16. Un viejo, pero nuevo amigo

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Atalana 1835

No podía creer que fuera el mismo Daniel que conocía, el mismo que me pidió que le leyera mi libro favorito, el mismo por quien di la vida. Verlo me hizo sentir feliz y esperanzada, pero saber que no sabe quien soy, me hace sentir muy mal.

Pensé que para este entonces él aún seguía con su venganza por Will, pero probablemente le han pasado tantas cosas en su vida que no podría contármelas en tan poco tiempo. Supongo que esta es solo una de ellas.

Lo que me causa curiosidad es que no me dijo que me conoció desde antes, probablemente sea porque no se acordaba de mi. Sin embargo, algo me decía que todo eso tenía que ver con la manipulación de Isabella y el demonio que se hacía pasar por un ángel caído jefa de la Guardia Caída. 

— Un placer conocerte, Daniel.

— Davina me pidió que la llevara a casa para asegurarse de que esté bien. 

Asentí sonriente porque me sentía feliz a pesar de que él no supiera por qué.  

Él me abrió la puerta del carruaje de la reina y yo me subí. Desapareció por un momento, pero luego se subió y se sentó frente a mi. Se veía tan diferente con esa extraña ropa y esa manera de hablar tan correcta, pero aun así era él en toda su esencia. 

— ¿Desde cuándo trabaja para Davina? — pregunté curiosa.

— Desde hace un par de años. Me ayudó en un momento muy difícil, así que he vivido cerca de ella desde entonces como su soldado junto con otros chicos a los cuales ella ayudó. 

— ¿Qué hay de su familia? 

Necesitaba saber si Will aparecería en alguna parte de la historia porque, de ser así, sé de antemano que sería peligroso conocerlo. 

— Murieron todos en un ataque. Mi hermano sobrevivió, pero no lo veo hace mucho años — dijo seco.

Obviamente le molestaba hablar de Will por todo lo que había pasado, así que no quise preguntar más.

— ¿Qué hay de usted? — preguntó mirándome con sus ojos oscuros como la noche.

Si no lo conociera en realidad, me parecería alguien misterioso, pero no es así. Sin embargo, sé que las personas cambian, especialmente si hablamos de más de cien años de diferencia. 

— Mi familia está fuera del país y mi prometido me abandonó en medio de la nada esta mañana.

— ¿La abandonó? — rio un poco —. Creo que eso es algo muy cobarde.

— Lo es, pero una familia muy agradable me ayudó y luego llegué hasta Davina.  

— Con ella estará bien hasta que pueda volver con su familia.

Dios te escuche Daniel porque necesito volver con mis amigos y también contigo lo más pronto posible o me volveré loca. 

— Espero poder volver pronto — sonreí —. No estoy acostumbrada a tanta elegancia y riqueza.

— Si va a ser amiga de la reina, creo que será pan de cada día. 

— La verdad no me gusta la idea de estar ahí como invitada sin hacer nada.

— ¿Por qué?

— Porque me siento una buena para nada — suspiré y miré por la ventana.

— Yo tampoco hago mucho, la verdad. Escolto a Davina a lugares muy específicos, hago mandados para ella, cosas de confianza. La mayor parte del tiempo estoy esperando a que me diga en qué ayudarla.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora