28. Reino de Alana

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Alana 1835

Los días pasaron y ya nos habíamos instalado en el castillo del rey de Alana. Jamás supe que en la ciudad hubiese un castillo o incluso un reinado porque ni siquiera estaba en los registros históricos de la ciudad, los cuales me pasé investigando para un trabajo de la escuela hace un par de años. Algo grave debió pasar con todo de las guerras entre los reinos que lo único que hicieron fue ocultarla, pero en estos momentos no me imaginaba qué.

Davina iba a constantes reuniones con el rey y Balthair para acordar todo lo del matrimonio y también de cómo derrotarían al otro reino. La reina había dejado en claro que no se podía arriesgar la vida de ninguna persona inocente y los demás habían aceptado.

Como ella se la pasaba ocupada, yo me había dedicado a pasear por la ciudad estos días y distraerme. La verdad todo era muy distinto a como yo lo conozco. Toda la ciudad tenía edificios antiguos y monumentos que sabía que existían porque había aprendido de ellos, pero en la actualidad nada de eso existía. En mi tiempo todo es moderno, desde los edificios hasta las calles y ni rastro queda de lo que había estado viendo aquí.

Cada día daba un paseo por el jardín del castillo e incluso me había arriesgado a llegar hasta el acantilado que estaba un poco más allá. Me relajaba mucho tomar la brisa marina y admirar el paisaje a mi alrededor. Respecto a Daniel, no lo había vuelto a ver porque Davina lo había mantenido ocupado todos estos días, lo cual agradecía por completo.

Mientras caminaba por el jardín observando las lindas y bien cuidadas rosas, me puse a pensar en mis amigos y en lo que estuvieran haciendo en este momento. Los extrañaba tanto y no hallaba la hora de poder abrazarlos y no despegarme nunca de ellos.

Unas voces y risas me sacaron de mi trance y me escondí de inmediato tras una gran fuente de agua para que no pudieran verme.

— Claro que no, chicas. Debo cumplir con el compromiso — dijo Balthair.

— Pero nuestro padre murió, ya no hay nada que pueda hacernos daño — dijo Claire.

— ¿Olvidas al padre de Balthair y a nuestra hermana? — Maia sonó preocupada —. ¿Qué va a decir nuestra madre?

— Nada porque escaparemos — dijo Claire ilusionada — y viviremos felices.

— El mundo no es un cuento de hadas, Claire. No llegaremos ni a la esquina si escapamos porque nos encontraran de inmediato — dijo Balthair.

Asomé tan solo un poco la cabeza y miré a los chicos enamorados. Vi como rápidamente Maia le dio un beso a Balthair y luego Claire también a él, lo cual me perturbó un poco; pero no estaba en posición de juzgar a nadie. La verdad no me perturbaba el hecho de que tres personas se amaran, sino que era el prometido de su hermana y eso me parecía algo irrespetuoso. Sé que a Davina no le interesa Balthair, pero al menos deberían contarle y así nadie saldría realmente dañado.  

ellas se fueron de vuelta al castillo, así que me escondí nuevamente y me senté en el borde de la fuente, esperando a que Balthair también se fuera. Sin embargo, grande fue mi sorpresa cuando lo vi parado a unos metros de mi, mirándome amenazante. 

Si pudiera lanzar cuchillas con su mirada, ya estaría muerta.

 — Balthair — dije sonriendo.

— No finjas — dijo cortante —. Sé que estabas escuchando todo.

— ¿Por qué no me encaraste antes?

— Te diré una sola cosa, niñita — dijo acercándose a mi.

¿Niñita dijo? Apuesto a que es menor que yo el desgraciado.

— ¿Qué? — reí para burlarme un poco de él.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora