7.50 Visitante inesperado (2)

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La comida tenía un sabor ligeramente amargo que correspondía a las hierbas de su espacio y si Zeus las hubiera probado, habría reconocido el distintivo sabor, pero estaba tan lleno que no pudo probar un solo bocado o temía que su estómago reventara.

Avis notó la mirada fija sobre él mientras comía – ¿pasa algo?, me miras mucho, sé que soy hermoso, pero es de mal gusto delante de mi esposo.

– No quería incomodarte, sucede que eres muy parecido a un estudiante de magia que conocí hace mucho tiempo en una torre.

– ¿De verdad?, me gustan mucho las torres, quería que Liam y yo viviéramos en una casa parecida, pero él prefirió una casa pequeña.

Zeus alzó una ceja, si el hombre frente a él lo hubiera reconocido, no estaría tan tranquilo – tal vez me confundí con otra persona, Liam, sobre lo que hablamos.

Liam había prometido que los dejaría hablar solos a cambio de que Zeus se fuera, pero se sintió reacio a cumplir su palabra, le lanzó una mirada atronadora indicando que sí lo tocaba lo mataría mil veces en mil mundos y se levantó – encargué un pastel en la tienda para ti, ahora vuelvo – sus manos se apretaron – ¿está bien si te dejo con él?

– Ajá.

Liam conocía el poder de Avis y sabía que Zeus no duraría ni tres segundos, además, planeaba quedarse cerca, una vez que se fue, Zeus soltó un suspiro.

– ¿Quién eres realmente? – preguntó Avis de pronto.

– Un viejo amigo de Liam.

– Te vi, hace tiempo en una visión, no tenías rostro, pero estoy seguro que eras tú.

Zeus sonrió – me alegra que lo pongas tan fácil.

[Compra autorizada: ticket de remembranza, identidad conocida: Dogo]

Los ojos de Avis se cerraron y Dogo los abrió, su expresión era ligeramente diferente, menos coqueta, más tranquila, estiró el cuello y miró a Zeus – ha pasado un tiempo, maestro – dijo por costumbre.

Zeus quería levantarse de la mesa y golpearlo, pero hizo una promesa, los puntos que iba a perder por esa acción no valían la pena – miserable bastardo – en cambio, se conformó con insultarlo – me engañaste.

Dogo rodo los ojos – maestro, ha pasado una eternidad, ¿no es mucho tiempo para lamentarlo?

– Fue hace un mes, un mes entero en un curso de reentrenamiento y todo por tu culpa.

Eso lo sorprendió, para Dogo habían pasado siete vidas por lo menos cuatro siglos, sus tiempos no coincidían – es lo de menos, tampoco está limpio, su sistema me envió al cuerpo de un condenado, lo único que me restaba era quedarme en prisión y pasar el resto de mis días en una silla de ruedas.

– ¡Eso era exactamente lo que se suponía que hicieras!, ¿tienes una maldita idea de lo que me costaste?

Su rabia no estaba justificada, todo lo que Dogo hizo fue drogarlo, nada le pasaría por dormir hasta tarde, él en cambio, salvó su vida, su antiguo maestro estaba siendo muy dramático – sí alguien lo regañó por quedarse dormido, intentaré compensarlo.

Zeus se llevó la mano al rostro – ¿por qué crees que me enviaron a tu mundo en primer lugar?

No era una pregunta para ser respondida.

– El sistema de viajeros se creó para corregir distorsiones temporales, siempre que exista una desviación o un mundo corra peligro de ser destruido uno de nosotros llega, salva el día y obtiene recompensas, fui enviado con la misión de detener a un dios oscuro que planeaba bajar a tu mundo para destruirlo, ese era mi trabajo.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora