Narra Poché.
La música en el auto indicaba a la persona que eligió la música, o sea yo. Michl cantaba mientras Emma se distraía mirando por la ventana y jugando con su chupete. Valentina graba de vez en cuando el paisaje, Daniela seguía de cerca el auto de la familia Valencia y yo admiraba a Daniela y su perfil casi perfecto.
Aunque para mí la palabra 'casi' estaba demás, ella odiaba que dijera que era perfecta.
-¿Conoces la cabaña?- Daniela habló mirando al frente.
-Fuimos una vez, era nuestra primera navidad a solas, no queríamos ir con Melisa a la playa, así que nos quedamos en casa. Iba a preparar algo para que Vale y yo cenáramos pero Juli llegó al edificio diciendo que empacaramos rápido porque sus padres nos esperaban abajo.
-¿Cómo fue?
-No tan triste como imaginé, de hecho recibimos regalos por parte de los Valencia, fue lindo.
-Y ahora seremos más.
-Sí... Valentina y Juli se quedaran en una habitación, tu y yo en la de afuera y los esposos en la más grande. Aunque insistieron en que nosotras podíamos quedarnos en esa.
-No, que pena. Es de ellos.- Daniela me miro unos segundos. -¿Cuánto falta para que lleguemos?
-Media hora, como mucho.- respondí antes de comenzar a cantar las canciones que había elegido.
La cabaña seguía igual, las personas que la mantenían se mostraron felices de volvernos a ver a Valentina y a mí.
–¿Y esta muñequita?- preguntó apenas miró a Emma, ella rió mientras tomaba uno de los dedos de la señora de limpieza. –Guapa.
Luego de una platica de reencuentro con los esposos, nos separamos y llevamos la pequeña maleta donde estaba la ropa mía, de Daniela y de Emma. La habitación era pequeña, tenía un armario pequeño y a un costado estaba la puerta que daba al baño, el cual también era pequeño; había una pequeña ducha, un váter y el lavamanos.
La cama era grande, y frente a la ventana estaba un pequeño sillón. La vista era increíble, el bosque estaba rodeando la casa y a un par de metros podían verse las luces de la cabaña que estaba enseguida.
–Es muy acogedora.- Daniela recostó a Emma en la cama y ella se acomodo para dormir.
–Lo sé, jamás me había tocado estar en esta habitación, es más linda que la que compartía con las niñas.- reí recordando las noches intentando callar las risas de mi hermana y su mejor amiga.
–¿Crees que mis padres hablen por navidad?- preguntó ella deshaciéndose de sus botas.
Levanté los hombros manteniéndome de espaldas, sacaba mi ropa para acomodarla en los ganchos.
–Probablemente.- dije minutos después. –Aunque no puedes esperar mucho... Digo, se que es difícil, estamos hablando de tus padres pero... Todos nos decepcionan en algún punto.
–¿Te han decepcionado?
–Cientos de veces.- dejé de acomodar mi ropa y la miré. –Mira, es muy difícil porque siempre tenemos expectativas sobre las personas que apreciamos. Pero creo que uno aprende a no esperar mucho, sin importar lo que te esfuerces, alguien te va a decepcionar.
–¿Te he decepcionado?- lo pensé, mordí mi labio inferior y di media vuelta para seguir acomodando la ropa. Escuché un suspiro de su parte y luego como se acomodaba en la cama.
–Sí.- dije terminando de doblar mis pantalones y colocarlos en un cajón. –Cuando no me dijiste que salías con... ¿Pablo?- volví a verla de reojo mientras tomaba la ropa de Emma para acomodarla también.