Dedicado a: aaaaanntoo
Narra Daniela.
Amsterdam era hermoso, incluso mejor que en las fotografías que había en internet.
Apenas bajamos del avión los nervios llegaron a mí de forma automática. La misma canción rondaba en mi cabeza desde la semana anterior, cuando fue el día se mi graduación.
Tenía una sorpresa preparada para Poché, una que esperaba dura de su agrado.–También podemos conocer la casa de Ana Frank.- Poché me sacó de mis pensamientos mientras terminaba de acomodar nuestra ropa en el pequeño armario de la habitación.
–O podemos quedarnos en la cama durante todo el día.- me puse de rodillas contra el colchón de la cama.
–Amor... Estamos aquí para conocer nuevos lugares.
–Hay partes de tu cuerpo que no conozco aún.- dije causando que ella riera y negara.
–Saldremos a conocer la casa de Ana Frank, y también iremos al río donde van August y Hazel Grace.
–¿Es aquí en Amsterdam?- dije fingiendo seriedad.
Poché me miró con seriedad, estaba enojándose un poco. –¿Por qué nunca pones atención a las películas que te muestro?- aventó la maleta al fondo del armario causando que yo riera con suavidad. –¿Te estás burlando?
–¿Tomaste tus pastillas, Poché?- me levanté de la cama para intentar acercarme un poco. Me alejó con sus brazos pero aún así me acerqué lo suficiente para rodearla. –Amor, era una broma... Iremos a la banca donde Hazel Grace y August se sientan.
Luego de eso nos acostamos en la cama mientras buscábamos algún restaurante lindo para cenar, teníamos una semana para nosotras dos antes de que ella tomara su rumbo para vivir en California. Había sudo una decisión difícil pero era algo que teníamos que hacer si queríamos cumplir nuestros sueños.
–¿Estás lista?- preguntó, terminé de empacar mis cosas en el pequeño bolso antes de dar media vuelta y sonreír.
–Conozcamos la famosa casa de Ana Frank.- besé sus labios antes de enlazar mi mano con la suya y sacarla de nuestra habitación.
Definitivamente sería difícil imaginar una vida sin Poché, y es que la vida jugaba de formas tan misteriosas que hacía que cada día que pasaba yo me replanteaba mi vida de formas distintas. El "¿qué hubiera pasado sí...?" aún rondaba mi cabeza, y eso no significaba que no quería a la chica que ahora me arrastraba por las calles de Amsterdam, sino que me hacía pensar en lo diferente y difícil que podría haber sido mi vida si no me hubiese dado cuenta de mis errores.
Luego de visitar la famosa casa de Ana Frank, Poché no dejaba de hablar de la historia de la chica y del holocausto; eso era lo que amaba de ella, la pasión con la que explicaba las cosas que a ella le gustaban. No podía dejar de mirarla, incluso cuando solamente se concentraba en admirar las obras en el museo de Rembrandt.
Yo era una chica de admirar, y la admiraba a ella incluso más que a cualquier artista. Era mi perdición y a la vez mi salvación.
Estaba decidida a hacerla feliz por el resto de nuestros días, sin importar nada ni nadie. Quería formar un futuro a su lado y también quería que fuera aquella que me veía triunfar en lo que yo amaba. Diseñaría cada rincón de nuestro hogar y también pediría ayuda a Lucía porque era una excelente diseñadora.
–¿Entonces?- Poché me miró con seriedad, intenté no reír porque no había puesto atención a nada de lo que había dicho.
–Perdón, no te estaba prestando atención.- ella me miró con sus brazos cruzados bajo su pecho.
–Estás muy distraída desde que llegamos.
–Es sólo que... ¿Vamos al río? Quiero sacarte unas fotografías.
–Pero la fotógrafa soy yo.- dijo señalándose. Reí con suavidad antes de tomar su mano y salir del museo. –¿Alguna vez pensaste en tiene otro hijo?
Aquella pregunta me había tomado por sorpresa, mis pasos se detuvieron de repente causando una suave risa en ella.
–No estoy embarazada.- se acercó para mirarme, su diestra se acomodó en mi mejilla, su toque calido causó que sonriera con suavidad. –Pero... Con Vale siempre hablé de tener hijos, si no encontraba a alguien con quien tenerlos, lo haría por mi cuenta.- ella se separó para incitarme a seguir con nuestro camino.
–¿Inseminación artificial?- pregunté curiosa luego de unos minutos de silencio.
Asintió antes de mirarme. –No dejaría que alguien metiera su pene en mi vagina... Digo, no voy a amar al chico, además sería extraño sólo tener sexo con alguien hasta quedar embarazada.
Reí mientras negaba. –¿Con quién más lo has hablado?
–Con mi médico y el psicólogo. Dicen que soy lo suficiente madura para tenerlo, mi enfermedad no afectaría al bebé...
–¿Hay un 'pero'?- dije mirándola, nuevamente asintió.
–Tendría que dejar mis medicamentos.
–¿Por cuánto tiempo? ¿Sólo los nueve meses?- Poché negó, habíamos llegado al río que tanto mencionaba.
Estaba lleno de personas yendo de aquí a allá, tomándose fotos y otros comiendo sobre el césped, una pareja de chicas hablaba en una de las bancas que había cerca.
–Dos años.- habló nuevamente llamando mi atención. –Tengo miedo, Calle.- reconoció, hice un sonido con mi garganta para que siguiera hablando. –No sobrevivir durante ese tiempo, hacerle daño y... Morir.
–Puedo tenerlo yo.- dije sin pensarlo. Ella me miró con seriedad esperando a que yo dijera que era una broma. –Sé lo que es estar embarazada, además creo que yo me veré mejor que tú en esa situación.- bromeé causando una sonrisa en ella.
–Estás loca.- dijo soltando mi mano para caminar más cerca del río.
–Por ti.- aseguré mientras la seguía. –Creéme que por ti haría lo que sea, siempre te lo he dicho...- era el momento indicado, no podía esperar hasta la cena. –Si pudiera cantarte una canción en este momento, definitivamente sería The One de Kodaline porque dice todo lo que yo no pudo decir.- Poché me miraba con confusión, suspiré pensando en el discurso que había preparado. –Yo sé que al principio parecía que nuestra historia no tenía el mejor rumbo, pero... Cautivaste completamente mi corazón cuando te miré con Emma en los brazos y yo... Al principio tenía tanto miedo de entregarme, aún sabiendo que a tu lado no me haría falta nada yo... Traicioné tu confianza y eso es algo que no me perdono, y probablemente nunca lo haré pero estoy segura que nunca más volveré a traicionarte porque estoy segura que tú eres la indicada, y éste anillo de promesa que me entregaron So y Lu, estoy segura que puede ser sustituido por uno de compromiso y luego de matrimonio.
–Calle...
–Déjame terminar, por favor.- dije acercándome un poco más a ella. –Sé que tú prometiste decirme te amo en cualquier idioma que aprendieras, pero... Tambien quiero ser yo la que te dé momentos felices y llenos de amor... Eu te amo, Poché... Y como tú te has tardado un montón.- reí nerviosamente mientras buscaba dentro del bolso la cajita con dos anillos de compromiso. –¿Quieres casarte conmigo?- cuestione mientras me hincaba sobre el pasto.
Parecía que la canción sonaba de fondo mientras Poché asentía frenéticamente; me levanté con lágrimas en los ojos para sacar los anillos y colocarle uno a ella.
Estaba hecho, me casaría con la chica de mi vida.