Cristal
-¿Tú eres el otro de los diez que queda? -pregunté enarcando una ceja.
Por supuesto que me sorprendía ver una criatura como él, pero después de ver un arcángel con mis propios ojos, ya nada tenía comparación. Además, está al mismo nivel que Declan, quien es un pesado de primera.
Camille me miró sorprendida y quiso reír, pero se contuvo.
-Sí, soy yo -dijo Aran, mirándome curioso.
-¿Vas a...? -Me quedé callada a media pregunta porque Declan tocó mi hombro.
Ambos nos miramos y por primera vez no dijimos nada. Entendí que quería que le dejara todo el asunto a él, así que decidí no decir nada más.
-¿Qué rayos significa todo esto, Aran? -preguntó el pelirrojo-. ¿Dónde estuviste todo este tiempo?
La versión graciosa, molestosa y bromista de Declan había desaparecido. En su lugar, solo había seriedad. Lucía más como la vez en que Kenneth y yo lo conocimos. Rudo, tenebroso y con la mirada penetrante. Sin embargo, el solo hecho de saber que en realidad no era así, me confortaba un poco.
-¿A ti qué te parece, amigo? -preguntó Aran.
-No. No te atrevas a llamarme así -exclamó Declan, quien se había acercado a su amigo, mientras lo apuntaba con el dedo indice derecho.
Camille, que se encontraba a un lado de Aran, se alejó de inmediato hasta donde yo estaba junto a los mellizos.
-Creo que deberíamos hablar como criaturas civilizadas, ¿no crees? -Aran hizo un gesto tan elegante y sereno con la mano que me dejó anonadada.
-Por mucho tiempo pensé que estabas muerto, ¿qué clase de amigo le hace creer a otro semejante barbaridad? -preguntó Declan-. ¿Estás loco?
-Todo era muy peligroso.
-¿Y qué es todo este jueguito de los cazadores? ¿Cuál era el objetivo de crear este grupo? -El pelirrojo suspiró frustrado-. Sabes que es lo más peligroso del mundo darle habilidades angelicales a alguien.
-Lo hicimos con anterioridad, ¿no? -dijo Aran sonriendo-. Al querer crear la nueva alianza, les dimos a esos niños nuestras habilidades angelicales.
-Para proteger al mundo de los demonios -exclamó Declan totalmente exasperado-. Además, eran nefilim y ya tenían genes angelicales. Lo que tú hiciste está prohibido y lo sabes. No se puede dar habilidades a los humanos, Arian.
Declan irradiaba enojo y frustración, era calor puro. Todo él era fuego, tanto física como emocionalmente; mientras que su amigo era como el hielo, osea, calma y paz. Era como si ambos estuvieran representados por colores: Declan rojo y Aran plateado y azul.
-No les di poderes, sino un poco de fuerza y habilidades que los humanos sí pueden desarrollar. Eso no está prohibido.
-Realmente tienes excusa para todo.
-Quien debería estar enojado soy yo porque entraste sin permiso y trajiste a toda tu tropa.
-Ellos saben todo, así que no hay ningún peligro.
-¿Todo? -preguntó Aran con un gesto divertido en su cara.
-No sé a que te refieres, pero sí, saben todo. Tuve que contar todo para que nos ayudasen a detener al demonio -explicó Declan-. Quiero recuperar a nuestros hermanos, pero resulta que no puedo porque no soy el único que queda.
-¿Me matarás entonces?
-¿Estás loco?-preguntó el pelirrojo-. ¿Me crees capaz de algo así?
ESTÁS LEYENDO
Los Caídos #3 - Ángeles caídos
FantasíaEl mundo de la raza de los Caídos se viene abajo por la muerte de una importante miembro. Sus amigos y familiares están devastados por los recientes acontecimientos y la comunidad entera lamenta su muerte. Luego del trágico hecho, la verdad de toda...