**-Shots del Universo Marvel-**

YO INVITO (Stephen Strange)

Si algunos años atrás hubieras sabido que tu historia con Stephen Strange correría como hasta el día de hoy, de seguro te burlarías de tu propio comportamiento: te habías vuelto romántica, celosa, suspirabas ante cualquier demostración tonta de cariño... es decir, te habías vuelto perdida y estúpidamente enamorada de un hombre como él.

Tú, que te jactabas que nunca más te volverían a robar el corazón después de que tu prometido David te dejara plantada en el altar por irse con tu mejor amiga y madrina, ahora estabas haciendo lo posible porque ese tipo que vivía a un lado de tu restaurante se fijara en ti. 
Tenías poco de conocerlo, de hecho, se habían hecho amigos lentamente y las constantes visitas de él  como comensal a tu negocio; pero sus múltiples ocupaciones como Hechicero Supremo (o algo así te había dicho) últimamente lo habían alejado.
Incluso, conociste a uno de sus (pocos) amigos... su nombre era Wong y era alguien muy peculiar: jamás sonreía, pero le agradaban sobremanera tus sándwiches de atún... bueno, era lo más que podía pagar siempre.

Alguna vez supiste que estuvo enamorado de una compañera de trabajo, pero tuvo que alejarse de ella por seguridad; era el momento de aprovechar para coquetearle con los máximos encantos que tenías: tu intelecto y paciencia.
Sabías que no eras una chica de esas que encajan en el estereotipo de belleza que está marcado en las redes sociales o en la tv, pero parece que Strange había visto algo en ti que te daba a entender que le gustabas así como él a ti.
Esa noche de viernes entró como siempre, acompañado de Wong y pidiendo el platillo de costumbre (por la falta de dinero). La mesera tomó la orden y te la dejó en la barra de la cocina.

-Chef, tu amigo el mago otra vez pidió ensalada de tomate con queso parmesano y su amigo el emparedado de atún -dijo la chica con la voz de hastío, pues era seguro que tampoco recibiría propina

-No te preocupes Nadia, yo atiendo directamente la mesa. George, toma mi lugar un momento -le dijo a uno de los cocineros de tu absoluta confianza

-Claro que si, chef -contestó el joven -¡vamos, a trabajar! Tenemos más mesas qué atender

Te acercaste llena de nervios y la sonrisa de adolescente a punto de conocer a su ídolo hasta donde ambos se encontraban. Wong te divisó a lo lejos y por primera vez desde que lo conociste, sonrió viendo a Stephen como cómplice de lo que acontecería a continuación.

-¿Por qué pones esa sonrisa tonta, Wong? -lo miró el hechicero

-Creo que viene alguien a hacernos compañía -contestó aquél -como siempre

-Hola chicos -te pusiste frente a la mesa y los saludaste -tanto tiempo sin verlos y ahora regresan

-Ah, hola T/N -te regresó el saludo Stephen -sí, ya teníamos tiempo de no venir, ¿cierto? Estábamos un poco ocupados, pero al parecer tendremos un poco de tiempo libre para visitarte más seguido -sonrió con la elegancia de un caballero inglés que terminó por noquearte

-Veo que pidieron lo de siempre... ¿otra vez sin efectivo? -hiciste la observación con ceño divertido

-Bueno, sí... esto de salvar a los multiversos en realidad no deja nada de dinero -quiso excusarse el pelinegro

-No se preocupen muchachos, esta vez la casa paga, yo invito cualquier platillo que deseen de la carta -dijiste con prestancia y autoridad

-Oh no, no podemos aceptar ese ofrecimiento T/N; es tu restaurante, pero no queremos causarte inconvenientes con tus empleados o tu economía 

-Tranquilo Stephen, no pasa nada. Después de mucho creo que es justo que prueben de mis mejores platillos y me den su visto bueno, ¿te parece? -te le quedaste viendo a esos ojos profundos y enigmáticos a Strange, mientras que Wong solo sonreía jocoso ante tu insistencia

-Sí Strange, deja la chica nos prepare algo. Estaremos encantados... aunque, me gustaría llevármelo para comer en casa, ¿te molesta eso?

-Para nada Wong. Muy bien, solo lo prepararé y enseguida regreso

Rápidamente fuiste a la cocina y preparaste tu versión de la "pasta Alfredo" y tu famosa costilla ahumada de ternera en salsa de hongos Matsutake, los platillos más codiciados y caros de tu menú. Pero no te importaba, siempre y cuando fuera para impresionar al hombre que te había robado el sueño de cada noche.
Cuando estuvo lista, tú misma llevaste los platos hasta la mesa y le serviste a Stephen con delicadesa. A Wong lo despachaste con un recipiente listo para llevar y él, presto, se incorporó dejándolos a solas.

De pronto, Stephen empezó a hacer maniobras y una luz dorada y centelleante apareció frente a ustedes, del otro lado un hermoso jardín en las colinas italianas iluminadas con la luz de la luna les esperaba.

-¡Pero qué es esto, Stephen! -dijiste asustada ante tal imagen

-Vamos, acompáñame -tomó tu mano y luego se llevó los platos, las copas, el vino y la mantelería para los 2

-¿Dónde estamos?

-En Italia; hace tiempo que quería hacer esto contigo, pero nunca hubo la oportunidad de hacerlo. Creo que el hecho de Wong por fin nos hubiera dejado a solas me animó a realizarlo

-¿En verdad querías hacerlo desde hace tiempo? -tu voz denotaba lo extasiada y romántica que te sentías y tus ojos se abrieron como los de un cachorrito -muchas gracias -te sonrojaste

-Me encanta que seas una chica lista, emprendedora, poderosa y muy linda... ¡vaya que si eres hermosa! -sujetó tu cabello y lo acomodó detrás de tu oreja mientras se acercaba para besarte -espero que esta sea una de las muchas noches y cenas que compartamos juntos

-Claro que si, ya sabes que yo siempre invito -le contestaste y le besaste de nueva cuenta. El ojiazul solo pudo sonreír