando las dos me abrazaron.

ELSKER DEG; cachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora