70. Jamás dejar a uno solo

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Me senté en la escalera de la academia de los O'Donnell a esperar a que mi amigo llegara. Blas, a quien conocía de toda la vida, era aquella persona que me entendería a pesar de las circunstancias. Él era uno de mis cables a tierra y a pesar de que era un poco exagerado cuando se preocupaba, sabía que me haría sentir mejor. 

Escuché la puerta de la academia abrirse y cómo alguien reía con el guardia por una broma que habían hecho, lo cual me hizo sonreír inmediatamente. La suela de sus zapatos golpearon fuerte los escalones, provocando un sonido particular. Se sentó y ambos nos miramos sin decir nada. Estaba acostumbrada a que con Cristal, por ejemplo, sabíamos que quería decir la otra en momentos de batallas; pero con este chico era diferente. Él me conocía más de lo que yo pensaría, así que no preguntó nada y me abrazó. 

—¿Qué hiciste ahora? —preguntó mientras reía suavemente.

Me acarició el pelo y yo me aferré a él.

—¿Cómo sabes que hice algo?

—Porque te conozco como la palma de mi mano, James. De hecho, diría que aún no haces nada, pero lo estás pensando —dijo riendo.

Le conté lo que había pasado después de que me fui del teatro y también de las diversas veces que el demonio me había visitado. Me sentí terrible al decir lo que quería hacer con la supuesta oscuridad porque sonaba mucho peor en voz alta. En mi cabeza no era tan complicado.

Él se sorprendió, frunció el ceño y luego me dio un beso en la sien. 

—¿No estás enojado?

—Camille, nosotros solemos hacer cosas tontas sin pensarlas y estoy orgulloso de que esta vez lo hayas pensado bien. 

—No sé qué hacer y tengo miedo.

—Haremos lo que siempre. Estaremos juntos y nos apoyaremos junto a los chicos también. Debemos contarles.

—¿Me acompañarás?

—Claro que sí. Eres mi hermana y siempre te apoyaré.

Lo miré tiernamente y lo abracé más fuerte.

—Te amo, Blas.

—Yo también, Cam. Yo también.

Le mandamos un mensaje a todos los chicos para que nos encontráramos en el patio trasero de las academias. Blas y yo fuimos hasta allá a sentarnos en una banca para esperar a que los demás llegaran. Cristal fue la primera, pero solo saludó y luego se quedó callada. Supongo que aún estaba sorprendida por lo ocurrido en el teatro.

Poco a poco llegaron los demás hasta que estuvimos absolutamente todos. Los hermanos inseparables junto a Oliver; Will y Daniel; Clemente y Julietta; Mia y Christopher y finalmente Declan.

—¿Sucedió algo malo? —preguntó Adam.

—Sí —respondí.

Todos allí me miraron preocupados, especialmente Clemente y Julietta a lo cual me sentí aún más nerviosa. Sentí un apretón de la mano de Blas sobre la mía y suspiré para poder calmarme. Sin embargo, de la nada, aparecieron los directores, excepto el director Wells. Creo que desde el incidente en la academia central, no quería ni acercarse a mi.

—¿Qué está pasando? —preguntó Sofia Hunter.

—Pensamos que había ocurrido algo malo al verlos a todos aquí —dijo David O'Donnell.

Blas y yo nos miramos cómplices, pero no podía dejar que eso me detuviera aunque me encerraran de por vida en las celdas de la Guardia. Intenté que todas esas inseguridades se fueran al menos por un rato y me puse de pie firmemente. He pasado por peores cosas, así que esto no va a afectarme demasiado. Respeto a los directores, pero no les tengo miedo en absoluto.

Al igual que a Blas, les conté detalladamente todo lo que había pasado. Desde las visitas del demonio hasta mis intentos fracasados por obtener la oscuridad. Por supuesto, la mayoría allí enloqueció y recibí muchas miradas enojadas y decepcionadas, excepto de una persona: Daniel. Él solo miraba el suelo concentrado y no pude ver que reacción tuvo.

Todos comenzaron a hablar entre sí y ya se estaban acalorando. Habían comenzado a discutir de diversas cosas y verdades iban y venían, lo cual me preocupó más de lo necesario. Jamás pensé que reaccionarían de esa manera porque la que cometió el error fui yo, pero eso provocó que todos comenzaran a gritar sin parar.

Las manos me comenzaron a temblar y las cerré en un puño para detenerlo, pero era incontrolable. De pronto, Blas se puso de pie también y de un solo grito les pidió a todos que se callaran. Blas, que era pura paz y diversión, estaba serio y miraba a los demás algo enojado.

—Con esto no llegaremos a nada —dijo—. ¿No comprenden? Este problema va más allá de nosotros, pero todos hemos contribuido a lo que le está pasando a Camille. Desde el abandono hasta las diversas mentiras y malos tratos que le hemos dado nosotros. Sonará feo, pero Clemente y Julietta la abandonaron y la dejaron en un mundo lleno de peligros, Cristal la trató terrible cuando volvió de 1835, Adam la dejó por su hermana la loca, quien justamente intentó toda la vida matarla. Luego está Mia que le pidió dejar de ser amigas de la peor manera que pueda haber, Daniel quiso matarla y Christopher también. Yo le mentí toda la vida porque siempre le oculté mi vida como nefilim. Así podría estar todo lo que queda del día, diciéndoles todo lo que hemos hecho. Sin embargo, sé que todos hemos sido víctimas y que Camille también nos ha hecho cosas incorrectas, pero no podemos juzgarla por algo a lo que nosotros mismos hemos contribuido. Perdí a mi amiga una vez y no lo haré de nuevo por culpa de ustedes. 

—Blas... —dije en un susurro. 

—Solo ha intentado hacer lo mejor por nosotros, para salvarnos a nosotros, pero me he dado cuenta que ni los esfuerzos se aprecian —dijo no tomando en cuenta que lo llamé—. Es un ser humano como cualquier otro, tiene a penas veinte años y como tal comete errores, ¿no creen que merece un poco de compasión y comprensión, especialmente de aquellos que han vivido por cientos de años aquí? 

Estaba totalmente sorprendida, tanto que ni siquiera sabía qué hacer más que mirar al suelo y escuchar lo que él decía. Nunca pensé que me defendería de esa manera porque tengo la culpa de toda la discusión; sin embargo, él lo había hecho de igual manera. Era como si hubiesen atacado a una de las personas más importantes para él, lo cual me hizo sentir muy querida y agradecida.                              

—Solucionaremos esto juntos como una familia porque es lo que somos. Una disfuncional, pero especial familia —dijo Declan rompiendo la tensión. 

Lo miré inmediatamente y vi ternura en sus brillantes ojos celestes. 

—No dejaremos que ese demonio te lleve —dijo Adam.

—Y si lo intenta, tendrá que pasar sobre nosotros primero —continuó Jas.

—Porque eso es lo que la familia hace —dijo Cristal.

—Apoyarse sin importar qué —mencionó Mia. 

—Jamás dejar a uno solo —dijo Tristán finalmente.

—Jamás dejar a uno solo —dijeron Adam y Jas al mismo tiempo.

De repente sentí una sensación que no sentía hace mucho tiempo y fue lo mejor de mi día. Sentí esperanza, amor y comprensión por parte de ellos, quienes habían sido los principales cómplices de todas las cosas que había hecho como nefilim. Siempre permanecimos juntos y nos apoyamos sin importar qué. 

Jas, Adam, Tristán, Mia, Blas, Cristal y yo nos abrazamos fuertemente y me permití llorar en aquel cálido y protector abrazo. De pronto, Oliver y Will se acercaron y se unieron al abrazo. Comprendí que el resto no lo haría por las diversas experiencias e historias que han tenido con nosotros, pero aún así estaba agradecida de tenerlos en mi vida.

***

Este capitulo se llama igual que uno de la primera parte de esta historia (Ángel Guardián), pero aquella frase tiene mucho significado y ya no son solo Jas, Tristán y Adam quienes la comparten, sino todos sus amigos también. Se me hace algo lindo. Me dio sentimiento escribir este capítulo :'( <3.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora