11.20 Familia (3)

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Max.

Dogo todavía recordaba al niño que conoció mientras exploraba planetas desolados que fueron atacados por el Kraken, también recordaba al dragón que rescató de las manos de Tai y no había forma de que olvidara a su hijo, pero lo que nunca imaginó fue que se tratara de la misma alma.

El sonido de la ducha todavía se escuchaba cuando la puerta se abrió y Sirey entró - vine en cuanto me enteré, ¿es verdad?, ¿se trata de Max?

Dogo asintió.

El sonido se detuvo y los dos miraron a la puerta del baño, Max salió con una camiseta blanca y un pantalón azul que usaban los empleados de soporte, con una toalla se secaba el cabello largo y los miró a ambos.

- Ella es tu tía Meses Orlan, aquí se llama Sary - le explicó Dogo.

Max lució ligeramente sorprendido de ver a otra persona conocida en un rostro diferente y asintió - y este lugar...

- Larga historia.

La estación dragón existía para enviar viajeros a diferentes mundos y corregir los desastres causados por la grieta que se creó entre los universos, cada viajero era reclutado, entrenado y se le asignaba un sistema para cuidarlo y vigilarlo, era un trabajo que se consideraba pesado y por esa razón se les daba la opción de comprar artículos de una gran tienda.

Además de esa había muchas funciones de la estación y una historia que no tenía un principio, Liam, el otro padre de Max, era uno de esos viajeros y Dogo todavía debía encontrarlo para que viajara, lo conociera y más adelante ayudará a que Max naciera. Además de explicarle lo llevó por los pasillos para que se familiarizará con su nuevo hogar.

- Entre esos agujeros - señaló los portales a diferentes mundos - hay un lugar en donde yo todavía no he nacido, ¿qué pasará ahora?, ¿iré allí?

- No, ya lo hiciste - también era extraño para él explicarlo - la línea del tiempo es difusa, hemos enviado viajeros que regresan en dos días y pasaron tres años en ese mundo y otros vuelven en un mes y pasaron un año lejos, es complicado.

Max miró hacia el piso donde los viajeros comían o paseaban y en el centro se encontraba una gran pantalla con los nombres y códigos de los viajeros.

- Sí necesitas tiempo para procesarlo.

- ¿Cuál será mi papel?

La personalidad de Max distaba mucho de la versión que Dogo más recordaba, que era él siendo un niño que correteaba en el patio de su cabaña, y más del adulto responsable en el que se convirtió después de casarse o el militar que se convirtió en almirante de la flota intergaláctica, una versión de su hijo en la que él pensaba muy poco porque prefería ver a su hijo como un niño que necesitaba su protección y no como un adulto que ya no lo necesitaba.

¡Qué tiempos!

- Eres mi hijo, así que básicamente, haz lo que tú quieras, Analea te dará un tour por la estación y si lo prefieres puedes pasar una semana en cada puesto hasta encontrar lo que te guste.

Lo idea era que cada puesto se ocupara con las personas idóneas, pero se trataba de su hijo, por supuesto que lo pondría en el cargo que él eligiera.

- Haré lo mejor que pueda - le respondió secamente.

Dogo supuso que su actitud era causada por el impacto de la información o por el tiempo que pasó entre la grieta, siendo el tiempo relativo, pudo ser un año, un siglo o un milenio, no quería presionarlo, esperaría pacientemente a que su hijo volviera a ser el niño que corría a abrazarlo - ¿tienes hambre?, hay un piso exclusivo para Sary y para mí donde comemos, te vendrán bien las calorías - señaló el abdomen plano.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora