Makarius
Admito que al principio me sentí incómodo e intimidado por todas las miradas de los nefilim y ángeles que habían en aquel salón. Sin embargo, traté de disimular porque si quería poder convivir entre humanos y otras criaturas diferentes a mi, debía aprender a acostumbrarme. Estaba claro que los demonios eran los seres a los que más detestaban las demás criaturas en el mundo sobrenatural.
La verdad mucho no me importaba porque mi lado humano seguía siendo tan fuerte como la de demonio y eso cobraba mucho valor para mi, más que cualquier otra cosa. Era lo que me unía a mi madre y estaba orgulloso de eso.
Todo estaría bien siempre y cuando no ocuparan sus poderes con grandes fuentes de energía porque ahí es cuando mi lado demonio se descontrola. Me alegraba haber encontrado a alguien que pudiera balancear ese lado de mi y ese era Eric porque podía absorber la magia de los nefilim de la raza. Sin duda eso me hacía sentir más seguro de que todo está destinado a ser. De hecho, cuando Cristal quiso mostrarme lo del demonio, Eric tuvo que estar absorbiendo esa energía en el proceso.
No es que no pueda aceptar mi naturaleza porque, la verdad, no veo que ser demonio sea algo malo, al contrario, es parte de mi. Sin embargo, me hacía querer hacer cosas malas y era completamente consciente de eso.
Cuando todos los invitados se fueron, sentí que toda esa preocupación salió de mi cuerpo al dar un gran suspiro. Alejandro me miró divertido y negó con la cabeza por mi repentina reacción.
—Los nefilim pueden ser realmente intimidantes cuando quieren —dijo.
—Ni que lo digas —dije riendo un poco—. Eran como veinte de ellos aquí, pero los chicos no me preocupaban, sino los directores y el hombre de la guardia.
—Era totalmente arrogante —dijo Kenneth—, más de lo que ya son.
Alejandro se puso de pie para irse a su oficina, ya que tenía trabajo pendiente que hacer. Kenneth y yo nos pusimos a reír de la nada, lo cual me pareció extraño porque no solemos compartir mucho.
—Jamás pensé que estaría en una reunión con todos ellos, incluidos los ángeles caídos y ángel guardián.
—Dímelo a mi que los odie durante toda mi vida. Parece un chiste —dije—. Mi padre hubiese muerto de la impresión.
Me miró algo incómodo, ya que Arturo había causado problemas graves para todos nosotros.
—Vamos, de seguro Eric ya despidió a todos en la entrada —dijo—. ¿Mi hermano te llevará a casa?
—¿A la casa de tus padres querrás decir? —pregunté sonriendo.
—Es lo mismo. Tú vives ahí ahora —dijo sonriendo.
Alejandro había accedido a que me quedara en la casa junto al lago porque no tenía otro lugar donde ir por ahora. Me sorprendió mucho con la naturalidad que aceptó la petición de Eric, pero supongo que lo único que quería era ver a su hijo feliz.
De hecho, eso me había dicho un día que me pidió ir a su oficina. Me comentó que no sabía lo que Eric y yo teníamos, que no entendía si eramos amigos, conocidos o amantes, pero que le alegraba que su hijo tuviera alguien en su vida porque lo distraía y hacía feliz.
La verdad ni yo sé lo que tengo con Eric porque nos hemos besado como tres veces y muy tímidamente. Abrazos si han habido y también entendía que nos queríamos mucho, pero jamás hemos hablado de lo que sentimos.
Todo había ido normal hasta hace unos días en que él comenzó a actuar diferente. Estaba más nervioso, mal humorado y todo le molestaba. Hasta discutió conmigo porque se me cayó un vaso al suelo y casi se quebró.
ESTÁS LEYENDO
Los Caídos #3 - Ángeles caídos
FantasíaEl mundo de la raza de los Caídos se viene abajo por la muerte de una importante miembro. Sus amigos y familiares están devastados por los recientes acontecimientos y la comunidad entera lamenta su muerte. Luego del trágico hecho, la verdad de toda...