A Maya le ha faltado mandar a tomar por culo a Claudia. Aún montada en el coche para irse, no ha parado de darle recomendaciones y consejos. Y ella la ha amenazado con apagar el móvil si seguía en ese plan.
- ¡Que pesaditos! –dice Maya mientras pone a Lucas en su silla y yo ayudo a María a sentarse en la suya
- ¡De verdad! –dice María resoplando- ¡creí que no se iban nunca!
Yo la miro y me río. Cada vez tiene más ocurrencias esta chiquilla. Revisamos bien las sillas y Maya y yo nos montamos en el coche. Estamos en el parking del Bernabeu. Hoy hemos vuelto a ganar. Goles de Marco, que está en racha y de Benzema. Yo no he marcado, pero me he hartado de correr. De hecho, el gol de Marco ha sido gracias a una jugada mía. Estoy muy contento de haber vuelto al Real Madrid. Poco a poco estamos escalando puestos en la clasificación y ya estamos a 5 puntos del Barcelona.
Vamos a ir los cuatro a comer por ahí. A algún sitio donde María pueda jugar y estemos a gusto. Me apetece mucho el plan de este fin de semana. Y no es sólo por estar con Maya, también es por estar con mis enanos. Los adoro. Los quiero como si fueran sobrinos míos de verdad. Y así es como lo siento con ellos.
En la radio pongo música de la que sé que le gusta a Maya y a María. Las dos empiezan a cantar a grito pelado y yo sólo puedo reírme. Maya me sonríe y me aprieta el muslo con su mano izquierda. Quito la mano del volante y se la acaricio. Ella me mira con esos preciosos ojos canela. Me siento muy bien con ella. Tengo claro que esto es algo más pero quiero que todo fluya de manera natural. Sin forzar nada. Que sea lo que los dos queramos.
Después de 20 minutos llegamos a un restaurante a las afueras de Madrid. Reservé una mesa hace unos días para que no tuviéramos problemas. El sitio se llama "El jardín de la máquina" es una antigua casa de campo con mucho espacio libre y una parte para los más pequeños.
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No puedo ocultar que te quiero (Cross 2)
RomanceMarcos Llorente vuelve a Madrid después de 2 años en el Arsenal. Desde que tuvo un fuerte desengaño amoroso, no ha vuelto a creer en el amor. Hasta que la castaña de ojos verdes se cruza en su camino y sin darse cuenta empieza a caminar descalzo po...