Atalana 1835
Todas las chicas estaban muy emocionadas, especialmente las hermanas de Davina, ya que usualmente andaban mucho en caballo por entretención. En cuanto a mi, me sudaban las manos y quería salir corriendo.
Había combatido demonios, lobos, elementales furiosos, vampiros, hermanas locas y ángeles caídos igual de locos; pero esto cruzaba todos los limites. Tenía miedo de caer y dañarme la espalda, de no saber cómo subirme o cómo controlar el animal.
— ¿Estás bien, querida? — Davina se acercó hasta mi y tomó mi mano —. Te ves algo pálida.
— Estoy perfectamente — dije para tranquilizarla —. Es solo que me dan miedo los caballos.
— Oh, realmente quiero mostrarles el invernadero y está tan lejos. Tú puedes ir en el carruaje con mi madre si es más cómodo para ti.
La miré espantada porque lo último que quería era estar a solas con esa mujer.
— No, está bien así — sonreí.
— Le pediré a Daniel que te ayude para que te sientas segura — volteó a mirarlo.
Estaba tan sumida en mi sufrimiento que no había notado que estaba ahí también. Se acercó cuando Davina le hizo una seña con la mano y luego hizo una reverencia.
— Su majestad, señorita James — dijo educadamente.
— Necesito que ayudes a Adelaide con su caballo porque le da miedo y debemos llegar al invernadero.
— Será un placer — dijo él.
Davina sonrió y volvió junto a su caballo. Vi como se subió agilmente y afirmó las riendas fuertemente. El resto de las damas hizo lo mismo, al igual que Maia y Claire lo que me dejó impresionada. Comenzaron a alejarse lentamente y no podía dejar de mirarlas a todas ellas.
¿Quién era la delicada flor de jardín ahora?
— ¿Está lista?
Miré a Daniel que estaba a un lado del caballo y tragué duro porque no estaba lista en absoluto.
— Ven — dijo.
Me acerqué hasta él y observé al caballo que pacientemente esperaba.
— Acércate a él y acaricialo. Ambos deben acostumbrarse a estar con el otro.
Asentí a todo lo que dijo y acaricié un poco al animal. Se sentía tan extraño, pero a la vez tan bien. El caballo se movió un poco, lo cual me hizo dar un paso hacia atrás rápidamente.
— No debes temer — Daniel rio un poco.
¿Dónde se había ido toda la formalidad?
— Le tengo respeto, ¿qué pasa si me patea? — hice una mueca al imaginarme la situación.
— Si no siente miedo de ti, no hará nada.
— ¿Cuál es el siguiente paso?
— Montarlo, pero creo que Davina no te dijo que para eso se ocupa otro tipo de vestimenta — me miró de arriba abajo y sonrió.
Recordé a Davina subiéndose en aquel caballo y efectivamente usaba unos pantalones gruesos y un abrigo largo de color azul que la cubría como un vestido lo haría.
— Creo que será mejor que espere acá hasta que vuelvan — dije.
— No puedo permitirlo. Ella me dio una orden y debo acatarla, así que tendré que llevarte allá quieras o no.
ESTÁS LEYENDO
Los Caídos #3 - Ángeles caídos
FantasíaEl mundo de la raza de los Caídos se viene abajo por la muerte de una importante miembro. Sus amigos y familiares están devastados por los recientes acontecimientos y la comunidad entera lamenta su muerte. Luego del trágico hecho, la verdad de toda...