Capítulo 10

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Narrador Omnisciente

En la Fábrica de Miel

Los minutos pasaron y su ayudante seguían sin aparecer, así que Ray, cansado de eso, entro a la guarida golpeando la puerta con su pie.

—Cariño, ya llegué —avisó caminando, pero, para su mala suerte, comió mucho helado y ahora le duele la barriga—. Comí demasiado helado dame un segundo —pidió, mientras que se detenía y se agarraba la barriga.

—Capitán Man, no puedo creer que hayas encontrado mi escondite panalesco —contestó El Apicultor, ignorando lo último.

—Si. ¡AAA! No podré contestar con inteligencia esta vez. Los lácteos tienden a inflamarme —comentó, adolorido.

—Pues permíteme darte una bienvenida revoltosa —dijo El Apicultor, lanzándole abejas con una máquina que tenía en la mano.

—Ah, claro, te lo agradezco.


En la Capi Cueva

Schwoz estaba echado en el piso, mientras que Keyklin lo "masajeaba". A su vez, Charlotte estaba en la computadora aún revisando detalladamente el símbolo, pero estaba muy cerca de encontrarlo.

—Muy bien un poco más mas arriba, ahora a la derecha, no, no, tu otra derecha —le dijo Schwoz a la cachorra que estaba en su espalda.

—¡¡Schwoz!! —gritó la morena alterada, ocasionando que él tirara a Keyklin.

—¡¿Cuál es tu problema?!

—¿Recuerdas cuando Capitán Man y Kid Danger pelearon con ese gigante que hablaba con la toalla? —preguntó.

—Como lo olvidaría..., pero sí lo olvide, ¿y con él qué pasa? —consultó, acercándose con la perrita en brazos.

—Tenia el símbolo del video tatuado en el cuello y estaba en el fondo de la lata de Flash & Gas —explicó.

—Muy bien.

—Y los científicos de Ciencia Malvada tenían el símbolo en los uniformes.

—¿Y eso qué?

—Y, cuando robaron el cactus más venoso dejaron una tarjeta con ese símbolo —terminó de explicar, un poco asustada.

—Santos símbolos —recordó el científico, cerca de Charlotte—. También estaba en todas la pantallas de la Capi Cueva cuando la computadora fue hackeada.

—¿En serio?

—Sí, parece que han estado peleando contra un equipo de malos sin saberlo —unió todo Schwoz.

—Ya sé.

—Rápido, busca ese símbolo en toda la red publica, mientras que le doy besitos a Keyklin —ordeno el adulto, para luego empezar a hacer lo que menciono.

Ella hizo caso a lo que dijo y comenzó a buscar por toda la red el misterioso símbolo que estaba en medio de todo, y cuando la respuesta del rompecabezas se unió, ambos se miraron sorprendidos.

—Por todas las abejas —exclamó Charlotte, sin creerlo.

—Por todas la mieles —exclamó igual Schwoz.

—Por todos los mieles —repitió el científico con voz de perrito, mientras que movía la boca de Keyklin, haciendo que la morena lo mirara mal—. Es lo que diría Keyklin si hablara.


En la casa de los Hart

Desde hace unos minutos, la familia de Henry estaba tocando la puerta de su casa en señal de que los dejaran pasar. Los chicos solo los ignoraban.

𝗡𝗼 𝗺𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗲𝘀... || Henry DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora