69. Abrir los ojos

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Después de aquel amanecer con Daniel el otro día, todo cambió. Desde la manera en que nos mirábamos y tratábamos hasta el súbito aumento de confianza que sentimos junto al otro. Toda la situación fue inesperada, pero creo que lo que no se planea siempre termina siendo mejor. 

Sorprendentemente nadie me había preguntado nada acerca de lo que pasó en el teatro. La única que preguntó si estaba bien fue Jasmine y ahí comprendí que probablemente Cristal y Blas no dijeron nada a los demás más que a ella porque siempre se debe reportar lo que sucede en las misiones. Me confundía un poco que hayan callado, pero también lo agradecía. Además, tampoco sabían que aquella noche me había encontrado al demonio. No quise preguntarles por que habían decidido callar e incluso los vi muy poco porque me concentré en los exámenes que debía dar esta semana y los trabajos que me quedaban por terminar.

Había pasado tiempo con Clemente, Julietta y Javier en la academia e incluso salimos a la ciudad un par de veces. Alguna de ellas invité a Mia porque después de todo es mi sobrina y merece tener tiempo de calidad con su tía favorita. La verdad lo hice porque es mi amiga, como mi hermana, y la amo. También quería que pasara tiempo con Clemente y conmigo, tiempo en familia aunque me hubiese gustado que Christopher su sumara, pero rechazó todas mis invitaciones. 

También había ido a ver a Declan junto a Davina porque extrañaba pasar tiempo con ellos. Habían resuelto sus problemas el día del ataque y todo fue mejor de lo que esperábamos porque solo basto una mirada para sonreír y decir lo siento. Al menos eso me contaron ambos.

Todo estuvo tranquilo y normal, dentro de lo que cabe esa palabra en nuestro mundo. Creo que todo se debía a que el demonio estaba esperando a que yo fuera con él, pero aún no podía cumplir el requisito más importante. Lo había intentado, pero fallé.

Lancé la flecha directo al papel que había pegado en un árbol y casi le di en el blanco. Mis manos temblaban de vez en cuando y aquel poder de iluminar las flechas ya no aparecía, lo cual me causó extrañeza porque casi lo tenía dominado. 

—Se acaba el tiempo —dijo el caído-demonio apareciendo frente a mi.

—Necesito más tiempo —respondí tranquila.

Me había visitado un par de veces para advertirme y ya me había acostumbrado a su perturbadora presencia. Tanto que hasta me estaba acostumbrando dentro de los limites por supuesto. Claramente lo odiaba y no simpatizaba con él. Tampoco pensaba que estaba cuerdo porque sus planes apestaban, pero si lo conociese un poco, tal vez sabría cómo tratarlo.

—¿Cuánto más? ¿Un día? ¿Dos?

—¿Qué tal una vida entera? —dije.

Tomé otra flecha y la lancé sin pensar, pero esta vez ni siquiera le di al árbol.

—Una vida humana para mi no sería problema, pero eres inmortal, así que no podrá ser —respondió.

—Entonces esperarás lo que tengas que esperar.

Si había algo en la vida que odiaba era la presión, sobretodo viniendo de alguien a quien odiaba. 

—No es tan difícil —dijo—. Solo piensa en todo el daño que te han hecho. ¿Acaso no quieres venganza?

—No —respondí.

Seguí lanzando flechas una tras otra, mientras él me observaba.

—Entonces tendré que darte un incentivo —dijo.

—Ni se te ocurra dañar a mis amigos —dije soltando el arco.

Me acerqué a él y sentí que me puse roja de la furia. Mi respiración se dificultó y nuevamente sentí mi cuerpo temblar. Miré mis manos y de ellas salía humo negro, pero sin aquella característica luz del mismo color.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora