8.16 Un buen rey, escucha consejos

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Se suponía que debía estar emocionado, después de pasar las pruebas que lo reconocían como el heredero al trono y pasar un día completo en la biblioteca para familiarizarse con la historia del reino, la ceremonia debía ser la parte fácil.

La parte divertida.

Para él solo era tiempo perdido antes de regresar a su habitación y salvar la distancia hasta la torre donde Dogo se quedaba, no podía esperar.

– Te daré algunas lecciones – le dijo Dogo antes de irse esa mañana y mientras se ponía la ropa – en primer lugar, eres la máxima autoridad en la habitación, si alguien hace algo que no te gusta, no tienes que soportarlo, debes hacerlo evidente enseguida, no busques ser demasiado complaciente, es signo de debilidad, no digas la misma orden dos veces o no te tomarán en serio, cuando te encuentres con otros se frío y distante, todos piden un rey amable que los auxilie, pero en el fondo quieren un rey autoritario que los proteja, hay un dicho que dice, ¡un rey inteligente escucha los consejos, y un rey sabio, sabe cuándo ignorarlos!, como rey tienes que admitir que no lo sabes todo, tus consejeros muchas veces estarán en lo cierto, pero si sigues todos sus consejos, te convertirás en un títere.

– Es un bueno consejo.

– No estés tan sorprendido.

– Así qué, debo ser amable, pero en el fondo brusco.

Un rey hace lo que quiere...

Un rey no se detendría solo porque debe estar presente en una fiesta que no es de su agrado.

Autoritariamente, se puso de pie y todos los ojos se voltearon hacia él – continúen.

– Pero, Majestad...

Su mirada se mantuvo fría y autoritaria, no repitió sus órdenes y se limitó a dejar la habitación sin una sola queja, más que fiestas y ceremonias, quería ocupar su tiempo en algo más productivo, tomó el camino corto a su habitación y miró a los dos guardias que custodiaban la entrada, luego abrió las puertas listo para ir al baño y de ahí a la habitación de Dogo, salvo..., que ya había alguien en su habitación.

– ¿Qué haces aquí?

– ¡Oh!, no te esperaba tan temprano.

– Es mi habitación, puedo entrar a la hora que quiera – no pensó que tuviera que decirlo.

Ana sonrió – no fue mi idea, el consejero Bialur dijo que de esta forma sería más fácil, que nadie intentaría entrar a tu habitación si pensaban que ya había alguien en ella – acomodó su cabello alaciado detrás de su oreja, comparado con la última vez en que la vio su apariencia era más limpia, pulcra y llamativa – dijo que no habría problema.

– No es suficiente razón para dejarte estar en mi cama.

– Si, pero tú no vas a dormir en ella, ¿me equivoco?, irás con él, escucha, solo quiero ayudarte y disculparme por la forma en la que me comporté la otra noche, esta es mi forma de enmendarlo, por favor déjame hacerlo, no seré un problema, me quedaré aquí como tu escudo, sí te molesta, solo será una vez.

¡Solo una vez!

Mirza apeló a su compasión y le suplicó le dejara estar en la cama del principe Videl una sola vez, solo para mejorar su estatus, le hizo sentir que le debía algo y antes de irse le dejó en claro una cosa.

El poder del favor.

Dio la vuelta y abrió las puertas de la habitación – que nadie entre hasta la mañana, es una orden – los dos hombres asintieron, al escuchar sus respuestas, él regresó a la cama y sujetó el brazo de Ana – problema resuelto, nadie entrará – la lanzó al pasillo – si ella entra, desearán que los asesine – azotó las puertas y no perdió el tiempo para ir al túnel que pasaba por debajo del jardín y terminaba en el sótano de la torre.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora