43. Gotas de sangre

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Mia

Habíamos estado como veinte minutos esperando a que algo sucediera o que algún demonio se nos cruzara por enfrente, pero todo lo que pudimos escuchar era el sonido que hacían los grillos. Bueno, a decir verdad, eso era lo que ellos escuchaban porque para mi era diferente.

Estar en un cementerio, para una banshee, es como sentir que vas a explotar por la cantidad de voces que te invaden los oídos. El ruido era cada vez más fuerte, tanto que sentía que el corazón me palpitaba a una velocidad impresionante en el pecho y un golpeteo venía a momentos. Era un sonido parecido a cuando una gota de agua cae sobre un charco.

—Debemos ir por los demás, será más sencillo —dijo Daniel.

—Quedamos en que nos dividiríamos por una razón —dijo Jasmine.

Esos dos habían estado discutiendo durante todo esto rato; al principio, hablaban tranquilamente, pero los ánimos fueron calentándose y ya no se molestaban en ocultar lo enojados que estaban.

Oliver, por el contrario, estaba apoyado contra el único árbol que había visto aquí, mientras miraba como los chicos discutían. Me sorprendía la calma que demostraba, pero se le notaba en el semblante que la situación no le divertía para nada. 

Las voces en mi cabeza comenzaron a susurrar más rápido y todas juntas, lo cual provocaba que fuera imposible entender algo en absoluto. Incluso, imágenes de caras se aparecían en mi mente cada vez que una voz nueva me susurraba y me causaba muchos escalofríos. Sentía que en cualquier momento mis oídos se reventarían y la desesperación de no entender qué me querían comunicar me estaba volviendo loca.

—¡Cállense de una vez por todas! —exclamé enojada.

Jasmine y Daniel se callaron inmediatamente por mi repentina reacción ante su tonta pelea y voltearon a verme sorprendidos.

—¿Qué escuchaste? —preguntó Oliver acercándose un poco.

—¿Qué?

—Intentaban comunicarte algo, ¿qué era? —dijo convencido.

—No sé porque es imposible poder concentrarme. Lo único que pude escuchar, además de las voces, era el golpeteo de algo.

Di un gran suspiro y caminé de un lado a otro, intentando hallar concentración en algo que fuera de utilidad, pero no podía.

—No puedo —dije frustrada —. Es como si estuviera a punto de salir, pero no sé como hacerlo y lo único que quiero es gritar para dejar de lado toda esta frustración que estoy sintiendo.

—Entonces, grita —dijo Oliver como si fuera lo más normal —. Mia, debes gritar.

—Me voy a desmayar —dijo Daniel enarcando una ceja— y esa no es una opción porque no los dejaré aquí solos con ese psicópata que anda en cualquier lugar.

—Debe aprender a controlarlo.

Oliver miró a Daniel también enarcando una ceja.

—¿Eso cómo detendrá el hecho de que me desmaye? 

—Hay muchas cosas que ninguno de ustedes sabe de las banshees —comentó Oliver.

—¿A qué te refieres? —pregunté.

—Obviamente el grito de una banshee puede hacer que un caído se desmaye, pero eso se puede controlar. Puedes lograr gritar y evitar que eso afecte a los ángeles caídos —explicó el chico.

—Pero no puedo hacerlo, así que no gritaré. No quiero dañar a Daniel.

—No lo dañarás —comentó Jasmine —, ya lo has hecho otras veces.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora