Narra Daniela.
El almuerzo estaba casi listo, Emma me hacía compañía en su corral mientras jugaba con sus muñecos.
–Volví.- la voz de Valentina se escuchó por el apartamento. –¡Hola Emma!- saludó acercándose a la chica para besar su cabeza.
–Aún no sé despierta.- avisé a Valentina, ella estaba husmeando en el pasillo, levantó los hombros antes de acercarse hasta donde estaba.
–¿Puedo probar?- preguntó señalando con su índice la sartén donde estaba la salsa.
–Por supuesto.- respondí dejando en sus manos el cucharón con el que estaba preparando dicha salsa. –¿Cómo te fue con Juli?
–Bien, estamos listas para mañana.- sonrió antes de hacer un gesto de satisfacción por la salsa. –Creo que ahora será lo único que comeré.- me entregó el cucharón antes de caminar a barra y subirse en ella.
–¿quieres hablar de algo?- pregunté con una sonrisa antes de recargarme en una la alacena de enseguida.
–Es sólo que... Todo es tan bueno últimamente que tengo miedo que algo se rompa.- miró sus manos enlazadas. –Me da miedo que esto sea un sueño, que Emma no sea real o que tú no lo seas. Ahora ustedes son una parte importante en mi vida... En la mía y la de mi hermana.
–Somos reales, lo prometo.- dije apagando la sartén y luego acercándome a ella. –¿Por qué tanto miedo?
–No lo sé. Tal vez porque estaba acostumbrada a ser feliz sólo con mi hermana y mis amigas.- se pausó por unos segundos antess de continuar. –Dani, eres demasiado importante para mi hermana y yo... Sinceramente no la había visto tan enamorada de alguien como lo está de ti, ella es una excelente mintiendo, puede parecer que no te quiere pero en su cabeza está creando miles de escenarios con los cuales hacerte feliz... Ella me pidió cuidar de Emma anoche para que tú te divirtieras.
–Yo tengo miedo...- confesé sintiéndome más pequeña frente a la chica de diecisiete años. –Tengo miedo de lo que pueda decir la gente, de que me juzguen, de que mi madre se entere y quiera quitarme a Emma... Ella es tan criada a la antigua que...
–¿Por qué no la haces feliz aquí, dentro de casa?- ella preguntó con una sonrisa. –Digo, mi hermana no es de las que adore las demostraciones de amor en público.
–¿Por qué lo haces?
–Sólo quiero verlas feliz.- sonrió con cariño antes de saltar de la barra y luego abrazarme. –Estoy muy feliz de que ahora no seamos sólo dos en este apartamento.- susurró en mi oído.
–Estoy feliz de que nos hayan aceptado.- respondí sintiendo mis ojos aguarse.
–Ahora, ve a despertarla para almorzar.- se separó sonriendo, caminó hasta el corral donde Emma estaba y se metió junto con ella.
–Vuelvo con ella.- avisé, entré a la habitación donde Poché aún dormía.
Decidí no despertarla, así que rodee la cama y me acosté a su lado.
Su cabello estaba en todo su rostro, sonreí ligeramente mientras mis dedos acomodaban su cabello.–¿Poché? Cariño... Son casi las dos de la tarde.- Murmuré sacudiendo con suavidad su cuerpo. Aún estaba dormida, así que decidí volver a moverla. –Poché, levántate.- dije nuevamente.
Se cubrió el rostro con la sábanas mientras se removía debajo de estas.
–Voy...- murmuró con cansancio, segundos después quitó la sabana fe su rostro mostrando sus ojos pequeños debido a lo mucho que había dormido.Reí un poco antes de acercarme a ella, dejé un beso en su mejilla antes de sentarme a su lado.
–Quiero que lo intentemos.- sentencié sin más, su rostro parecía sorprendido. –Quiero hacer las cosas bien.- aclaré y antes de continuar, mi móvil comenzó a sonar en el mueble donde estaba el televisor, ni siquiera recordaba en que momento lo había colocado ahí.