10.17 Patrón de acoso

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El cielo sobre la torre de Lucifer siempre era oscuro, la hora del día no importaba, había una nube eterna instalada sobre sus cabezas y siempre miraban el cielo nocturno.

Ese día los demonios sobrevolaron la torre en grandes manadas y una inmensa oscuridad se ciñó sobre el campamento.

... ... ...

El golpeteo de la puerta fue muy alto, los cinco disfrutaban su cena y al escuchar el ruido juraron que la persona del otro lado tenía la fuerte convicción de tirar la puerta.

Liam miró al grupo que comía y asumió que nadie se pararía, se levantó, miró por la mirilla y abrió la puerta.

César Sairus se detuvo al ver que quien abría la puerta era Liam y miró más allá hacia la mesa a la persona que estaba buscando – bebe – dijo y entró de golpe para abrazar a Erick.

Erick todavía tenía un trozo de carne en la boca, se apresuró a masticar y apartó a su novio – pensé que tenías que quedarte en el campamento, ¿qué haces aquí?

– Tenía que verte, ayer dijiste que te esperara a la media noche y jamás te conectaste, estaba asustado – lo abrazó con fuerza.

Erick ladeó el rostro – ¿de qué hablas?

– Me llamaste, sonabas ebrio y me preocupé un poco, pero dijiste que me llamarías a la media noche cuando todos durmieran para que – miró de reojo alrededor – jamás me llamaste.

– ¿A qué hora te llamé?

El responsable de que Erick perdiera un día de su vida se sirvió más carne.

La mirada de César se volvió nostálgica – ¿sigues enojado por lo que pasó?, bebe, sabes que te amo.

– No es eso – respondió Erick sintiéndose algo incomodo, esa era la razón por la cual sus relaciones amorosas eran después de completar la misión, porque podía centrarse en el sexo e irse elegantemente antes de que las discusiones o la convivencia comenzaran – hablemos arriba.

César lo besó y Úrsula les lanzó un trozo de pan de ajo – estamos comiendo.

Erick sonrió maliciosamente y en su rostro casi podía leerse una sentencia, ¿celosa?

Úrsula partió el resto de su pan y pensó en lanzarles un tenedor en su lugar.

La pareja subió.

– Más carne para nosotros – anunció J.T

Liam volvió a sentarse y notó la mirada de Dogo que iba hacia los escalones donde César Sairus y Erick subían, tomó un trozo de carne y lo puso frente a sus ojos – estás muy delgado, tienes que comer más.

– No quiero subir mucho de peso.

Liam lo dejó en su plato y acomodó su silla para bloquear las escaleras.

Úrsula llamó la atención de Liam – necesito hablar contigo después de la cena, es importante.

Liam asintió.

En el piso de arriba Erick tiró del cuello de la camisa de César para besarlo y deshacerse de la tela, la chaqueta era gruesa y llevaba protectores debajo, además estaba una sudadera y un pantalón con un cinturón, una funda con un cuchillo y un arma, desvestirlo tomaría tiempo, pero no le importaba, era parte de la diversión.

Pero antes de que pudiera desajustar el cinturón César sujetó sus manos – ¿por qué no me llamaste?

Y de nuevo la conversación, Erick resopló – no recuerdo haberte llamado, me embriagué esa noche.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora