7.36 Quiero un hermanito

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– ¿Cuál te gusta más?, ¿blanco o verde? – preguntó colocando las dos camisas delante de Max y empujando la verde más cerca – la verde será.

Max tenía un año, el abdomen de Avis había vuelto a la normalidad y había pasado suficiente tiempo aparentando ser una mujer, esa era la primera vez que volvía a usar una camisa, respiró profundamente y abotonó la prenda mirando el reflejo en el espejo.

La camisa era muy oscura y su cabello estorbaba – quizá debería recortarlo un poco – pasó los dedos por su cabello castaño y escuchó un quejido – ¿no te gustaría?, es con un buen propósito – se agachó junto al corral – ahora que eres pequeño es el momento perfecto para darte un hermanito y a tu papá le gustan los hombres, si queremos conseguir un hermanito tan lindo como tú, tenemos que ser atrevidos, ¿me ayudarás?

El pequeño sonrió sin comprender y estiró los brazos para que su papá lo cargara.

De vuelta en el espejo no lo convenció la camisa verde, Max estuvo de acuerdo, porque vomitó algo de leche sobre su hombro.

– Eso no es ayudar.

Camisa blanca, antes quería algo que resaltara el color de sus ojos, pero el blanco le quedaba bien, pantalón café, botas negras, loción, el brazalete de su tobillo y un pendiente en la oreja izquierda.

– Incluso vestido de hombre me veo atractivo. Sí, vas a tener muchos hermanos.

Se escuchó el golpeteo de la puerta, Avis sonrió, cargó a Max y fue a la entrada para ver a Liam quitarse la máscara.

– Ya llegué – dijo y le dio un beso en la frente – le llevé lo que querías a Joan, dijo que todo iba bien y traje la madera para arreglar el techo.

Avis se aclaró la garganta.

– Te traje los dulces que querías.

En esa ocasión tosió secamente.

– ¿Querías algo más?

Avis rodó los ojos – no me has dicho cómo me veo.

Liam le sonrió – siempre te ves muy bien – se inclinó para besarlo.

Max estornudó y un gran moco bajó hacia la camisa de Avis interrumpiendo el momento.

– Comienzo a creer que no quieres hermanos – pensó Avis al ver los mocos sobre su camisa – iré a limpiarlo – subió cargando a Max y usó una servilleta para limpiarle la nariz – será lindo cuando te acostumbres y serás el hermano mayor, tu hermanito tendrá que obedecerte, vamos, solo una vez más, si me quieres dejarás que tu papá me abrace mucho, ¿verdad?

Max hizo un puchero.

La noche le pareció deprimente y lamentable, siempre olía a talco de bebe, no tenía tiempo para peinarse y todas las noches se levantaban porque Max lloraba. Amaba a su hijo, pero quería dormir una noche completa y hacer otras cosas, lo más importante, quería que Liam lo mirara como hacía antes – mi cicatriz ya no está, ¿sabías?

Liam se quitó la camisa para dormir y volteó a verlo – ya lo había visto – se recostó a su lado y levantó la camisa mirando la piel lisa, le dio un beso bajo el ombligo y comenzó a subir.

Avis se recostó dejando que él lo besara y desabrochó la tercera camisa que se puso esa tarde para verse atractivo.

Llanto.

Max debía tener un reloj interno y saber exactamente en qué momento debía empezar a llorar, llevaba meses interrumpiéndolos.

¡Era imposible ser tan exacto!

– Volveré en un minuto – le dijo Liam antes de darle un beso en los labios y levantarse.

– ¡Necesitamos una niñera!, ¡por favor!, no es por placer, es para darle un hermanito – dijo y vio la expresión de Liam – bueno, tal vez sí es un poco por placer – enterró la cabeza en la almohada con pesar – quiero hacerlo.

Cinco minutos después la luz se apagó, Avis lo encontró un poco extraño, giró en la cama y sintió el peso del cuerpo de Liam encima suyo, tiró de su ropa para terminar de desvestirse y se empujó a sí mismo hacia atrás para llegar al borde de la cama.

Sus manos se entrelazaron.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la escasa luz miró el rostro que permanecía oculto por la máscara la mayor parte del tiempo, los ojos dorados, las cejas gruesas – extrañaba mirarte.

En ese mismo momento Max miró la pantalla de un tono azul ligeramente traslucido y sonrió.

[Hola, soy tu tío D y no te preocupes, a diferencia de los dos torpes de allá arriba yo tengo una base de datos con películas animadas y programas para niños de todos los mundos registrados por la estación], [y tenemos..., la tarjeta de tu papá], [¿por dónde quieres comenzar?], [por las descargas gratuitas, ¿cierto?]

... ... ...

Una silla...

Al principio era un buen regalo, una pequeña silla pintada de amarillo para un niño de dos años que ya no quería ser tratado como un niño pequeño, el problema era que, en lugar de sentarse, Max arrastraba la silla por toda la casa.

Viendo a sus padres seguirlo, era todavía más feliz.

Avis lo vio sentarse en su silla acomodada afuera de la puerta del baño y le alborotó el cabello – ven aquí.

Max extendió los brazos al ver que iban a cargarlo – papá – dijo con una voz muy dulce y recargó la cabeza en el padre que era más lindo.

– Vas a tener que soltar la silla para que te bañe.

Max miró hacia abajo teniendo una larga conversación en un lenguaje inteligible y finalmente soltó su preciada silla. Avis lo cargó y le dio un beso, sus ojos se entrecerraron.

Al abrirlos completamente descubrió que el techo había cambiado de posición y que Max estaba en el corral.

¡Se desmayó!, no, ¡se quedó dormido!

Solo un momento atrás estaba cargando a Max y de repente estaba recostado en el suelo y Max en el corral, ¿cómo llegó ahí? – ¿Liam? – miró a su alrededor y vio que estaban solos – Max, ¿viste a alguien?

– Mamá.

– Aparte de mamá, Max, es importante.

Max se encogió de hombros en un gesto que aprendió de una de las vendedoras de la tienda y extendió los brazos para que lo cargaran.

Lo cargó pensando seriamente en mudarse.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora