Perseption

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Lo tomó entre sus brazos. Tembloroso, llorando en silencio, le tomo entre sus brazos.

El rojo le bañaba, manchando el piso y su ropa, su cabeza sobre sus muslos y sus ojos luchando por enfocarse en su rostro. Lloró. Lo hizo porque no sabía que más hacer más que sostenerle, aún con el odio, aun con el dolor, aun después de todo, a pesar de todo.

Él era y siempre seria...

Su padre.

Corrió desorientado por entre las paredes desconocidas de la casa en la que creció, el lugar, un laberinto sin salida se extendía y se encogía, no había escapatoria mientras las risas resonaban por cada rincón por entre las paredes, por entre los ...

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Corrió desorientado por entre las paredes desconocidas de la casa en la que creció, el lugar, un laberinto sin salida se extendía y se encogía, no había escapatoria mientras las risas resonaban por cada rincón por entre las paredes, por entre los muebles, debajo del piso y por entre el techo. Risas, risas y más risas, que no callaban ni cesaban, que no daban tregua ni eran piadosas. Risas, risas infantiles que sonaban como el canto de los niños, como alegría e inocencia pero la luz era escasa y el tronar de los cielos se unían a la sinfonía y era transportado al mismo infierno.

—Corre. Corre. Estamos detrás de ti. Corre y corre. O te vamos a atrapar.— decían las voces que golpeaban las paredes como si rebotaran y a la vez provenían de ahí mismo, sin punto fijo, venían del aire puro, aire tóxico, aire venenoso para su sanidad. Sus ojos aun dilatados y llorosos, asustado como nunca no miraban el lugar, no miraban su casa, su hogar sino una prisión, una pesadilla. Tapo sus odios asustado, las voces estaban dentro, cazándolo, estaban en él y él era la pesadilla misma.

Húmedo lleno sus dedos, rojo espeso, sangre fresca. Paró de golpe, no era real, era un mal viaje, nada de eso podía ser real, Jimin no era real, no lo era, nunca lo fue, nunca lo fue y no lo sería. Jimin, Jimin, Jimin.

Risas.

—¡YA BASTA!—gritó desesperado.—Por favor. Por favor. Basta. No es real. No lo es. No... no...— sujeto su cabello y tiro de él, el dolor era real pero lo demás no. No podía, ni la sangre en su manos, ni el dolor en sus nudillos.

—Atrapado.—dijo un niño sujetando su camisa.

—¡AHH!—un grito de pánico desgarro su garganta y su cuerpo huyo sin orden alguna haciéndole tropezar hacia atrás.

El niño.

El niño estaba ahí.

Era real.

Lo había sentido.

Se arrastró en el suelo, se arrastró de espaldas sin poder dejar de mirar al niño gritando de miedo cuando su espalda sintió frío, un duro y cruel frío húmedo que le detuvo.

—Atrapado.—

—

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The Lake || Kookmin [ADAPTACIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora