Narrador Omnisciente.
–¡Buenos días!- Daniela susurró cuando su compañera de cama despertó, el reloj apenas marcaba las 9:10 de la mañana, y aunque Daniela debía estar en la universidad para su primera clase, la semana sería distinta.
–¿Qué haces aquí?- María José preguntó mientras se estiraba sobre las sábanas desatendidas.
–Esta semana el señor Morgaro no nos dará la clase, Valentina ya se fue y Emma está en la estancia.
–¿Qué hora es?- preguntó Poché sentándose.
–las nueve con once.- Daniela pasó por encima de la chica para caminar hasta el armario. –Mi primera clase es a las once y media, así que podemos desayunar juntas.
–Tengo clase en diecinueve minutos.- Poché se dirigió al cuarto de baño, la puerta quedó abierta así que la otra chica siguió sus pasos.
–¿Te vas a duchar?- preguntó mirándose en el espejo, la otra chica estaba acomodando la toalla cerca de la bañera.
–Sí, y esta vez sola.- recordó mirándola de reojo. –¿Puedes hacerme pancakes? Valentina tiene razón cuando dice que a ti te quedan mejor.
–Oh, por Dios.- me miró con una gran sonrisa. –Le diré que lo admitiste.- celebró antes de salir con el rostro limpio.
–Nunca lo diré frente a ella.- gritó Poché por última vez antes de que el agua golpeara su cuerpo.
En sus pensamientos, la última semana se reproducía. La platica con Daniela sobre el nuevo rumbo de su relación fue buena, habían pactado nuevas "normas" para la relación que tenían, según Daniela, quería hacer las cosas bien con Poché, pero aún existían dudas en la última de las chicas.
Daniela, por otro lado, sonreía ante los recuerdos de las tardes anteriores. Hablar con María José sobre sus sentimientos y errores había sido placentero, más porque Daniela se había dado cuenta que podía confiar en Poché más de lo que imaginó. La chica era alguien especial en su vida y le enseñaba bien de todo lo que sabía.
Aprendían juntas, y eso le encantaba.
–Algún día lo admitiré...- Poché llegó a lado de Daniela vestida de una forma extraña; una blusa de linda de vestir y unos shorts deportivos. –Es mi primera clase de Francés avanzado.- señaló cuando Daniela la miro evitando reír.
–Quisiera tener mis clases virtuales como tú.- Daniela hizo un puchero mientras terminaba de preparar el último pancake.
–No, créeme que yo extraño mucho mis clases presenciales.- admitió la mayor con una pequeña sonrisa.
–¿Tomarás verano para la próxima? Aún recuerdo tu estrés en el verano pasado.- Daniela le entregó el desayuno a Poché y pronto la acompañó con su plato de huevos a la barra, donde la computadora de Poché ya estaba lista desde la noche anterior.
–Tal vez sí, quiero graduarme en tiempo y forma, además he estado mirando otras licenciaturas que puedo tomar también en línea. Obviamente lo haré después de terminar esta.
–Me encanta...- Daniela susurró.
–¿El qué?- Poché la miró, dio una mordida a su desayuno haciendo sonreír a la más joven.
–Tú. Completamente.- tomó una pausa para beber de su jugo. –Estás dispuesta a aprender más de lo que sabes, tienes tus sueños trazados y... Cada paso que das es seguro.
–No es seguro pero... Es lo menos que puedo hacer por mí, arriesgarme sin arriesgar mucho a los de mi alrededor.
–Por cierto, ya aceptaron las dos cuentas de ahorro tuyas.- Poché sonrió mientras aplaudía. –Un granito de arena más para tu gran castillo.