No.

127 23 0
                                    

Abrió los ojos de golpe, lleno de sudor perlando su frente y cuello, sintiendo en sus cienes el pulso violento que hacía su pecho dolor y sus pulmones expenderse casi con ardor en busca de aire pues su sueño había sido tan terrible que sentía casi como si hubiera sido real, el miedo aún presente en su cuerpo le impedía dejar de temblar y el frió de la noche solo hacía más que empeorar el temblor. ¿Cuanto dolor podría soportar su débil cuerpo humano? Un cuerpo frágil y desgastado, lleno de recuerdos de golpes e insultos, con cicatrices que empezaban en su interior y se reflejan algunas en el exterior. ¿Cuanto podría resistir esa situación? Porque él sabía lo débil que era, lo inútil que se convertía al estar parado frente a él, con el temor arraigado en sus memorias distorsionadas de terribles sucesos, llenos de ira, llenos de odio, pero ciertamente sometedoras. No podía negarlo, aunque frente a todos, frente a aquellos ojos de ninguna persona le observaban, pretendía ser fuerte, ser determinado y lo era; pero la idea de volverlo a ver era suficiente para hacer temblar sus piernas. Aún podía recordar como hacia meses atrás, viendo a Jimin, conociéndole más se percató de que su vida podría no ser buena pero tampoco era definitiva, se había jurado ser alguien nuevo, se lo propuso de corazón sintiendo la muerte de Jimin una manera de sentir aprecio por su vida, una que aun conservaba. Pero ahora todo era tan diferente a ese día, a ese momento en que creyó renacer de entre las cenizas. Ahora no era un fénix sino un simple animal de matadero esperando su turno, sabiendo que al final del camino estaba la guillotina esperando por su vulnerable cuello, y él como idiota que sabía que era, solo quería apresurar el camino, claro si con ello podía usar el filo de la cuchilla para matar a su verdugo.

Cerró sus ojos y se encogió sentado en su cama, con sus rodillas escondiendo su rostro, huyendo de la realidad, del frió invierno y la oscura noche, todo parecía perder sentido y se preguntaba ¿Valdría la pena? Pero la respuesta era tan abrumadora para él en cuanto figuraba el rostro de su hermoso fantasma, aquel que no venía de un cuento de fantasía pero si de una pesadilla de terror, y él tristemente era el príncipe que había llegado tarde. Pero de nuevo se recordaba, porque se lo tenía que recordar a si mismo, que no había forma alguna en que pudiera haber cambiado su destino ni el de Jimin, no había ninguna manera, no era su culpa, sin embargo de nuevo volvía a preguntarse. Si él y su madre no hubieran abandonado su casa, si no lo hubieran dejado solo... ¿Acaso Yihun habría llegado a esos extremos tan perversos? Y para esa pregunta al igual que muchas otras, no había respuesta.

Era sin dudas difícil respirar, sus manos estaban frías y los dedos de sus pies congelados, más aún así, por alguna razón salio de la cama descalzo para mirar por su ventana empañada. La oscuridad afuera era penetrante, con un agujero negro donde estaba el lago que solo reflejaba las nubes tormentosas y aun no empezaba a llover, el mismo frío clima que duraba por días amenazante pero sin soltar su ira aún, Jungkook podía sentirse relacionado.

Fue mirando por la ventana que sintió entonces su corazón detenerse, sufrir un paro tan doloroso que no supo si era miedo o anhelo. Vio a lo lejos una figura, era un hombre pero no podía ver bien a través de el vidrio empañado sin importar cuanto tallara. Pero no necesito pensar mucho, no había nadie en su sano juicio que estaría en ese lugar y a esas horas, solo una persona, una sin vida. No podría ser descrito de otra manera que puro impulso lo que llevo a Jungkook a ponerse los tenis sin calcetines, una sudadera gris y salir inmediatamente a la fría intemperie.

Pero aún si alguien hubiera estado ahí para decirle lo estúpido que era y la locura que estaba cometiendo al salir tan poco abrigado cuando incluso podía comenzar a nevar, nadie lograría detenerle de salir y ver a Jimin.

Habían pasado tres días, quizá más, no lo recordaba; solo podía recordar el dolor de la perdida, de las ansias que le carcomían al saber que no podría verlo más. Simplemente corrió escaleras abajo, dejo su teléfono, dejo sus llaves, nada más importaba que salir cuanto antes y mirarlo una vez más, besarle miles de veces más y aferrarse a su frío cadáver hasta que sus cuerpos se fundieran en uno solo y nunca mas pudieran ser separados.

The Lake || Kookmin [ADAPTACIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora