Capitulo 47: El reencuentro

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¿Dónde están mis sandalias de plataforma? Si las guardé en el zapatero. El otro día aproveché la tarde para cambiar los zapatos de invierno y ya poner los primavera- verano. Estoy segura que puse esas sandalias de plataforma color coral. Cuando fui con Martina a comprar el vestido, pensé que sería ideal con esas sandalias. Quiero estar impresionante.

- Emma. Vamos. Date prisa. Llegaremos tarde.- Me reclama mi novio.

- Un momento. ¿Amor, tú no habrás visto mis sandalias?- Frunce el ceño.- Unas de color coral co una flor en el centro.

- Ni idea. Mira, ponte estas- Me muestra unas sandalias negras. Como se le ocurre, negras. Es muy básico.

- Muy simples.

- Son bonitas y pegan.

- No pegan. Yo quiero esas sandalias color coral. Me compré este vestido especialmente para y llevarlo con esas sandalias.- Hago pucheros y me siento en el suelo. No me pienso mover hasta tener mis zapatos.

- Mi vida.- Se agacha y entrelaza sus manos con las mías.- Sé que estás nerviosa por ver a la gente del colegio, temes que pueda pasar.- Asiento.- Ya lo hablamos. Vayas como vayas, no importa en que fachada, le vas a callar la boca. Ahora eres feliz, estás segura de ti misma y no tienes nada que reprocharte. Ellos son quienes te deben temer. Además, no es bueno para el bebé que te alteres.- Asiento.- Vamos- besa mis labios castamente.- Te ayudo a ponerte las sandalias.

- No, mejor estas de esparto.

- Como mi princesa quiera. Siéntate en el sillón

Me siento en el pequeño sillón que hay en nuestro vestidor. Era el que tenía en el salón de casa y ahora esta en un vestidor. En mi antiguo piso, tenía todo apretujado, a veces me costaba encontrar la ropa. Ahora no encuentro nada, por tener demasiado espacio.

Como si de cenicienta y el príncipe se tratara, arrodillado Max coloca una sandalia en mi pie, pasa la cinta tobillera por la pequeña hebilla dorada y termina de abrochar el zapato.

- Cuando esté con la barriga tan grande como Celia, ¿También me vas ayudar a ponerme los zapatos?

- Cuando mi princesa quiera.- Besa mi mano y me ayuda a levantar.- Venga vamos. Llegaremos tarde.

- Conduzco yo.

Estoy aterrada. A medida que me acerco mas al lugar del evento, más nerviosa estoy. Siento como si las piernas me fueran a fallar en cualquier momento. Debo pensar en positivo. Soy una mujer fuerte, tengo un buen trabajo y lo he logrado yo con mi esfuerzo y constancia, soy fiel a mi misma, tengo gente que me quiere, al mejor novio, que me ama y respeta, en unos meses seremos padres. Una sonrisa se dibuja en mi rostro. Tendré un bebé con Max.

Tomados de la mano entramos al antiguo gimnasio, la última vez que estuve aquí hui corriendo entre las burlas de mis compañeros. Max aprieta mi mano y me sonríe.

La primera en acercarse es Beca, ella era la presidenta del Comité estudiantil. Sigue igual que hace ocho años. El mismo pelo corto, estilo hippie, ahora algo más sofisticado.

- Bienvenidos. Vuestro nombre. Bueno tú eres Max. Sigues igual de guapo que siempre- Ruedo los ojos. Disimula un poco cariño. Esta con su novia.- ¿Tú eres? No te recuerdo

- Su novia. Emma Salinas. Íbamos juntas a clase de arte.- En tu cara 

- Tomad Nos entrega dos pegatinas y un par de rotuladores- Aquí debéis poner vuestro nombre. Es para que nos podamos reconocer.

Si al entrar ya teníamos las miradas puestas en nosotros, ahora ya teníamos neones sobre nosotros. Me siento super incomoda.

No me gusta mucho juzgar a la gente pero ¿sabéis qué? Voy hacer una excepción. Cuando era una niña con  trenzas y gafas y mis dientes de conejo, como me bautizaron Max y sus amigos,  era la chica fea e invisible. A los nueve años, me pusieron aparato y doña Elisa pagó a los mejores dentista para dejarme la mejor sonrisa posible.  En mi adolescencia pase a ser la chica invisible con trenzas, gafas y faldas largas. Era considerada un patito feo. Yo no me sentía así, me preocupaban más mis estudios que verme bien ante el espejo. Con los años he aprendido a arreglar mi fachada, Martina tiene mucho que ver y me gusta como soy, una chica pelirroja sin más. Ahora veo a muchas de esas chicas que me criticaban, se metían con mis pechos más bien pequeños, mis gafas, mis faldas largas y entiendo todo, solo era el blanco de sus inseguridades. Tendrías que ver la de operaciones y cambios de carácter estético que hay por aquí. Algunas están irreconocibles. Agradezco por quererme tal cual soy.

Tú Otra Vez ( Saga Amor Destinado #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora