Lie

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Abrió los ojos de golpe mientras salia del agua sin aliento y esta escurría por todo su cuerpo. Lucho contra el dolor en su pecho, aquel férreo ardor que quemaba sus pulmones y desgarraba su garganta.  Miro hacia todos lados cuando finalmente pudo respirar, oscuridad se extendía por entre los arboles hasta donde las olas y la tierra se fundían, no podía ver nada. Era un ciego en medio de la nada, un abandonado de la mano de Dios perdido en la negrura de la noche.

Comenzó entonces a nadar intentando salir de las aguas que aun llegaban hasta su cuello y amenazaban con volver a sumergirlo, con arrastrarle de nuevo al fondo del abismo de donde intentaba huir. Dolía, cada brazada, cada patada que lograba dar en medio de las aguas turbulentas se sentían como miles de agujas incrustándose en su piel, rasgando sus músculos y rompiendo sus huesos.

Le aterraba.

Su llanto y gritos de auxilio se ahogaban en el agua negra que le resistía y le golpeaba.

La arena y piedras garbadas se sintieron en sus pies pero no había alivio o euforia, las aguas parecían succionarlo a pesar de sus esfuerzos y sus pies descalzos se resbalaban entre la tierra húmeda y suelta, haciéndolo  tropezar y caerse para hundirse de nuevo hasta el fondo de las olas violentas con las que pelea, donde solo sus manos desesperadas se incrustaban en el suelo y con sus dedos enterrados se aferraba a no dejarse llevar. Arrastro su cuerpo débil y febril hasta la orilla sin poder ver realmente hacia donde iba pero no dispuesto a volver.

No de nuevo, no a aquella profunda y oprimente oscuridad.

Las erráticas y escasas bocanadas de aire de un principio habían sido como respirar ácido por la garganta, pero cuando su cuerpo se dejo caer laxo y exhausto sobre la orilla, solo sintiendo las ahora débiles y melancólicas olas acariciar sus piernas, aquel aire húmedo y corrosivo se sintió como su propia alma volviendo a su cuerpo.

Lloraba.

Con la arena áspera y húmeda pegándose en su rostro, su cuerpo, su ropa; lloraba sin control.

—¿Te encuentras bien?—escucho decir.

—¿Necesitas ayuda?— voces calmadas y suaves que se deslizaron por entre su llanto le hicieron levantar la mirada a la oscuridad que le rodeaba.

Tiernos, dulces, suaves e inocentes niños le miraban tomados de la manos.

No estaba solo, no lo estaba.

Y sonrió.

Con alegría y deseo, porque no lo estaba y tenía necesidad.

—Si.—susurro con su voz ronca y dolida.—Necesito algo...—sus ojos rojos y labios azules sonrieron aun mas ampliamente. La piel grisácea y fría resalto, había un peligro en su mirada. Una peligrosa necesidad.—Los necesito a ustedes.—

Salieron corriendo desconcertados de la cocina

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Salieron corriendo desconcertados de la cocina.
Yoongi chocó contra la pared fuertemente haciéndolo caer, el pánico llenando sus venas como el efecto secundario de los alucinógenos que solía consumir, y así mismo se sentía, consumido. Se levanto confundido, asustado y desorientado sin poder entender que estaba pasando.

The Lake || Kookmin [ADAPTACIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora