47. Parte de la familia

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Esta mañana decidí ir a ver cómo seguía Adam, mientras que Daniel fue a ver a su hermano. Cuanto entré a aquella enfermería, todo estaba muy tranquilo, ya que Adam era el único allí. Todos los demás, incluso sus padres, debían cumplir con sus respectivas responsabilidades.

Adam se veía terrible. No voy a mentir y decir que está de lo mejor. Estaba muy pálido, tenía unos círculos negros muy marcados bajo sus ojos y sus labios tenían un color morado muy leve. 

Ya llevaba muchas horas en ese estado, lo cual no era buena señal, pero no podíamos hacer mucho dado que no sabíamos nada acerca de los poderes que tiene el demonio. 

—Hola —dijo Christopher a mi lado.

Ni siquiera lo había escuchado entrar, pero supongo que fue sigiloso.

—¿Cuándo entraste? —pregunté confundida.

—Recién. Intenté no hacer tanto ruido. —Miró a Adam e hizo una mueca.

—Ya han pasado muchas horas, ¿crees que algo más le pasa? 

—Está infectado —dijo tocando el brazo del chico en la cama. 

—¿Habías visto algo así antes, además de Cristal?

—Claro y puedo curarlo en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Cómo?

—Con mi sangre, ¿recuerdas?

Asentí rápidamente.

—Pero es mejor que no porque puede pasarle algo mientras aún tiene tu veneno dentro de su cuerpo. No creo que Adam querría ser vampiro.

—¿Por qué todos tienen tanto miedo a eso? —preguntó rodando los ojos—. Es solo un poco de sangre, ¿qué posibilidad hay siquiera de que muera justo hoy?

Lo miré indecisa porque sonaba tentador y así Adam se ahorraría todo el dolor que conlleva si despierta.

—Si lo haces, no podemos decirle a nadie.

—Claro que no porque iría contra las reglas de este lugar. Me permitieron venir cuando quiera siempre y cuando no comprometa la vida de ningún miembro de la alianza.

—Entonces apresúrate antes de que alguien venga —dije nerviosa.

—Dame una jeringa —dijo.

—¿Para qué necesitas una jeringa?

—Para inyectarlo directo a su vena, ya que será más rápido el efecto.

Tomé una jeringa de uno de los estantes metálicos que había allí y se la entregué a Christopher. Rompió el envoltorio y la sacó para luego enterrarla en su brazo de una vez. Lo miré espantada por lo descuidado que fue consigo mismo, pero después recordé que probablemente eso no es nada comparado con las palizas que ha recibido en su vida.

Una vez que la jeringa tuvo la cantidad suficiente de sangre, la acercó hasta el brazo de Adam y con mucho cuidado le inyectó toda la sangre. Luego retiró la aguja y guardó el objeto en el bolsillo de su chaqueta para no dejar evidencia. 

—¿Cuánto se va a demorar?

—Un par de minutos. Lo mejor será que me vaya antes de que despierte, pero tú quédate para asegurarnos de que estará bien.

—Claro —dije.

—A todo esto, los directores y la Guardia solicitaran reunión con todos ustedes por lo del demonio.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora