No se puede mirar atrás.
Era una verdad innegable, no se puede aún volteando, no se puede aun queriendo. No hay caminos divididos, no hay atajos u opciones, no hay decisiones que cambien el rumbo, ni la forma de volver hacia atrás, ni de mirar los ojos del pasado.
No hay como cambiar lo irremediable, ni como borrar lo sucedido.No puedes devolver la vida a lo muerto.
Lo único visible era el camino que corre hacía adelante, aquello a lo que nos rendimos, nos conformamos.
Seguir adelante.
Pero no todos son capaces, no solo aquellos que lo pierden todo incluidas sus vidas, también los vivos son capaces de retener, de negar el avanzar por aquel camino que sigue hacia adelante y que todos están obligados a recorrer. No todos podían soltar sus pesares, el sanar sus heridas y cerrar sus cicatrices; algunos se dejaban consumir, algunos se hundían en su sufrir y se llenaban del dolor que sentían. Él era uno de esos, sometido por su oscuro deseo, una necesidad y lo aceptaba, lo hacia pero aquel lento y lejano palpitar hacia distorsionar su resolución.
Ellos dos probablemente compartían ese mismo calvario, incapaces de avanzar, de dejar ir aquel odio y dolor. Pues fue esa grieta escondida en el fondo de su dañado corazón lo que le permitió entrar en él.
El compartir aquel odio y dolor.
Eran tan similares que pensó en algún momento, lo único que los diferenciaba era el pulso en su pecho. Mientras más se acercaba, mientras más le mostraba, más unido se sentía a él, similares, como las dos caras de una vieja y oxidada moneda. Era como si sus sentires se mezclaran y su rencor parecía volverse más y más oscuro, consumiéndolo sí, pero a la vez dentro de aquel prado seco y estéril que era su alma, una flor negra, casi marchita pero persistente comenzó a crecer. Su sed crecía junto a la de él, sus ansias y odio aumentaban reafirmando su deseo, uno que se volvió de ambos pero a la vez, mientras mas le arrastraba a sus profundidades, mientras mas le hundía junto a él, su propio ser comenzó a emerger.
Él era alguien diferente.
No era aquel que pensó, el reflejo de ese monstruo.
Era... diferente.
Cuando comenzo todo lo hizo sin arrepentimientos, sin miedos ni dudas pero, él era alguien que a pesar de todo se esforzó por él, que lo dio todo y se entrego dispuesto a recorrer un espinoso camino donde solo deparaba angustia y sufrimiento, una travesía que no mentía en el destino o el preció del viaje.
Y aun así él se entrego.
Le dio todo y lo guió ahí.
¿Se arrepentiría si supiera el como en realidad llego a esto? ¿Le dolería saberse manipulado? Jimin no estaba seguro de las respuestas, no estaba seguro si quería saberlas porque él solo sabía estar atado en un camino infinito y repetitivo. Porque esa era su penitencia y su calvario, mas también era su fuerza y su razón.
El precio que él debía pagar.
Desde el comienzo solo hubo un largo e interminable pasaje oscuro, uno sin luz al final y sin luz al principio, solo oscuridad larga y eterna, oscuridad que le guiaba sin rumbo pero le orientaba con diligencia.
Nunca se cuestionó su realidad. Nunca lo necesito ni lo deseó, porque para él todo era claro y tenía sentido. Pero en algún momento algo pareció cambiar. ¿El qué? Era otra cosa que desconocía. Por ello aunque sabia que no era lo mejor, a pesar de ser consciente era lo único que conocía y estaba bien con ello, lo aceptaba.
¿Lo hacia?
Aun si era egoísta, incluso retorcidamente necio, él lo había aceptado.
Ambos, juntos decidieron recorrer ese camino hacía adelante y no importaba de que manera había sido esto, no importaba como es que ambos accedieron a ello porque el resultado no habría cambiado y su final tampoco, aunque ese final implicara sacrificios.
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The Lake || Kookmin [ADAPTACIÓN]
Fiksi PenggemarJimin murió en un accidente donde se ahogo en un lago. Solo tenía 20 años de edad. Muchos dijeron que estaba en la flor de su juventud, una vida joven desperdiciada. Pero, ¿fue realmente un accidente? Se dice que se ha visto a un chico de cabello...