Domingo
No he dormido nada desde ayer. No puedo. Le he mandado un mensaje a Marcos y lo he llamado y no me ha respondido. Estoy empezando a preocuparme. Llevo toda la mañana como una sonámbula, dando vueltas. Es muy fuerte lo de ayer. Que se presente tu ex en casa y diciendo que tiene un hijo tuyo, es muy fuerte. Conociendo a Marcos lo tiene que estar pasando mal. Estará confuso. ¿Qué le estará diciendo? Estoy que no vivo de los nervios. Me siento encerrada aquí. Tengo que hablar con alguien o me va dar algo.
Así que decido ir a ver a Claudia y Marco, ellos tienen que saber algo ¿no?. Cojo las llaves del coche y no me molesto en cambiarme. Voy bien en pantalón corto y camiseta. Por el camino no dejo de darle vueltas a todo. Y tengo la sensación de que antes de que apareciera su ex, Marcos iba a decirme algo.
Llego a su casa enseguida. Llamo al timbre y Claudia me abre y se queda sorprendida de verme un domingo aquí. Por mi cara sabe que algo malo está pasando.
- Maya, ¿Qué pasa? ¿te encuentras bien? –me pregunta Claudia mientras me hace pasar.
- No, no, ha pasado algo horrible –le contesto apesadumbrada mientras la abrazo.
Entro al comedor y veo a Marco jugando con los niños. Se queda también bastante sorprendido al verme. Yo los miro y trago saliva.
Maria viene corriendo a abrazarme y yo la levanto y me la como a besos. Es lo que necesitaba. Mi quita-penas particular. La estrujo muy fuerte un rato. La dejo en el suelo y Marco le pone dibujos y nos sentamos los tres en la mesa del comedor.
- ¿Qué ha pasado cariño? –me pregunta Claudia mientras me sujeta las manos. Y se lo cuento todo. La visita de la ex, lo del niño y como Marcos no me coge el teléfono desde anoche.
Claudia se lleva las manos a la boca horrorizada. Marco se queda pensativo. Se quedan callados. Ambos se miran.
- A ver, decidme algo, porque me estoy volviendo loca –les digo sintiendo las primeras lágrimas en mis mejillas
- Maya, yo no soy quien para darte mi opinión –me dice Claudia- porque yo hace un tiempo también fui la ex que venía con un bebé...
- ¡No es lo mismo Claudia! –exclama Marco cabreado
- ¿Ah no? ¿Qué diferencia hay Asensio? –le replica ella
- Para empezar, tú no esperaste cinco años y para terminar...
- Marco –le dice Claudia- cariño, no...Maya...yo, no puedo decirte nada, porque sé lo que se siente cuando tienes que ir a decirle al padre de tu hijo que estás embarazada
- Pero, ¿cinco años después? Es de de locos –les digo mientras me llevo las manos al pelo. Siempre lo hago cuando estoy nerviosa.
- Lo sé –dice Claudia- pero Marcos te quiere y seguro que hay una explicación. Que todo es raro, pues si que lo es. Muy, muy, raro
- No me coge las llamadas, estoy muy preocupada -les dio llevándome las manos al pelo
- Lo sé, pero tienes que esperar, tenemos que esperar...piensa también como estará él ahora mismo, confundido, preocupado... ¿cabreado?
- ¿Y si aún la quiere? ¿Y si resulta que decide ser una familia feliz?
- Oye –me dice Marco mientras me coge la mano- tranquila enana, vamos a darle tiempo, y a esperar. No sirve de nada calentarte la cabeza, ¿vale?
- De acuerdo. Os haré caso. Y ahora será mejor que me vaya - les digo levantándome.
- De eso nada –me dice Marco poniéndome la mano en el brazo haciendo que me siente otra vez- te quedas aquí, si estás sola, será peor...¿vale?
- Vale... Si, gracias... - le digo tragándome las lágrimas
- Tranquila enana, todo se arreglara
Y quiero creerle, quiero, pero a medida que pasan las horas , mis esperanzas decaen. Esta noche tampoco puedo dormir. Volví a llamarlo y no me lo cogió, le mande mensajes, los leyó y no me contestó.
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LUNES
Cuando me he levantado esta mañana, mis ánimos estaban por los suelos. Lo primero que he hecho, ha sido mirar mi móvil y no tengo ni una noticia de Marcos. Estoy muy, muy, desesperada. Estoy empezando a pensar lo peor. Marco acaba de llegar del entrenamiento. Me pongo en pie con Lucas en brazos y voy hacia él.
- ¿Has hablado con Marcos? –le pregunté con el corazón en un puño
- Si...y no me ha dicho nada. Dice que está confuso y que necesita tiempo, sólo he podido decirle que estamos aquí para lo que le haga falta.
- ¿Te ha preguntado por mi?
- Le he dicho que estabas con nosotros y que estás muy preocupada. Me ha dicho que lo perdones, pero que ahora no puede hablar contigo
- Vale –le digo a punto de llorar.
- Maya, está fatal, pero fatal...
Miro a Marco y asiento. Si quiere tiempo lo tendrá. Lo quiero, lo quiero mucho. Me encantaría estar con él y ayudarle. Pero sé que es una situación muy difícil que le atañe sólo a él. Solo puedo esperar.
Martes
Sé que es una situación extraña. Pero por lo menos un mensaje podía mandarme. Algo que me diga que está bien. Marco dice que no han vuelto a sacar el tema y que está concentrado en entrenar y punto. Yo estoy que me subo por las paredes. No me concentro en clase y ya no puedo más. Es que estoy a punto de coger el coche y presentarme en su casa. Es una locura. Todo esto.
Miércoles
Que el día sea igual que el de ayer tiene mis ánimos por el suelo. No tengo ganas ni de desayunar. Rubén me ve triste y le he dicho que Marcos está pasando por un mal momento y que por eso no podemos vernos. El whatsapp lo ve, porque le he vuelto a mandar mensajes, los lee y nada. Tampoco me merezco esto. ¿Tengo que esperar hasta que él quiera para hablar? ¿Hasta cuándo?
Jueves
Mi profesor de Introducción a la Psicología Deportiva me ha dado la enhorabuena por el trabajo que hice. Dice que debería elegirla como especialidad porque se me da muy bien y que tiene muchas salidas profesionales, porque hay pocos psicólogos deportivos y los que hay están muy demandados. Le he dado las gracias y he salido de la Facultad como un zombie. Sólo tengo ganas de llorar. No sé qué está pasando con Marcos. Está entrenando sin problemas, lo sé por Marco. Y también sé que él le ha dicho que me llame, que yo también lo estoy pasando mal. Estos días me está dando por pensar en un montón de cosas, y todas son horribles. Sólo sé que no voy a poder aguantar más así. Si en un par de días no tengo noticias de él, o me presento en Valdebebas o en su casa.
Viernes
Está lloviendo un montón. Estoy asomada a la ventana del comedor y miro el cielo gris. Está como yo, gris y triste. Suspiro y apoyo mi cabeza en el cristal. La vida es una mierda. Claudia y Marco me han preguntado millones de veces si me encuentro bien y les he mentido diciéndoles que si. Llaman a la puerta y voy a abrir extrañada. No tengo ganas de visitas, no tengo ganas de nada. Abro y jadeo. Marcos está plantando fuera, mojado. Le ha llovido y está chorreando . Sus ojos azules me miran, pero ya no tienen ese brillo que tenían cuando me miraba.
- Hola –le digo tímida
- Hola...Tenemos que hablar Maya
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No puedo ocultar que te quiero (Cross 2)
RomanceMarcos Llorente vuelve a Madrid después de 2 años en el Arsenal. Desde que tuvo un fuerte desengaño amoroso, no ha vuelto a creer en el amor. Hasta que la castaña de ojos verdes se cruza en su camino y sin darse cuenta empieza a caminar descalzo po...