9.5 Me irritas

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Liam corrió de prisa, el número de zombis subió significativamente, ya no era posible estar en el edificio, debían alejarse antes de que algo sucediera arriba en el estacionamiento.

Desde las aberturas del camión blindado los compañeros de Liam dispararon abriéndoles el paso, los zombis les cerraban el paso y ellos corrieron de prisa para burlarlos.

La distancia restante debía ser de veinte metros en el preciso momento en el que el camión explotó.

A causa de la explosión Liam y su compañero fueron empujados, lo que restaba del camión solo era una carcasa.

– ¿Qué está pasando? - se preguntó Rubén.

Liam tampoco lo entendía, pero lo que sí notó fue el zombi que se acercaba por la espalda – detrás de ti – habló aturdido y con un zumbido en los oídos, el arma que llevaba en la mano estaba a siete metros y el revolver acomodado en su pantalón, en un minuto completo no pudo tomarlos, para cuando logró levantarse vio a Rubén luchando contra un zombi, se veía que estaba ganando la batalla y golpeándolo con un bate de beisbol, pero detrás suyo apareció un segundo zombi.

Esa era una misión de exploración, desde el comienzo solo dos personas dejarían la seguridad del camión y retrocederían al menor inconveniente, no debía haber bajas, y definitivamente, Liam no debía ser el único que quedara vivo.

– Rubén – dijo el nombre de su compañero, tomó su arma y disparó al zombi que se acercaba de otra dirección, luego fue junto a su compañero, los dos zombis que lo atacaron estaban muertos, pero uno de ellos logró desgarrar su traje y clavarle los dientes en el hombro.

La herida era grande.

Rubén giró la cabeza hacia su hombro, tenía lágrimas en los ojos – jefe, podrías – quiso pedirle que lo matara para no convertirse, pero antes de que pudiera terminar la frase, un disparo le perforó las sienes y cayó al suelo.

– Ese fue un gran tiro – anunció Sirios – eres el siguiente – le apuntó a Liam.

En la misión de exploración, Liam tomó muchas precauciones, pero jamás imaginó, que se encontraría de frente con un psicópata, saltó sobre un auto para usarlo como escudo y al hacer el movimiento una bala rozó su pierna.

– Mierda, fallé – se quejó Sirios.

[Anfitrión, algo está mal con esa persona]

– ¿Cuál fue tu primera pista?

[Su huella de alma es caótica, nunca había visto algo como eso, se está destruyendo a sí misma]

Los zombis iban en aumento y las municiones no eran eternas, Hansel alcanzó a Sirios y tiró de su brazo – tenemos que irnos.

– Todavía no lo asesino.

– Los zombis lo harán, ya no tiene transporte.

Demasiadas variables, un militar entrenado hallaría la forma de sobrevivir, ese plan no lo satisfacía, necesitaba matarlo, no entendía la razón, pero sentía que ese hombre amenazaba todo lo que él era.

– Oye, sal de ahí – gritó.

Más zombis escucharon sus gritos.

Hansel tenía una máscara cubriéndole el rostro, cosa que lamentó porque no podía tirar de su cabello – vámonos ahora para que puedas cogerme y olvídate de ese idiota.

Sirios torció la boca en una mueca y maldijo antes de dar la vuelta.

Después de dejar el estacionamiento los dos corrieron hacia el autobús blindado de la prisión en donde estaban sus compañeros y subieron para alejarse del centro de la ciudad.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora