7.48 Nietos

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Ron Garlian, hijo mayor del anterior lider de la tribu, superado en la selección de aspirantes y designado príncipe tras la huida de Liam tenía una mirada severa y no dudó en mostrar sus colmillos – te daré una última oportunidad, entrégalo ahora o mataré a toda tu familia.

Max fue quien reaccionó y de nuevo Liam lo detuvo – quédate en la casa y protege a tu familia, yo me encargaré de él.

– No puedes.

[No puede]

Max y el sistema hablaron al mismo tiempo.

[Anfitrión, empeorará la sanción]

– Confía en mí – les dijo a ambos.

Los guardias no se hicieron a un lado, pelearon contra Liam mientras su líder guardaba fuerzas y observaba calculando el poder de su hermano antes de enfrentarlo.

En el frente Ivon permaneció con los brazos cruzados – Eli, trae a tu hermano.

Eli Garlian no quería hacerle daño a Yeny, tenerlo como hermano menor no era diferente de tener una hermana y el chico era tan pequeño que a menudo despertaba su instinto protector, odiaba que un hombre lo hubiera embarazado y abandonado, pero podía ver que su hermano lo quería y era feliz – mamá, quizá él quiera quedarse.

– Haz lo que te digo.

Eli maldijo entre dientes y saltó hacia la entrada topándose con Max – no haremos esto difícil, dile a Yeny que salga, lo llevaré a mi casa y trataré de calmar a mis padres para que no lo lastimen.

– ¿Cómo hiciste la última vez?, me dijiste que lo golpearon estando embarazado, ¿por qué no lo protegiste?

– Lo intenté.

– No lo suficiente.

– No sabes a lo que te estás enfrentando.

– Tú tampoco.

Eli fue golpeado de frente por una pared oscura y lanzando contra las rocas, se golpeó la espalda, no era una herida que lo dejara incapacitado, pero sí era una excusa para ya no enfrentarse a su cuñado, fingió un dolor en el costado y permaneció en ese sitio.

Max volteó la cabeza hacia Avis.

– Ve dentro, nosotros nos encargamos.

– No quiero, es mi problema yo lo arreglaré.

– Cuando seas mayor de edad – le gritó, en la raza de hombres bestia la ceremonia de mayoría de edad se realizaba a los veinte, Max tenía dieciocho, pese a su estatura y tamaño, era un niño – hasta entonces, nos dejarás encargarnos, ahora date prisa y ve antes de que Yeny escape.

¡Yeny quería escapar!

Max no lo dudó más, regresó a la casa y buscó a su pareja antes de que volviera a escapar de él.

Avis fijó la vista en su antiguo rival, quizá jamás pudo derrotarlo en la pista de baile, jamás pudo bordar mejor y nunca fue tan entonado, pero cuando se trataba de una batalla, la balanza se inclinaba a su favor – entonces – se tronó los huesos de las manos y del cuello – ¿sabes cuántos huesos puedo romperte sin matarte?, es una pregunta seria, tampoco lo sé, ¡averigüemos juntos!

En la habitación Ian estaba llorando y Yeny se daba prisa en empacar, Max se sintió aterrado – no puedes irte.

– Es lo mejor.

– No – le sujetó el brazo y lo hizo dar la vuelta para mirarlo, de esa forma pudo ver las lágrimas en sus ojos – no dejaré que me abandones de nuevo.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora