Marcos Llorente vuelve a Madrid después de 2 años en el Arsenal. Desde que tuvo un fuerte desengaño amoroso, no ha vuelto a creer en el amor.
Hasta que la castaña de ojos verdes se cruza en su camino y sin darse cuenta empieza a caminar descalzo po...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hace un rato que se han ido todos. La fiesta ha sido increíble. Yo todavía estoy emocionada de pensar que vamos a tener una niña. Va a ser la niña de papá, eso lo tengo claro. Sólo hay que ver la cara, que pone Marcos cuando le hablas de su bebé.
Y yo no dejo de pensar en lo que me ha contado su madre. Estoy preocupada. Y mucho. En todo el tiempo que llevamos juntos nunca le ha dado uno, por lo menos delante de mi.
Estoy recogiendo un poco todo esto, aunque mañana viene la empresa de limpieza, no me gusta dejar cosas en medio. Marcos está sentado en una silla comiendo tarta. Si es que es un pozo sin fondo. Me coge de la mano y me atrae hacia él.
- Anda, deja eso, ahora te ayudo yo. Siéntate un rato conmigo
Dejo lo que estoy haciendo y me siento encima de Marcos. Coge un trozo de tarta y me da con su tenedor. Me la lleva a la boca y me relamo. Está realmente buena. Marcos me mira y me da un beso que sabe a nata, bizcocho y crema. Pongo mis manos en su cuello y lo miro. No se le puede querer más.
- Una niña, abejita –me dice poniendo sus manos en mi vientre
- Una niña, ¿estás contento?
- Claro que si, a mí me daba igual lo que fuera, aunque si te digo la verdad un 51% deseaba que fuera una niña. Me muero por tener una mini-Maya por aquí
- Lo mismo es una mini-Marcos
- Hay muchas posibilidades amor –Marcos pincha otro trozo de tarta y me da que lo pruebe.
- Oye, hay una cosa que quiero hablar contigo –le digo mordiéndome los labios de los nervios
- ¿Qué pasa? –me pregunta dejando de comer
- Verás. Pero no te enfades, ¿vale? estuve hablando con tu madre y ella creía que yo lo sabía, así que...no te enfades con ella, ¿de acuerdo?
- ¿Qué pasa Maya? –me pregunta Marcos poniéndose serio
- Tu madre me ha contado lo de los ataques de ansiedad –le digo sin pestañear. Marcos baja la cabeza y ya no me mira. Se ha puesto rígido, puedo notarlo en todo su cuerpo. Cojo su barbilla con una de mis manos - Marcos, mírame. No pasa nada, ¿vale?
- Mi madre no tenía que haberte dicho nada -Marcos me quita de encima de él y se levanta. Yo me pongo de pie también.
- Ella creía que yo lo sabía. No te enfades con ella. Está preocupada por ti, ¿Por qué no me lo habías contado?
- Porque no es algo que tenga que ir contando a todo dios, joder
- Ya, yo no soy todo dios -le digo con retintín. Marcos se da la vuelta y camina pensativo por el comedor. Sé que a veces necesita su espacio, pero esta vez no pienso dejarlo a su bola
- Mira Maya, no es algo de lo que me sienta orgulloso, ni me gusta contarlo. Y no, no te lo he contado porque...me da vergüenza. No quiero que pienses que soy débil -Marcos se da la vuelta y baja sus ojos avergonzado.
- Yo no pienso que seas débil. Es más, eres la persona más fuerte que conozco. Que te pase eso, no es de ser débil. La ansiedad es una enfermedad, es un trastorno, es algo que no se puede controlar. Y a veces es mucho más grave de lo que parece, puede hasta provocar problemas físicos ¿desde cuándo te pasa?
- Mira Maya, no me apetece hablar de ello, ¿vale? los he tenido y ya no los tengo, ya está -me dice mientras se da la vuelta y recoge las cosas de la mesa
- Pero el que no los tengas ahora, no quiere decir que no los vayas a tener... la ansiedad puede darte...
- ¡Para ya joder! ¡Ya tengo una psicóloga, no necesito otra!
Marcos deja los platos encima de la mesa con un fuerte golpe y sale del comedor dando un portazo. No pensaba que esto fuera a ser fácil. Me doy la vuelta y suspiro.
Termino de recoger las cosas yo sola. Dejo a Marcos porque sé que si le insisto va a ser peor. En una hora tengo todo recogido, he barrido y he fregado el suelo. Él no ha aparecido en todo el rato. Seguramente estará en el despacho o abajo en el gimnasio. Cuando se cabrea se pone a hacer pesas o lo que sea para machacarse. A mí me da por cocinar, o limpiar.
Voy al dormitorio y me quito la ropa. La dejo encima de la silla para echarla a lavar. Me miro en el espejo y sonrío. Se me nota ya la barriga. La acaricio y suspiro feliz. Aquí dentro está mi niña. Entro al baño y cierro la puerta. Abro el grifo de la ducha y espero que esté el agua templada y me meto dentro. Está tan calentita que me quedaba aquí todo el día. Cojo el champú y empiezo a lavarme el pelo. Cuando me lo estoy enjuagando la puerta se abre y veo entrar a Marcos.
Me doy la vuelta y sigo con lo mío. Lo miro por el rabillo del ojo y veo que se quita la ropa. Abre la puerta de la ducha y entra dentro. Le dejo espacio. Siento como sus manos acarician mi espalda muy lentamente mientras me recorre una corriente eléctrica por todo el cuerpo. Pone sus labios en mi hombro y deja un camino de besos hasta mi cuello. Echa jabón en la esponja y me lava todo el cuerpo. Me da la vuelta para hacerlo por delante y yo lo miro a sus ojos. Está muy concentrado en lo que hace. Está tremendamente guapo con todo su pelo mojado cayéndole por la frente. Marcos apoya sus manos a ambos lados de mi cabeza y me mira apenado.
- Maya...lo siento...yo...
- Shh -le digo poniéndole un dedo en sus labios. Él abre su boca y se mete mi dedo dentro. Lo chupa con ardor- ya hablaremos...ahora hazme el amor guapo, que aún es tu cumpleaños
Marcos me mira riéndose mientras yo me muerdo el labio traviesa. Baja su boca hasta la mía y me besa desesperado. Sé que se siente culpable, lo sé por los besos que me da. Y por la forma tan apasionada que tiene de hacerme suya, fuerte, duro, hambriento de mi. Entrando y saliendo de mi sin poder contenerse.
Cuando nos corremos juntos yo lo abrazo. Apoya su cabeza en mi pecho y yo lo acaricio.
- Somos una familia Marcos –le digo susurrándole en el oído- tú eres mi hogar, yo soy tu refugio...que no se te olvide nunca que eres lo más importante que hay en mi vida
- ¿Para siempre? –me pregunta con esos ojos azules tan bonitos que brillan más que la luna
