Jungkook

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Sus labios eran suaves y fríos, de un ligero color azul grisáceo que a la distancia no pudo notar bien. Pero ahora a menos de un par de centímetros cada aspecto de ellos era evidente. Incluso su forma, abultada y esponjosa, tan tentadores y deliciosos. Si, deliciosos, porque los había probado por primera vez y se sintió más vivo que nunca.

El sabor era tan único como su dueño, era un sabor salado y cristalino aunque no sabía que significaba eso, era solo la sensación que le daba, el hecho era que Jimin sabía a mar, o mejor dicho a lago.

No entendía como pero las sensaciones eran fuera de ese mundo. Desde el primer instante en que sus labios se tocaron una descarga le recorrió la carne y el cuero dejándolo a la deriva y deseando más. Sus fríos labios contra sus propios cálidos y palpitantes, se sentían arder, como siempre que sus pieles se tocaban, Jimin le hacia arder en llamas invisibles con la frialdad de su cuerpo sin vida. Se vio en el paraíso y el infierno, se sintió en medio de ambos y supo que era porque ese beso era un placer prohibido para ellos.

Estaba mal, muy mal y se sentía bien, tan jodidamente bien, que solo un roce no era suficiente y se vio en la necesidad de más.

Jimin tampoco se negó cuando tomo la iniciativa de mover sus rosados labios contra los azules.

Fueron los mejores minutos de su vida hasta que se termino.

—¿Volverás... Cierto?— Preguntó temeroso de la respuesta del fantasma.— Si.— se rindió desapareciendo justo cuando el primer rayo de luz brillo en el cielo. Dejándole solo nuevamente pero con la esperanza y felicidad de que Jimin volvería a él una vez más.

De camino a casa Jungkook pensaba que el tiempo corría demasiado rápido a veces, justo cuando deseó que la noche durará para siempre, amaneció. Pero eran cosas irremediables, tan irremediables como sus sentimientos.

Con el reflejo del alba en las aguas Jungkook pensó en las mil razones por las que estaba mal lo que sentía y por consiguiente lo que había hecho. Pero no es necesario escribirlo porque al final poco le importaba a Jungkook, lo único que en este momento le importaba era que Jimin le había correspondido el beso, que había recuperado a Jimin y alguna manera se sentía mas cercano aún.

La piezas empezaban a encajar dentro de su corazón y empezaba a sentir los cambios en su interior. La sensación de flotar en el agua, sin ruidos que le perturbaran, sin movimientos que le hundieran, calma, pero aún había un asunto que aún no lo dejaba estar en completa paz.

Cuando llegó a su cuarto lo primero y único que hizo fue tirarse en la cama y cerrar los ojos en intentar dormir. Agradecía desde el fondo de su alma que ese día fuera su día de descanso.

—¿Jungkook?— La voz de Jin impidió que se sumiera en sueños y con algo de pesar y cansancio se medio levantó en la cama para ver a su primo.

—¿Si?— su voz sonaba ronca por el sueño.

—¿Dónde estuviste anoche?— Preguntó con disimulada preocupación. Jungkook quiso maldecir por lo bajo, había desaparecido toda la noche sin avisar y en algún momento de la noche su celular se apago porque se había descargado.—¿Por qué estás todo lleno de lodo y hojas?— Preguntó esta vez cuando Jungkook se sentó en la cama y pudo mirar su aspecto. Nuevamente quiso maldecir. Además de tener que darse un baño con el puto sueño que tenía, ahora había ensuciado sus cobijas.

Suspiro cansado y sin ganas de dar explicaciones, aparte... No es como si tuviera alguna.

—Lo siento Jin...— se levantó y fue a buscar ropa en sus gavetas.— No se repetirá... Espero... — Susurro lo último.— Solo no preguntes... Por favor.— Pidió viéndolo a los ojos.

The Lake || Kookmin [ADAPTACIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora