9.7 Laboratorio

194 47 4
                                    


El auto giró entre los coches mal estacionados hasta llegar a la pared y se escuchó un rechinido que hizo que Ángel agradeciera estar usando el cinturón.

Estaban a poca distancia de la puerta del laboratorio, Liam rompió el vidrio de la ventana y desde ahí abrió la puerta para pasar directamente sin exponerse a los zombis que seguían el auto.

– Estás demente.

– Lanzas las maletas.

Ángel se persigno, tomó la primera y la empujó, escuchó el ruido de un zombi cayendo sobre el techo del auto y miró a Liam disparar antes de que él pudiera bajar.

Solo tenían una ballesta, no le dejaron sacar armas de la zona segura.

– Dijiste que me quedará en el auto.

– Había más zombis de los que calculé, camina detrás de mí.

– Oye, oye, te darán más puntos si sobrevivo.

Cada pasillo a media luz, las puertas cubiertas de sangre, restos sobre los escalones y la vista a través de una máscara – siento que entré a un video juego.

Liam dio la vuelta y le indicó que guardara silencio.

– Tienes razón, buena idea.

Liam maldijo mentalmente y siguió caminando mientras apuntaba, las puertas estaban cerradas, sacó de su bolsillo una tarjeta y la usó, luego esperó un momento, empujó la puerta lentamente para constatar que no había zombis y siguieron.

– Santo dios, arriba.

Liam disparó al zombi que se lanzó desde dos pisos por encima de ellos y miró a Ángel – la siguiente, tira de mi brazo y haz una seña, no grites.

Ángel se llevó la mano a los labios haciendo la mímica de cerrar un cierre y tirar la llave, se aferró a la camisa de Liam, agachó la cabeza y caminó muy despacio, Liam no podía olvidar que estaba con un niño en el cuerpo de hombre adulto.

La siguiente puerta fue abierta, Liam hizo que Ángel retrocediera, disparó su ballesta una vez, cargó y entró de prisa armado con un martillo para destrozar el cráneo de los tres zombis en el interior de la cámara.

Afuera, Ángel esperó – Liam, no me dejes.

Los zombis en la cámara eran guardias de seguridad, después de derribarlos Liam revisó sus credenciales, llaves y cualquier otra identificación o documento que lo ayudara una vez que bajaran al sótano, al terminar abrió la puerta y se encontró con un muy tembloroso Ángel.

– Volviste – habló en voz alta y le abrazó la cintura – fue horrible, creo que escuché una rata, si era una rata zombi iba a matarme – levantó la mirada y se dio cuenta de lo lamentable que se veía, se levantó y enderezó la espalda – buen trabajo, ¿ya está listo el camino?

– No del todo, tenemos que bloquear esta puerta – cerró y buscó algo para cubrirla, encontró un casillero, revisó las llaves, lo abrió despacio y sacó todos los objetos para poder moverlo con el menor ruido.

Una vez que la habitación quedó bloqueada, fue el turno de la siguiente, usando la llave de los vigilantes, abrió la puerta muy despacio.

Las luces se encendieron.

Tal y como Liam pensó, la empresa Unite tenía un laboratorio privado en una construcción subterránea y contaban con un generador, la electricidad funcionaba y como tal, también las luces y las puertas selladas.

– ¡Santa madre! – exclamó Ángel.

A través de las puertas de cristal, se podía ver a los zombis con batas de laboratorio caminando como entes sin vida.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora