82. Rendirse ante la oscuridad

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Jamás volví a aquel pasillo con cielo iluminado, sino que vinimos directo a donde habíamos abierto el portal. Gemma, a mi lado, estaba muy emocionada de poder volver a ver a sus hermanos y no la culpo porque incluso yo lo estaba. Sin embargo, jamás pensamos que al volver todo sería un caos total.

Los directores no estaban por ningún lado, se habían ido sin más del lugar al igual que Alejandro, el padre de Kenneth y Eric. Aran estaba ahí probablemente llegó cuando nosotros andábamos en las otras dimensiones, mientras que Clemente estaba junto a Christopher. Valentín y Christian seguían ahí, pero estaban totalmente inconscientes en el suelo y los mellizos los cuidaban junto con Blas. 

Miré a ambos lados y vi a todos mis amigos, quienes fueron a las dimensiones, con distintos hombres y mujeres de aspectos muy extravagantes. Algunos tenían cabello azul, blanco, negro, entre otros colores y sus peinados eran diversos. Las de aspecto más convencionales, a mi parecer, eran las dos caídas.

El centro de atención allí era el demonio que estaba a un par de metros de distancia de Aran, quien protegía a los demás. Nuestro enemigo, el demonio, lucía exactamente como un caído, excepto que camufló su cara entre las sombras, lo cual me pareció extraño porque la mayoría allí lo habíamos visto.

—Camille James, niña necia —mencionó.

Di una mirada rápida a Cristal, pero ella y todos los demás estaban atentos a lo que el demonio hacía. Esperé a que dijese algo más, así que no me moví de mi puesto.

—Te di una semana y te advertí, pero como eres tan cabeza dura, decidiste contarle a cada uno de tus pequeños amigos —dijo agudizando la voz.

—¿Qué quieres? —pregunté—. ¿Por qué amenazaste a todos los nefilim?

—Porque tú desobedeciste mis ordenes —dijo—. ¿Qué fue lo que te dije que pasaría de ser el caso?

—Te vengarías obviamente.

—¿Sabes qué? —preguntó divertido—. Me gusta tu tenacidad y obstinación, así que te daré una última oportunidad.

—No lo escuches, Camille —mencionó Declan.

—Si vienes conmigo y te rindes ante la oscuridad, nos iremos por un buen tiempo —dijo ignorando a Declan—. Puedo ayudarte con mis propios poderes a sacar de tu cuerpo eso que tanto miedo te da. La verdad, pude hacerlo desde un principio, pero quería que te esforzaras. 

—¿Y si no lo hago? ¿Nos mataras a todos?

—No, no hay necesidad —dijo tranquilo, mientras sonreía—, pero tomaré a la otra persona que sea propensa a la oscuridad aquí. Todos lo son por ser descendientes de pecadores, pero unos lo son más que otros. Sin embargo, a quien tome, será una persona que te destrozará el alma si se va y ahí te arrepentirás. 

—¿Qué te hace pensar que no te combatiremos? —preguntó Aran—. Somos como veinte personas contra uno.

—Tengo muchos poderes y habilidades. Además, no vine solo y los diez caídos no tienen completamente sus poderes salvo por ti y Declan —dijo el demonio sonriendo.

Sentí una mirada insistente sobre mi y volteé para ver de quien se trataba. Era Daniel, quien hizo un ademán de acercarse, pero le hice una seña con la mano para que se mantuviera en su lugar. Lo mejor era quedarnos quietos y estar a atentos a cualquier movimiento que hiciera el demonio.

De pronto, vi como una potente luz dorada salió de entre la multitud y chocó contra el demonio, lo cual lo hizo tambalearse un poco. 

—No cometo el mismo error dos veces —dijo el demonio mirando a Clemente.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora