Después de esa pregunta seguimos jugando tres rondas más, parecía qué no nos aburriríamos nunca. Ahora me tocaba preguntarle a mí a Lina.
—Del uno al diez ¿Qué tan lindo encuentras a Félix? —Sí, era una forma de vengarme.
—Esa pregunta de niño de ocho años. —Rodó los ojos—. Menos dos.
—Se supone que debes responder con la verdad. —Contesté y Félix rió.
—Mmh, ocho, supongo.
—Algo es algo. —Reí y Lix hizo un gesto chistoso. Lina por otro lado me miraba seria, en mi defensa, ella me había hecho pasar muchas vergüenzas en todos nuestros años de amistad.
—Vale mi turno. —Dijo y fijó su vista en Lee—. ¿Verdad o reto?
—Reto. —Respondió como si fuese a cumplir la mayor hazaña del siglo, considerando que el reto vendría de Lina... Era probable.
—Mala elección. —Susurré.
—Sal a la calle y abraza a la primera persona que encuentres. —Sonrió.
—No... —Alegó Félix mientras hacía un puchero rogándole a Lina que cambiase el reto. Si tenías una personalidad grandiosa no parecía tan malo hacerlo pero Félix se veía bastante tímido, lo poco que lo estaba conociendo era alguien que tomaba confianza rápido si se sentía a gusto y seguro, pero su personalidad para hacer eso no era muy extensa, y me lo confirmaba el hecho que no quería hacer ese reto—. Otro, otro.
—Ya hablé. —Levantó las manos excusándose—. Debes hacerlo o... No sé, ¿Qué pasa si no hacen el reto?
—Creo que era quitarse una prenda de ropa. —Respondí, no estaba completamente segura si era de este juego u otro.
—Ew, mejor haz el reto, Félix. —Habló mi amiga, el mencionado bufó y se paró.
—¿Me van acompañar o...?
Ambas asentimos y acompañamos a Félix afuera, no se veía gente caminar fuera de mi casa por lo que salimos más fuera de esta.
—¿Después puedo decirle que fue un reto? Voy a ser el loquito que abraza a desconocidos. —Hizo un puchero—. Y aún me quedan diez días aquí.
—Después sí. —Contestó Lina—. Layla, en diez días me llamas.
Reí, Lina era así, aunque si alguien se lo preguntaba seriamente dudaba que dijese algo como "Sí, odio a todos los hombres existentes" ya que no tendría mucho sentido odiar a alguien sin conocerlo -como Félix- pero sí sabía que era un tema sensible para ella, agregando que si un hombre merecía ser odiado con justas razones ella sería la primera en hacerlo.
Posiblemente si ella hubiese estado con otra chica que no tuviera su confianza no diría esas cosas con tanta tranquilidad ya que podían malinterpretarlo -como siempre- además, la actitud de Lina con Félix era solo un juego, si él no le daba razones de peso no lo odiaría, pero tampoco serían amigos de la noche a la mañana.
—Ahí está Liam. —Susurré, viendo a mi vecino caminar en nuestra dirección pero aún se encontraba algo lejos.
—Uy, otro varón. —Dijo con un tono de cansancio pero luego rió—. Pero un varón con auto.
—No quiero ay. —Félix se tapó la cara—. Prefiero sacarme algo de la ropa.
—Ya aceptaste. —Negó Lina—. Ahora ve, se acerca.
Félix regañando y haciendo gestos completamente tiernos se comenzó alejar mirando al suelo, yo y Lina intentábamos no reírnos muy fuerte para que no se arrepintiera a último segundo. Observamos como Félix estaba apenas a dos metros de Liam, paró el paso un milisegundo para luego -de una manera bastante rápida- abrazarlo por la cintura.
Lina abrió la boca sorprendida mientras reía, yo solo me arrepentía de no haber traído mi celular y no haber grabado eso, la escena era demasiado chistosa.
Liam casi gritó al sentir al asiático tocarlo de una manera cariñosa y mirarlo claramente asustado.
—Amigo, ¿Qué mierda...? —Preguntó, con un tono algo enojado mientras Lina seguía riéndose.
—¡Perdón, perdón! —Comenzó a hacer múltiples reverencias—. Fue un reto de una chica, perdón.
Liam miró en nuestra dirección con el ceño fruncido -mayormente porque nuestras risas se escuchaban- y negó con la cabeza cuándo supo que era yo.
—No importa. —Respondió a Félix y trotó hacia mí—. Harás que este chico pase vergüenza.
—Realmente fuí yo. —Alzó la mano mi amiga.
—Bueno de ti no me sorprende. —Rió—. Fue incómodo.
—Deja de llorar. —Respondió Lina—. Bye bye.
Liam y yo rodamos los ojos mientras Félix aún se acercaba. Se despidió y se dirigió a su casa, hice un gesto a Félix para que entraramos a la mía y siguiéramos con el juego.
—Bueno, no creí que lo haría. —Comentó la rubia.
—¡Mi turno! —Félix se sentó emocionado en el sofá, yo maldecía por dentro ya que él me daba los retos o preguntas para las verdades—. Layla, ¿Verdad o reto?
—Verdad.
—Que cagona, ya has dicho mucho verdad, ahora todos reto. —En el fondo quería ahorcar a mi mejor amiga. Félix rió.
—Comenzamos a entendernos. —Habló el de pecas.
—Ya que todos serán reto, mi reto para Lina será que bese la mejilla de Félix. —Sonreí lo más cínica posible—. Lina Jones no puedes negarte.
Entrecerró sus ojos mirándome, podía sentir el odio que me transmitía por unos segundos.
—Félix, te mueves un puto centímetro y te devuelvo a Darwin de una patada. —Se dirigió a él, era una advertencia y el chico solo la miró con algo de susto, luego a mí, suplicando con la mirada que eligiera otro reto o algo así, tenía una sonrisa nerviosa.
Lina tomó del cuello a Félix, por un momento creí que aprovecharía la situación y lo ahorcaría. Félix estaba chillando hasta que mi amiga, con los ojos cerrados, depositó sus labios sobre la mejilla de Félix, él comenzó a gritar -con un volúmen de voz prudente- mientras tenía algo parecido a una sonrisa, el beso no duró más de dos segundos pero ese pequeño tiempo pareció ser lo peor para ambos.
Lina se separó de Félix casi empujándolo, se limpió los labios como si hubiese besado el mismo cloro, era una exagerada.
Félix por otro lado tenía la boca entreabierta, se veía algo nervioso pero aún conservaba esa pequeña sonrisa.
—Odio el afecto, ew. —Dijo Lina con un tono serio, yo reí mientras Lix solo la miraba de la misma manera, con esa misma sonrisa que no se le borraba desde el beso.
C. 21.800 bro, voy
a llorar, amo el apoyo
que le han dado a este
fanfic, tiene una gran
parte de mí y que lo
lean significa mucho✨
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Sugar Daddy » Bang Chan
FanfictionBang Chan tenía el pensamiento de ser una carga para sus amigos, de dar pena. Motivo que lo llevó a una página y pagarle a cualquier persona que se diera el tiempo de leer sus problemas y ahogos. Layla necesitaba dinero para costear los tratamientos...