11.10 Recorrido

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Laura Garren llegó diez minutos tarde al hospital a causa del tráfico y su vista se fijó en la recepción para preguntar en qué piso podía encontrar a su hijo, de reojo vio una figura conocida y se detuvo de golpe dejándo caer su cartera.

Estaba de pie.

Su hijo Liam, de quien los doctores dijeron que jamás volvería a caminar y que más tarde repetían que jamás despertaría, estaba de pie, caminando con muletas y con la ayuda de un enfermero.

Liam alzó la vista - mamá.

Laura trató de contener las lágrimas y recogió su bolso - mi pequeño - caminó hacia él, sostuvo sus mejillas y lo abrazó con fuerza.

... ... ...

Ir hacia atrás en su línea temporal no era algo que se pudiera simplemente hacer y tenía un costo que Dogo ya había pagado.

El templo, la diosa, la santa que estaba aferrada a la vida con uñas y dientes, y Sary, todo desapareció.

Manon

Cielo caminaba delante de él, era un día soleado, uno de esos días en los que decidieron salir a mirar las calles después del final de la guerra, a la derecha había un cartel con el afiche de una película, recordó ese día, Cielo le dijo que se desmayó en la calle y al desaparecer entendió la causa.

Tras seguir retrocediendo, a su alma le tomaba un par de segundos volver a su cuerpo y durante ese tiempo, él se desmayaba.

Estaba acostado, se sentó sobre los cojines y miró a Liam dormido a su lado, sostuvo su mano y escuchó un sonido, como si alguien le hubiera tomado una fotografía, miró hacia el frente y creyó reconocerlo.

D

Pensó que había vuelto solo, pero D estaba ahí, sonrió al ver que lo acompañaba y volvió a mirar a Liam, siguió retrocediendo.

Tenía una botella en la mano y uno de sus ángeles estaba ahí, fue el día en que su botella se rompió y si no quería que volviera a pasar debía ponerla a salvo, trató de dársela a su ángel, pero su alma era tirada hacia atrás con gran fuerza y no pudo ponerla a salvo.

Miraba por la ventana, sus ángeles buscaban a Liam y en cinco minutos Cielo entraría por la puerta para encontrarlo sobre la alfombra, ya que era así, decidió acostarse.

Cuando tenía tiempo, se acostaba, de esa forma evitaba golpearse, debía recordarlo, aunque sabía que muchas veces despertó con dolores de cabeza, por lo menos no siempre fue así.

Miró el rostro de Jonathan, estaba en la cama y quiso abrazarlo, hasta ese momento se dio cuenta, en ese viaje, él iba a aparecer constantemente.

Sirios

Estaba en su laboratorio, Anahí acababa de irse y se levantó de prisa, si lograba dejar una nota en donde explicara que ella era la niña cuyo padre asesinó podría evitar una tragedia, caminó hacia la otra mesa, buscó una libreta y se detuvo, algo como eso no pasó, no dejó una nota y no detuvo la tragedia, si cambiaba algo, si destruía su futuro, algo peor podría pasar, se recostó sobre el escritorio, en algunos minutos Ángel entraría y él se preguntaría como pudo dormirse en una silla y despertar en otra.

Continúo.

Repentinamente se encontró con una pared, ya no podía seguir retrocediendo y entre esa oscuridad que surgió de pronto solo había una luz que conectaba con una habitación, en ese sitio apartando con una jardinera y objetos diversos se hallaba una versión joven de sí mismo.

No podía seguir retrocediendo porque su cuerpo le pertenecía a Sacer.

Recordando esa parte de su vida su alma tomó una forma más pequeña, la forma de un pescado azul y se miró a sí mismo.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora