44. Guardián

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Cristal

El demonio había atacado sin previo aviso cuando estuvimos demasiado sumidos en lo que hablábamos entre los cuatro. De hecho, Will, Declan, Blas y yo charlábamos de qué haríamos en caso de que el demonio apareciera; sin embargo, nuestro plan no sirvió de nada. No sé cual de todos había sido el más despistado, lo cual me sorprende porque Will es el más sabio aquí y no se dio cuenta.

¿Qué nos quedaba a los simples mortales entonces? Pues nada.

Blas fue el primero en reaccionar al ver al demonio y sacó la espada que había traído, sin contar los innumerables cuchillos que escondió en su cuerpo. Yo también había decidido traer una espada porque era con lo que me sentía más cómoda, mientras que Declan y Will estaban dispuestos a pelear mano a mano con el demonio.

-¿Por qué tienes a Nick? -pregunté.

Sin embargo, el demonio no emitió ningún tipo de sonido, sino que nos miró con sus brillantes esferas rojas, estiró el brazo y apuntó a Will para que se acercara, pero Declan detuvo al ángel con una sola mano.

-Ni se te ocurra acercarte, William -dijo el pelirrojo.

Sus brillantes ojos celeste miraron con cautela a Will y este asintió,haciéndole caso a Declan, lo cual me dejó con la boca abierta. Normalmente somos nosotros los que escuchamos los consejos del angelito porque es como si fuera el padre de nuestro disfuncional grupo de amigos.

-Yo sé para qué lo quieres, pero no lo tendrás -dijo Declan, mirando con recelo al demonio.

-¿Qué quiere? -preguntó Blas en voz baja.

-Tocar sus alas para contaminarlas -explicó el otro.

-Jamás le mostraría mis alas -dijo Will haciendo una mueca.

Declan asintió.

-Pero buscará hacerlo de alguna manera, debes pensar que eres un guardián. Parece que fue buena idea separarte de tu asignado en esta misión.

-Créeme que preferiría mil veces estar con Adam que lejos de él -comentó Will con la preocupación notable en su mirada.

De un momento a otro, el demonio dio media vuelta y desapareció de nuestra vista, dejándonos totalmente confundidos.

-Sabe que los demás están aquí, debemos ir con ellos -dije.

-Puedo sentirlo -comentó Will.

Fue el primero en salir corriendo a donde le indicara su corazón de guardián, así que lo seguimos por entre las tumbas que dejaban muy poco espacio para poder correr o incluso caminar como corresponde.

Mi pie chocó contra un pedazo de cemento que había caído de una de las tumbas y me fui de boca al suelo. Por suerte alcancé a poner mis manos frente a mi para no pegarme en el rostro y maldije en voz baja. Era lo último que me podía pasar en un momento como este.

Me puse de pie inmediatamente, me sacudí los pantalones y tomé la espada que estaba tirada en el suelo. Los chicos ya no estaban por ningún lado y no se dieron cuenta que me caí porque me habrían ayudado de ser así, especialmente Blas.

Un sonido ensordecedor provino de todos lados e hizo vibrar el suelo de una manera que te erizaba la piel. No era como un temblor o algo parecido, sino como si la propia tierra produjera un zumbido. El sonido era parecido a la bocina de un barco, pero más leve y plano.

Todo dio vueltas a mi alrededor, así que tuve que afirmarme de la tumba que estaba a mi lado para no caer. Entrecerré los ojos y a penas pude notar una potente luz dorada que estaba frente a mi.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora