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Luego de que termináramos el primer vídeo para mi hermana, Daniela se fue. La tarde nos había cogido felices y tranquilas, el hecho de no tener que ir a trabajar era algo que no siempre disfrutaba. Pero esta vez era diferente.
Y fue sorprendente los siguientes días, Valentina había sido descubierta por más de 1,000 personas en la primera semana. Esto gracias a que Juli y Daniela la compartieron en diferentes redes sociales. Estaba feliz con eso, me hacía feliz eso.
Mis sentimientos confusos por Daniela seguían ahí, esperando a ser tratados para dejarlos libres o encadenarlos en el fondo de mi corazón. Sabía que algo pasaba, y lo corroboré a tan solo una semana para su cumpleaños.
La universidad estaba yendo bien, mis actividades habían tenido un destacado en cada una de ellas y ya estaba preparándome para la presentación de mi proyecto final.
La notificación de que el ahorro que mis padres habían hecho para mí había llegado esta misma mañana. Estaba muy emocionada porque sabía que era lo que haría con una parte del dinero. Tal vez no era mucho, pero estaba segura que lo usaría de la mejor forma posible.
Los dos toques al timbre del departamento de la madre de Juli se escucharon al otro lado de la puerta, necesitaba un poco de apoyo emocional en este momento.
–¡Machu!- aquél apodo no me molestaba, en absoluto, pero aún no podía acostumbrarme a él. –¿Qué te trae por aquí? Pasa.
Y entré, dispuesta a hablar de lo que sentía y mis planes, tal como la psicóloga me había propuesto.
–Yo... Mira - comencé cinco minutos después, cuando se sentó en el sofá ofreciéndome un vaso de jugo natural de naranja. –Verás, que el ahorro de mis padres me llegará cuando comience el siguiente año.- ella sonrió, seguramente Vale le había mencionado algo. –Y yo quería hacer un cambio en nuestras vidas, no soy la mejor para esto, no tengo conocimiento de nada. Sólo sé que el dinero es poco pero servirá para algo.
–¿Qué quieres hacer?- preguntó con una pequeña sonrisa en sus labios.
–Quiero que Vale y yo nos mudemos.- confesé. –Hemos vivido ahí por un tiempo, pero creo que ya es hora de cambiarnos a un lugar más grande. Ya no es justo que estemos en la misma habitación.- reí, pues sabía que mi hermana necesitaba su espacio.
–Tienes razón.- afirmó. –¿Has visto algo que te guste?
No, de hecho no había visto nada. Negué.
–No, es que no sé donde buscar.- Sonreí tímidamente.
–A dos pisos arriba,- comenzó. –Están desocupando un departamento, es muy espacioso. Obviamente el espacio hace justicia al precio, pero creo que es muy lindo; mira, puedes dejarme esto de las citas a mí, yo buscaré algo para ustedes.
Sonreí, sabía que podía confiar en ella. –Muchas gracias.- susurré acercándome para abrazarla. –En serio, es un gran apoyo para mi hermana y para mí.
–Ustedes son como mis hijas también, así que las apoyaré siempre.- susurró y dejó un beso en mi frente.
Luego de salir de aquél departamento, caminé hasta llegar a mi trabajo. Necesitaba pensar que iba a hacer para regalarle a Daniela, ella había preparado una sorpresa en su cumpleaños cuando no debía hacerlo.
Con esos pensamientos, llegó a la cafetería, donde casualmente estaban las amigas de Daniela.
Sonrió antes de pasar de largo hasta la caja, donde Nela terminaba su turno. Esta tarde sería diferente ya que su mejor amiga la acompañaría.