77. Trisquel

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Cristal

Había visto la palabra trisquel antes de saltar en aquel horroroso portal, pero no le di importancia, ya que por ahora no tenía relevancia. Sabía lo que era un trisquel y su significado, pero no qué pudiera haber significado en circunstancias como estas.

El portal me llevó a un pozo negro y oscuro en donde no veía nada. Ni siquiera estaba asegura de si era piso firme lo que mis pies tocaban. Cuando vi otra luz a la distancia, no dude en correr lo más rápido que pude y saltar en ella para salir de una vez de aquel lugar.

Caí de rodillas en medio del bosque y me puse de pie para luego sacudir la tierra de mi ropa.

—Maldita sea. Me pasa por apresurada —susurré.

Antes de poder dar otro paso, una chica frente a mi me miró desafiante. Ni siquiera supe de donde salió o por qué me estaba mirando así.

—¿Quién eres tú? —preguntó.

—¿Quién eres tú? —pregunté burlona—. Solo paseaba por aquí, ¿si?

Iba a darme la vuelta, pero ella me lo impidió. 

Strae —dijo ella.

Con su mano en frente y su rara palabra, me retuvo en mi lugar. Claramente era bruja y sabía bien lo que hacía.

—¿Por qué haces esto? —protesté—. Ni siquiera te conozco, niña. Déjame ir.

—Vendrás conmigo —respondió.

De pronto, me esposó las manos en la espalda y me hizo caminar a través del bosque. No sé cómo estaba haciéndolo, pero no pude moverme a voluntad, lo cual me sorprendió y asustó al mismo tiempo.  

Me dirigió a su antojo por todo el bosque hasta que llegamos a una enorme reja de hierro negro con una base de ladrillos del mismo color. En la parte de arriba, habían puntas afiladas y por un momento creí ver algo rojo en ellas, lo cual pudo ser sangre; sin embargo, decidí no preguntar y permanecer en silencio. 

¿Por qué de todos los lugares posibles tuve que caer en donde esta niña loca me encontrara?

Ella abrió las puertas de la enorme reja con un hechizo y me llevó hasta dentro. No supe donde estaba hasta que vi la fachada trasera de una enorme construcción muy familiar para mi. Estábamos en la escuela Walker, estaba totalmente segura, pero no supe qué se supone que debía hacer allí. 

—¿Cómo te llamas? —pregunté a la chica.

—No te incumbe —respondió.

La observé bien y me pregunté por qué una chica tan bonita y joven sería tan seria y mal humorada. Apartó su rubio cabello hacia un lado y luego dirigió su mirada a la mía. Noté que tenía los ojos celestes y brillaban por las luces que salían de todos lados de la escuela.

Me empujó hasta la puerta trasera del lugar y la abrió bruscamente para luego dejarme pasar. El interior no era tan diferente a la escuela Walker que yo conocía, pero se sentía más acogedora por alguna extraña razón. 

—¿Qué estamos haciendo en este lugar? ¿Estudias aquí?

—Eso es más que obvio, ¿no crees? —respondió.

Por primera vez la vi sonreír, pero fue casi una burla hacia a mi. Levanté una ceja y la miré sin pestañear, pero ni se inmutó. Abrió la puerta de lo que supongo era la oficina y un hombre tras el escritorio nos miró asombrado, pero con el ceño fruncido.

Pensé que jamás lo había visto, pero al mirarlo mejor me di cuenta que era Kenneth, excepto que lucía un poco mayor. No sabía cuántos años tenía exactamente, pero ahora tenía un poco de barba, era un poco más musculoso y ancho de hombros y su cabello estaba perfectamente peinado hacia un lado. Los años le sentaban bien a decir verdad.

Los Caídos #3 - Ángeles caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora